LAS JALADAS DE CARSTENS EN SU FAMOSA REFORMA FISCAL
Revista Siempre
Félix Fuentes
Cada secretario de Hacienda que llega se esmera por exprimir a los contribuyentes y recurre a inventos jalados de los cabellos como el impuesto a artículos suntuarios o aplicar 20 por ciento de IVA a alimentos y medicinas. Pero el proyecto del actual hacendario, Agustín Carstens, de gravar 2 por ciento a depósitos bancarios que durante un mes excedan los 20 mil pesos es de evidente rapacería.
Sólo Carstens, con su voluminosa humanidad, pudo imaginar que a través de las cuentas bancarias puede combatir a la economía informal, es decir, que los contrabandistas y vendedores ambulantes paguen impuestos, quitándoles 2 por ciento de su dinero en los bancos.
Obvio, a Carstens no le enseñaron en el Fondo Monetario Internacional que quienes ofrecen mercancías en banquetas, parques públicos o zonas de alta peligrosidad como Tepito, son seres inteligentes, curtidos por los golpes de la vida y dispuestos a jugarse la existencia misma, en defensa de sus bienes.
Esa gente ubicada en el bajo mundo, dispuesta a matar como lo hizo la lideresa
Alejandra Barrios, es de agudeza mental superior a ciertos entes de la Secretaría de Hacienda y no van a llevar sus recursos a los bancos, ingenuamente, para luego transferirlos a Carstens en su cómodo sillón tras un papeleo infernal realizado en las instituciones, hoy señaladas de agiotistas debido a las elevadas comisiones aplicadas a cuentahabientes.
Los “informales” saben su negocio y con sus ganancias incrementan volúmenes de mercancías, o las destinan a bienes raíces, pero no cometerán la tontería de dejarse exaccionar por el “Chicago boy” de peso supercompleto.
El segundo aspecto de esa proyectada carga fiscal es la afectación a quienes llevan sus ahorros a los bancos, sin ser “informales”. Tampoco se chupan el dedo y ya encontrarán formas de poner a salvo sus dineros mediante monedas extranjeras, en trasferencias a otras naciones, las cuales son legales o involucrarse en fondos extranjeros que pagan buenos dividendos mediante fideicomisos, ocultando la identidad de los inversionistas.
Cuando se gravó a los artículos “suntuarios”, las ventas se desplomaron y el mundo empresarial se volcó contra Hacienda. Y cuando el parlanchín Vicente Fox quiso aplicar el IVA a alimentos y medicinas, creyendo que Elba Esther Gordillo tenía a la Cámara de Diputados a sus pies, sucedió una barahúnda gigante y ese gravamen terminó en la basura, satanizado.
Esta vez, el aleccionado en Washington para manejar las finanzas de México pudiera estar enredando al presidente Felipe Calderón con el cuento de la informalidad y el señuelo de que será derogado el impuesto más infame de todos los tiempos, el de la tenencia de vehículos, pero hasta el año ¡2014!
Vaya humorada. ¿Pensarán Carstens y su séquito que los mexicanos somos el atajo de tontos agachados, y los de cerebros lavados en Estados Unidos tienen derecho a hacer de nosotros cera y pabilo?
También a los empresarios les cargan la manaza de Carstens mediante el Impuesto de Tasa Unica, de 14 por ciento en el 2008 y 16 por ciento en el 2009. Muchos de ellos cancelarán negocios y crecerá el desempleo. ¿Así combate Calderón pobreza y desigualdad, tras declararse “presidente del empleo?