SI EL PELELE TUVIERA VERGUENZA MEJOR NI REGRESABA DE EUROPA
Vladimir Galeana
Tendría que ser una menor de edad la que pusiera los puntos sobre las íes en relación con el poco aprecio que le tienen tanto los congresistas como los gobernantes al rubro de ciencia y tecnología. Carolina Aranda Cruz en una niña de diez años y cursa el quinto año de primaria en el Liceo Japonés, y hace unos días en el Congreso Mexicano de Pediatría, frente al secretario de Salud José Angel Córdoba, recriminó que el Presidente Felipe Calderón Hinojosa felicitara el 3 de enero pasado al equipo de las chivas del Guadalajara por haber obtenido el campeonato del fútbol mexicano, y que Guillermo Haro muriera siendo un ilustre desconocido a pesar de haber descubierto 8 mil 746 estrellas azules y marcar con ello la dirección de las investigaciones astronómicas del país.
Desde luego que la sorpresa no fue tan sólo para el señor Córdoba, a quien seguramente el tema del aborto le sigue ocupando la mayor parte de su tiempo, sino para los más de 600 pediatras que se encontraban en el lugar cuando la niña señaló su pena porque el gobierno, los empresarios y la sociedad en general apoye más al fútbol que a la ciencia. No es nuevo este reclamo, pero siempre han sido los directamente involucrados quienes abordan el tema, por lo que resulta sorprendente que una niña de esta edad tenga que llamar la atención nuevamente en esa dirección. La referencia de Guillermo Haro se debió a que una de las pasiones de Carolina, pese a su corta edad, es la astronomía, aparte del voleibol.
Para muestra basta un botón. Los profesores e investigadores mejor pagados de México, que laboran en las universidades e instituciones de investigación, perciben apenas el 26 por ciento del sueldo que devengan sus similares estadounidenses, lo que desde luego impacta en la competitividad. Esta situación provoca que el país tenga que importar avances tecnológicos y científicos, deteriorando el bienestar de aquellos que debieran ser considerados una de las partes más importantes para el desarrollo del país, quienes se ven en la necesidad de buscar trabajos complementarios que les asegure mejores estadíos de bienestar personal. Para ser más precisos, en el año 2006 los profesores e investigadores con los sueldos más bajos fueron ubicados en la Universidad Pedagógica Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Colegio de Posgraduados, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma Metropolitana. Para los especialistas, esta circunstancia afecta gravemente el desarrollo científico y la competitividad económica del país.
Otra más. Luz y Fuerza del Centro tiene preparada la segunda etapa del programa de generación distribuida y planea la construcción de la primera planta de ciclo combinado después de 40 años de postergar el proyecto de instalar una planta de ese tipo en el Valle de México. El gran problema es que pese al atraso tecnológico de esta empresa, de acuerdo con el Contrato Colectivo de Trabajo, únicamente el Sindicato Mexicano de Electricistas puede realizar dichas obras, según palabras del Director Jorge Gutiérrez Vera. Me imagino que los impolutos líderes del sindicato mencionado tienen los conocimientos científicos y tecnológicos como para llevar a cabo este trabajo, pues durante los 40 años en que se ha postergado el proyecto seguramente tuvieron una preparación de excelencia. De no ser así es la hora de terminar por romper con esos charlatanes que solamente medran con la necesidad de los mexicanos del centro del país, pues ésta empresa se ha distinguido por tener empleados con los más bajos índices de productividad en el país.
Con este tipo de ejemplos no se si México tenga una oportunidad de salir adelante con los problemas que se le vienen encima por el tema del cambio climático, ya que en la cumbre del etanol en Sao Paulo se ha intentado consensuar una iniciativa para crear una oportunidad de reunir a personas que representen las distintas posturas sobre como afrontar la crisis energética en el planeta. Por principio de cuentas diré que pese a todo lo que se ha dicho, en México las gasolinas siguen siendo el elemento más contaminante, y el impuesto de los dos centavos por litro para investigación es un fondo perdido del que nadie sabe a ciencia cierta en que se invierte.