DETRAS DE LA NOTICIA
Ricardo Rocha
26 de abril de 2007
Victoria moral
Aunque la del aborto fue la crónica de una mayoría anunciada, la jornada de este martes en la Asamblea Legislativa del DF ha sido memorable e histórica: con una contundente votación de 46 a favor y 19 en contra se aprobó el dictamen que contempla la despenalización de la interrupción del embarazo durante las primeras 12 semanas de gestación.
A pesar de todas las distorsiones, mentiras, linchamientos, amenazas de muerte y excomunión contra los "abortistas", de las profecías de violencia del cardenal y del intervencionismo del Papa, se impuso la razón y seis de los ocho partidos representados en la legislatura local votaron por la iniciativa. Atrás quedaron ya las declaraciones estruendosas y la necedad machacona de estar "a favor de la vida" cuando una y otra vez se explicó que efectivamente hay vida incluso antes del contacto entre el espermatozoide y el óvulo -como la hay en una ensalada que nos devoramos sin remordimiento alguno-, pero que sólo podemos hablar de persona o ser humano a partir de la actividad cerebral que se produce mucho tiempo después. Lo que ocurrió es que una ultraderecha envalentonada, asociada con los clérigos pederastas, se ha propuesto no dejar pasar ninguna iniciativa de ley que -como la reciente de sociedades de convivencia- modernice al país. Todo lo contrario: sugieren retrotraernos al oscurantismo cavernario, al reino de la hipocresía y el terror.
No hay duda que en la jornada de antier hay ganadores: la sociedad civil que ha luchado a brazo partido por esta conquista; la izquierda tan desmoralizada por el 2 de julio y ahora reivindicada por este triunfo social; el PRD, el PRI, Nueva Alianza, Alternativa, PT y Convergencia, que resistieron las presiones hasta el final; consecuentemente el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, que siempre se pronunció por la despenalización. Y por supuesto que hubo perdedores: los grupos y grupúsculos de ultraderecha que ahora se sienten dueños del país; el PAN y sus aliados del Verde que tuvieron que quitarse la máscara para mostrar el rostro de la intolerancia; y la Iglesia católica, que pisoteó varios de sus mandamientos para justificar su feroz irracionalidad.
Pero, disputas políticas aparte, las grandes ganadoras son las mujeres de este país. Que, por ahora en la ciudad de México y tal vez pronto en otras entidades, se verán liberadas de un estigma tan injusto como oprobioso. Para ellas, este debe ser un primer paso en una todavía larga lista de pendientes. Baste decir que sólo en tres estados de la República es delito golpear a una mujer, y que en la mayoría es mucho más grave robarse una vaca. Así que apenas estamos en el principio.
Sin embargo, desde ahora se anticipan resistencias y retrocesos. Las buenas conciencias panistas amenazan con presionar a su gobierno para derruir la determinación de la mayoría en la Asamblea, promoviendo un recurso de inconstitucionalidad a través de la Procuraduría General de la República o de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, a la que por lo visto consideran una extensión del gabinete.
Será una prueba crucial para el gobierno calderonista. Lo puede mostrar como una derecha moderna de rayo láser o como un conciliábulo de cirios pascuales de la Edad Media. Así que han de pensar muy bien si deciden dejar las cosas como están o entrarle a una batalla donde los únicos argumentos son la cruz y la espada. Además, sentaría el riesgoso precedente de llevar a la Suprema Corte cualquier decisión legislativa de aquí en adelante. Pero el peligro mayor sería entrar en una dinámica de confrontación Calderón-Ebrard, gobierno federal contra DF, profundamente perjudicial para los capitalinos y para el resto de la nación. Ese capítulo ya lo padecimos, con todas sus consecuencias durante seis largos años.
Lo demás es lo de menos. Ya pueden seguir chillando, ladrando o rasgándose las vestiduras los hipócritas de golpes de pecho en la misa del domingo. Los criminales de entre semana que viven de explotar al prójimo. Los que justifican hasta la pederastia con tal de recibir una indulgencia. Los que rabian por no admitir que esta ha sido una espléndida victoria moral de la sociedad mexicana que ahora sabe que todo es posible.
P.D. A Gilberto Borja in memoriam.
26 de abril de 2007
Aunque la del aborto fue la crónica de una mayoría anunciada, la jornada de este martes en la Asamblea Legislativa del DF ha sido memorable e histórica: con una contundente votación de 46 a favor y 19 en contra se aprobó el dictamen que contempla la despenalización de la interrupción del embarazo durante las primeras 12 semanas de gestación.
A pesar de todas las distorsiones, mentiras, linchamientos, amenazas de muerte y excomunión contra los "abortistas", de las profecías de violencia del cardenal y del intervencionismo del Papa, se impuso la razón y seis de los ocho partidos representados en la legislatura local votaron por la iniciativa. Atrás quedaron ya las declaraciones estruendosas y la necedad machacona de estar "a favor de la vida" cuando una y otra vez se explicó que efectivamente hay vida incluso antes del contacto entre el espermatozoide y el óvulo -como la hay en una ensalada que nos devoramos sin remordimiento alguno-, pero que sólo podemos hablar de persona o ser humano a partir de la actividad cerebral que se produce mucho tiempo después. Lo que ocurrió es que una ultraderecha envalentonada, asociada con los clérigos pederastas, se ha propuesto no dejar pasar ninguna iniciativa de ley que -como la reciente de sociedades de convivencia- modernice al país. Todo lo contrario: sugieren retrotraernos al oscurantismo cavernario, al reino de la hipocresía y el terror.
No hay duda que en la jornada de antier hay ganadores: la sociedad civil que ha luchado a brazo partido por esta conquista; la izquierda tan desmoralizada por el 2 de julio y ahora reivindicada por este triunfo social; el PRD, el PRI, Nueva Alianza, Alternativa, PT y Convergencia, que resistieron las presiones hasta el final; consecuentemente el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, que siempre se pronunció por la despenalización. Y por supuesto que hubo perdedores: los grupos y grupúsculos de ultraderecha que ahora se sienten dueños del país; el PAN y sus aliados del Verde que tuvieron que quitarse la máscara para mostrar el rostro de la intolerancia; y la Iglesia católica, que pisoteó varios de sus mandamientos para justificar su feroz irracionalidad.
Pero, disputas políticas aparte, las grandes ganadoras son las mujeres de este país. Que, por ahora en la ciudad de México y tal vez pronto en otras entidades, se verán liberadas de un estigma tan injusto como oprobioso. Para ellas, este debe ser un primer paso en una todavía larga lista de pendientes. Baste decir que sólo en tres estados de la República es delito golpear a una mujer, y que en la mayoría es mucho más grave robarse una vaca. Así que apenas estamos en el principio.
Sin embargo, desde ahora se anticipan resistencias y retrocesos. Las buenas conciencias panistas amenazan con presionar a su gobierno para derruir la determinación de la mayoría en la Asamblea, promoviendo un recurso de inconstitucionalidad a través de la Procuraduría General de la República o de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, a la que por lo visto consideran una extensión del gabinete.
Será una prueba crucial para el gobierno calderonista. Lo puede mostrar como una derecha moderna de rayo láser o como un conciliábulo de cirios pascuales de la Edad Media. Así que han de pensar muy bien si deciden dejar las cosas como están o entrarle a una batalla donde los únicos argumentos son la cruz y la espada. Además, sentaría el riesgoso precedente de llevar a la Suprema Corte cualquier decisión legislativa de aquí en adelante. Pero el peligro mayor sería entrar en una dinámica de confrontación Calderón-Ebrard, gobierno federal contra DF, profundamente perjudicial para los capitalinos y para el resto de la nación. Ese capítulo ya lo padecimos, con todas sus consecuencias durante seis largos años.
Lo demás es lo de menos. Ya pueden seguir chillando, ladrando o rasgándose las vestiduras los hipócritas de golpes de pecho en la misa del domingo. Los criminales de entre semana que viven de explotar al prójimo. Los que justifican hasta la pederastia con tal de recibir una indulgencia. Los que rabian por no admitir que esta ha sido una espléndida victoria moral de la sociedad mexicana que ahora sabe que todo es posible.
P.D. A Gilberto Borja in memoriam.