Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
miércoles, 31 de octubre de 2007
En el PAN y en el PRD hay reacomodos internos. Entre los panistas, porque lograron ganar, contra viento y marea de irregularidades y maniobras, la elección presidencial. Y porque la ultraderecha fundamentalista abanderada por Manuel Espino y el escándalo de la corrupción foxista, lleva al rompimiento con los calderonistas que han recibido y cedido mutuos apoyos para consolidarse. Políticamente, los panistas-calderonistas no tenían otra opción y sus transacciones con las demás fuerzas (más en secreto que públicamente) han sido su éxito político.
El PRD por su derrota a manos, no de los electores, pero sí del IFE, TRIFE y la Corte, vive la efervescencia de una, a punto de abortar, escisión: los que se han alineado con la tradicional posición de Cuauhtémoc Cárdenas de someterse a los hechos (chuecos o derechos) y más ahora que a toda costa busca seguir empujando a su hijo Lazarito (Lázaro solamente mi general) y que su estrategia de acomodamiento oportunista, para que sobreviva el caciquismo cardenista (ya de casi un siglo) en Michoacán, los obligan a transar y transigir con el calderonismo, en un toma y daca.
Lazarito es la causa de Cuauhtémoc... y nada como apoyar a “Los Chuchos” (de los que Ruth Zavaleta es una de sus puntas de lanza y ya se lanzó contra López Obrador y a favor de aceptar la cruda realidad, la “realpolitik: política realista o pragmática, de entendimiento, hoy como ayer, entre los católicos y socialdemócratas”), para enfrentar y liquidar al lópezobradorismo quien, con rudeza innecesaria, mantiene su oposición, lo cual está bien políticamente, y es necesaria a la izquierda del PRI que abre y cierra las puertas, mientras a la derecha priísta están los panistas.
En esas coyunturas, Cuauhtémoc, perdedor paciente en tres elecciones presidenciales y sin repelar (ni en 1988 cuando el fraude fue como en este 2006) ha aceptado la “realpolitik”, sabe que no hay tiempo que perder para salvar a su heredero Lazarito tras su mediocre, ineficaz e ineficiente sexenio en la gubernatura de Michoacán y cuyo final se acerca. Cuauhtémoc, por fin abrió la boca para que sus tribus, como ya lo hicieron, otorguen legitimidad a Calderón y el PAN, abandonando al tabasqueño y los suyos.
Rescatar a Lazarito (doctorado en percusión o sea golpear con ritmo los timbales) es lo que mueve a su papá. Obviamente Calderón tiene que pagar la factura que el perredismo cardenista (si lo sabe Dios que lo sepa el Diablo y el Mundo) le ha pasado al investirlo de legitimidad política. Los calderonistas con eso han aislado al lópezobradorismo que reduce sus espacios, sin reducir su oposición que es lo único que puede mantenerlo vivo y actuante. Si los panistas están a punto de convertirse en dos partidos: los liberales conservadores calderonistas y los ultraderechosos católicos, los perredistas se encaminan, con el cardenismo y “Los Chuchos” a la izquierda oportunista y las otras facciones a una izquierda de centro, pero radicalizada. Así que, tener un papá así...