LA DEBACLE DEL PAN
Aguascalientes, Ags., 20 de agosto (apro).- En las elecciones intermedias del pasado domingo 5, el Partido Acción Nacional (PAN) pagó caro el costo de la profunda división interna que arrastra desde hace rato, a causa, principalmente, del pleito personal que libran el actual gobernador, Luis Armando Reynoso, y su antecesor, el ahora senador Felipe González.
El saldo de la jornada electoral fue, por donde se le vea, adverso: perdió la mayoría legislativa al ganar únicamente 10 posiciones en el Congreso del estado por 14 del PRI y, por si fuera poco, dejó de ser gobierno en cinco ayuntamientos, entre ellos el más importante, la capital Aguascalientes.
Con el reacomodo político que dejó la elección, PRI se colocó ahora como primera fuerza política en la entidad al gobernar nada menos que a 82.3 por ciento de la población estatal, dejando en segundo sitio al PAN.
El nuevo escenario electoral en el estado de Aguascalientes en nada se parece al que vivió el panismo hace tres años. En agosto de 2004, en efecto, el PAN se llevó todo: ganó la gubernatura, 10 de 11 municipios y 18 de 27 asientos en el Congreso local.
Tan bien le fue que el entonces dirigente nacional del PAN y actual representante de México en El Vaticano, Luis Felipe Bravo Mena, dejó la controversia en el estado Oaxaca, donde su partido peleaba por quedarse con la gubernatura, y viajó hasta esta ciudad, para cacarear el “carro completo”.
En aquel tiempo, el candidato panista, Luis Armando Reynoso Femat, alcanzó más de 180 mil votos, contra 114 mil del priista, Oscar López Velarde. En cambio el aspirante del PRD, Manuel Bañuelos, apenas consiguió 21 mil sufragios.
Ufano, Reynoso presumió su victoria y rechazó que el llamado “efecto Luis Armando” se pudiera desdibujar como sucedió con el “efecto Fox”. “Nosotros tenemos inteligencia, talento y sensibilidad. Los gobiernos que se separan del pueblo, pierden piso”, argumentó.
Fallida expulsión
Sin embargo, tan pronto asumió el poder, Reynoso se olvidó de sus propias palabras y entró en conflicto con su antecesor, el actual senador de la República, Felipe González. El saldo de esa confrontación fue la división del panismo estatal.
Esas diferencias llegaron a un punto crítico el 28 de diciembre de 2006, cuando el dirigente estatal del PAN y aliado de González, Antonio Martín del Campo, intentó expulsar de las filas del partido a Reynoso, a raíz de que este último solicitó y obtuvo del Congreso local la autorización para un endeudamiento por 2 mil millones de pesos.
El escándalo llegó a oídos del propio dirigente nacional, Manuel Espino, quien llamó a las partes en conflicto a dirimir sus diferencias en privado. Después de esa reunión, que se llevó a cabo en la Ciudad de México, Del Campo abortó el proceso de expulsión.
Pero los pleitos internos no terminaron ahí. El 16 de marzo de 2007, Reynoso arremetió contra los propios diputados de su partido, sobre todo los panistas institucionales, por las constantes críticas a su administración. El gobernador los llamó “cabezones”.
Por si fuera poco, un par de días después de la pasada elección, el martes 7, después de que el PAN reconoció la victoria del priista Gabriel Arellano Espinosa en la ciudad capital, el municipio de Aguascalientes, Reynoso se deslindó del revés electoral y elogió el triunfo de Arellano: "vienen los mejores años para Aguascalientes", declaró.
Primeros desencuentros
Las pugnas entre los grupos hegemónicos dentro del PAN no son nuevas. Vienen de tiempo atrás, desde que el panismo en Aguascalientes se consolidó como una opción real de triunfo en las elecciones.
Por ejemplo, previo a los comicios por la gubernatura de 1998, la dirigencia del PAN había acordado dejar el paso libre al empresario Felipe González, como único candidato a la gubernatura. Sin embargo, de última hora se registró el entonces diputado federal Benjamín Gallegos Soto, forzando de esa manera a la dirección estatal a efectuar elecciones internas.
La elección tuvo lugar el 12 de abril de 1998, con la presencia del entonces líder nacional panista, Felipe Calderón Hinojosa. Ese día, González obtuvo más del 80 por ciento de los votos emitidos por 600 delegados participantes. Ante tan inobjetable resultado, el diputado Gallegos Soto aceptó, a regañadientes, su derrota.
Ya en el gobierno, González González no estuvo exento de problemas con el partido que lo llevó al poder.
En enero de 2000, previo a las elecciones federales de ese año, criticó al PAN por utilizar su frase “Sociedad y Gobierno Unidos por el Cambio” en sus spots políticos y hasta amenazó con demandar a la dirigencia estatal de su partido. El hecho fue pasado minimizado por la dirigencia panista.
Tiempo después, el 24 de febrero de 2002, en una Asamblea del Comité Directivo Municipal, a la que asistió el entonces senador, Carlos Medina Plascencia, más de un centenar de panistas abuchearon al gobernador cuando éste llegó al recinto.
En un principio, González pasó por alto el incidente pero después acusó directamente al diputado federal Fernando Herrera de orquestar una campaña en su contra. Herrera había sido coordinador de campaña de Felipe González y luego titular de Desarrollo Social, cargo que dejó en 2000 para irse a San Lázaro.
Molesto, el gobernador agradeció que su excolaborador se haya ido porque, de lo contrario, dijo, “habría tenido que despedirlo”.
Apoyado por el entonces dirigente estatal, Arturo González, el diputado federal le reviró al gobernador Felipe González: “Fui colaborador, no súbdito”.
Duelo de gobernadores
A pesar de que Felipe González y Luis Armando Reynoso llegaron juntos al poder en 1998 --el primero como gobernador y, el segundo, como alcalde de la capital--, en el ejercicio de su encargo nunca se entendieron.
Por ejemplo, el 31 de julio de 1999 el entonces precandidato presidencial Vicente Fox, realizó una gira relámpago por la ciudad, donde encabezó un desayuno con la militancia panista en el hotel Andrea. En esa reunión, González y Reynoso se dieron la mano, por petición de los presentes.
Ese gesto, con Fox como testigo, fue ampliamente publicitado por los medios de comunicación y la clase política lo interpretó como punto final de las discrepancias entre los entonces gobernador y alcalde de Aguascalientes.
Sin embargo, bastaron cinco meses para exhibir que todo había sido una farsa. El 1 de diciembre de ese mismo año, el diputado priista, Oscar González Rodríguez, denunció que, debido a los “desacuerdos” entre el gobernador y el alcalde, la entidad dejó de percibir 38 millones de pesos que remitiría la Comisión Nacional de Agua (Conagua), para solventar problemas derivados de la distribución y cuidado del agua.
Según González Rodríguez, esos recursos terminaron en el Distrito Federal.
Posteriormente, en 2004, en plena contienda por la gubernatura, el entonces alcalde de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso, incrementó su popularidad al llevarse a la ciudad un equipo de futbol profesional de la Primera División, el Necaxa. Esa acción, que representó un enorme costo al erario por todo el apoyo brindado al club de Televisa, catapultó a Reynoso a la gubernatura.
El 26 de agosto de 2004, tres meses antes de concluir su gestión, González González pidió una licencia por 90 días para atender una “invitación” del presidente Fox Vicente Fox, para hacerse cargo de la subsecretaría de Gobernación.
Su lugar fue ocupado por el gobernador interino, Juan José León Rubio, fue quien entregó el puesto a Reynoso Femat.
Ya como jefe del Ejecutivo estatal, Reynoso Femat canceló en enero de 2005, un total de 150 concesiones de transporte urbano que habían sido avaladas por el anterior responsable de Desarrollo Social, Marco Aurelio Hernández Pérez, pero sin los comprobantes de los supuestos beneficiarios.
Por esa razón, Hernández Pérez fue inhabilitado para ocupar cualquier cargo público en un plazo de cinco años. El exfuncionario apeló la determinación de la Contraloría, pero hasta el momento sigue firme la sentencia.
En mayo de 2006, el exgobernador Felipe González salió en defensa de Hernández, a quien calificó de ser “un perseguido político”. Además, le mandó un claro mensaje a Reynoso: “esta es una guerra que, tarde o temprano, se le va a revertir a quien está encabezándola”.
Y, en efecto, los altos jerarcas del PAN le están exigiendo cuentas al gobernador Reynoso no sólo por el desastroso resultado que tuvo el partido en las elecciones del pasado 5 de agosto, al peder la ciudad capital y la mayoría en el Congreso, sino por sus vínculos con el alcalde electo, el priista Gabriel Arellano Espinosa, quien, previo a los comicios, recibió casi medio millón de pesos del