CRONICA CONFIDENCIAL
Leopoldo Mendívil
¿… ganancia de pescadores?
1.- El gobierno entrante de la República anunció, en diciembre pasado, una guerra
sin cuartel al narcotráfico.
2.- La guerra se inició de una manera sorprendente, con el anuncio de los lugares que invadirían las fuerzas militares.
3.- Ocurrió de inmediato la operación cucaracha; esto es, que enterados de la agresión, las capos con sus fuerzas abandonaron sus plazas y no precisamente en desbandada, supuesto que cuando los operativos militares lograron el control de las plazas tomadas, apenas encontraron una que otra arma, una que otra grapa, uno que otro laboratorio. Nada importante.
4.- La prevención presidencial de que, como en toda guerra, habría pérdidas de vidas, no tardó en iniciarse. A la par de las matanzas entre cárteles por el control de los nacientes mercados nacionales del narco, sucedieron los crímenes de agentes policiales en diversas y dispersas ciudades, regiones y poblaciones.
5.- Hubo medios de comunicación que pusieron el grito en el cielo por esas muertes, claras venganzas contra las incursiones militares, y sin que fuera la intención contribuyeron a la ola del narcoterror.
6.- En esa tesitura sucedió, allá por marzo pasado, justo cuando en el país menudeaban las cabezas humanas mutiladas y por la tarde el presidente de la República daba cuenta de sus primeros 100 días de gobierno, en una residencia de Las Lomas de Chapultepec, propiedad de un chino-mexicano llamado Zhenli Ye Gon, nacido en Hong Kong, la PGR decomisaba más de 205 millones de pesos en efectivo, la mayor incautación en la historia del narcotráfico.
7.- Ye Gon ya no apareció en México. Mientras su esposa y algunos de sus colaboradores eran apresados, se supo luego que el presunto empresario, presunto introductor de pseudoefedrina al país, jugaba en el casino de El Veneciano, uno de los más lujosos hoteles de Las Vegas, pero aparentemente no aparecieron en el aparato de migración norteamericano, tan cerrado por problemas de seguridad, rastros de su ingreso a ese país.
8.- Sin embargo, unas cuantas semanas después del golpe que fue noticia mundial, el impacto mediático se había perdido. “No lo supimos capitalizar”, comentó un alto funcionario federal, de manera CONFIDENCIAL, y aceptaba que como el militar, el operativo mediático no había estad a la altura de la decisión presidencial.
9.- A pesar de lo anterior, las matanzas entre cárteles de la droga y de éstos contra miembros de los cuerpos policiales, comenzaron a declinar. Parecía que la acción militar, aunque no había sido exitosa en el decomiso de sustancias alienígenas en grandes cantidades, había logrado romper diversas rutas de tránsito de los cargamentos de droga a lo largo del país. La ola del narcoterror comenzó a ceder.
10.- A través de internet, en el curso de este año como en los últimos del gobierno foxista, no han dejado de aparecer manifiestos firmados por diversas agrupaciones supuestamente guerrilleras, obviamente clandestinas, con denuncias de toda índole en contra de las políticas económicas y sociales.
11.- De pronto, de manera sorpresiva por la manera como sucedió, Zhenli Ye Gon apareció, supuestamente en Nueva York y/o Washington, representado por un abogado también chino de origen pero ciudadanizado estadunidense, que lo vistió de víctima de la corrupción gubernamental mexicana acusando al secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, de haberle obligado a guardar una millonada que presuntamente estaba destinada a la campaña presidencial panista. Ye Gon hizo famosa la frase coopelas o cuello con que Lozano le habría amenazado.
12.- Pero, contra toda lógica y a pesar de que la coartada de los dos chinos, el abogado y el traficante de pseudoefedrina, no ha sido apoyada con pruebas o por lo menos con argumentos creíbles, ni una sola autoridad estadunidense ha pronunciado una palabra en relación al caso y, lo más sorprendente, ha dejado en libertad a Ye Gon a pesar de todas las evidencias existentes en su contra. O.., tal vez, por eso.
13.- Desde la semana pasada comenzaron a registrarse accidentes en los ductos de Petróleos Mexicanos, que en principio se dejó que corriera la percepción de que eran originados por problemas técnicos hasta que ayer, tanto la Presidencia de la República como la secretaría de Gobernación emitieron sendos comunicados en los que se reconoció la existencia de “culpables”. Paralelamente circuló en internet un comunicado presuntamente firmado por el EPR, reconociéndose autor de los atentados contra las instalaciones de la empresa petrolera nacional.
A grandes trazos, lo anterior es la crónica de los acontecimientos iniciados hace siete meses.
Ayer hubo voces incrédulas respecto de la autoría intelectual y material del EPR en los hechos, porque la sorpresa se mezcló con la serie de circunstancias francamente kafkianas que han ocurrido en el curso de estos siete meses.
Hay mucho que aclarar porque de un momento a otro la desconfianza se generalizó nuevamente ayer.
Y el gobierno, como nadie más, tiene la palabra.
1.- El gobierno entrante de la República anunció, en diciembre pasado, una guerra
sin cuartel al narcotráfico.
2.- La guerra se inició de una manera sorprendente, con el anuncio de los lugares que invadirían las fuerzas militares.
3.- Ocurrió de inmediato la operación cucaracha; esto es, que enterados de la agresión, las capos con sus fuerzas abandonaron sus plazas y no precisamente en desbandada, supuesto que cuando los operativos militares lograron el control de las plazas tomadas, apenas encontraron una que otra arma, una que otra grapa, uno que otro laboratorio. Nada importante.
4.- La prevención presidencial de que, como en toda guerra, habría pérdidas de vidas, no tardó en iniciarse. A la par de las matanzas entre cárteles por el control de los nacientes mercados nacionales del narco, sucedieron los crímenes de agentes policiales en diversas y dispersas ciudades, regiones y poblaciones.
5.- Hubo medios de comunicación que pusieron el grito en el cielo por esas muertes, claras venganzas contra las incursiones militares, y sin que fuera la intención contribuyeron a la ola del narcoterror.
6.- En esa tesitura sucedió, allá por marzo pasado, justo cuando en el país menudeaban las cabezas humanas mutiladas y por la tarde el presidente de la República daba cuenta de sus primeros 100 días de gobierno, en una residencia de Las Lomas de Chapultepec, propiedad de un chino-mexicano llamado Zhenli Ye Gon, nacido en Hong Kong, la PGR decomisaba más de 205 millones de pesos en efectivo, la mayor incautación en la historia del narcotráfico.
7.- Ye Gon ya no apareció en México. Mientras su esposa y algunos de sus colaboradores eran apresados, se supo luego que el presunto empresario, presunto introductor de pseudoefedrina al país, jugaba en el casino de El Veneciano, uno de los más lujosos hoteles de Las Vegas, pero aparentemente no aparecieron en el aparato de migración norteamericano, tan cerrado por problemas de seguridad, rastros de su ingreso a ese país.
8.- Sin embargo, unas cuantas semanas después del golpe que fue noticia mundial, el impacto mediático se había perdido. “No lo supimos capitalizar”, comentó un alto funcionario federal, de manera CONFIDENCIAL, y aceptaba que como el militar, el operativo mediático no había estad a la altura de la decisión presidencial.
9.- A pesar de lo anterior, las matanzas entre cárteles de la droga y de éstos contra miembros de los cuerpos policiales, comenzaron a declinar. Parecía que la acción militar, aunque no había sido exitosa en el decomiso de sustancias alienígenas en grandes cantidades, había logrado romper diversas rutas de tránsito de los cargamentos de droga a lo largo del país. La ola del narcoterror comenzó a ceder.
10.- A través de internet, en el curso de este año como en los últimos del gobierno foxista, no han dejado de aparecer manifiestos firmados por diversas agrupaciones supuestamente guerrilleras, obviamente clandestinas, con denuncias de toda índole en contra de las políticas económicas y sociales.
11.- De pronto, de manera sorpresiva por la manera como sucedió, Zhenli Ye Gon apareció, supuestamente en Nueva York y/o Washington, representado por un abogado también chino de origen pero ciudadanizado estadunidense, que lo vistió de víctima de la corrupción gubernamental mexicana acusando al secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, de haberle obligado a guardar una millonada que presuntamente estaba destinada a la campaña presidencial panista. Ye Gon hizo famosa la frase coopelas o cuello con que Lozano le habría amenazado.
12.- Pero, contra toda lógica y a pesar de que la coartada de los dos chinos, el abogado y el traficante de pseudoefedrina, no ha sido apoyada con pruebas o por lo menos con argumentos creíbles, ni una sola autoridad estadunidense ha pronunciado una palabra en relación al caso y, lo más sorprendente, ha dejado en libertad a Ye Gon a pesar de todas las evidencias existentes en su contra. O.., tal vez, por eso.
13.- Desde la semana pasada comenzaron a registrarse accidentes en los ductos de Petróleos Mexicanos, que en principio se dejó que corriera la percepción de que eran originados por problemas técnicos hasta que ayer, tanto la Presidencia de la República como la secretaría de Gobernación emitieron sendos comunicados en los que se reconoció la existencia de “culpables”. Paralelamente circuló en internet un comunicado presuntamente firmado por el EPR, reconociéndose autor de los atentados contra las instalaciones de la empresa petrolera nacional.
A grandes trazos, lo anterior es la crónica de los acontecimientos iniciados hace siete meses.
Ayer hubo voces incrédulas respecto de la autoría intelectual y material del EPR en los hechos, porque la sorpresa se mezcló con la serie de circunstancias francamente kafkianas que han ocurrido en el curso de estos siete meses.
Hay mucho que aclarar porque de un momento a otro la desconfianza se generalizó nuevamente ayer.
Y el gobierno, como nadie más, tiene la palabra.