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miércoles, 28 de febrero de 2007

INDICADOR POLITICO

Diario Libertad: Carlos Ramírez


PAN-Espino: ¿derecha socialdemócrata?

AL: del ALCA... rajo, al ALBA… surero

Como las ideologías han perdido sus referentes históricos, América Latina ha entrado en una zona de confrontación de ideas: entre el debate histórico socialismo-populismo contra el imperialismo norteamericano mercantilista y expoliador, la democracia cristiana se ha colado como la oferta de una posible tercera vía.

El presidente nacional del PAN, Manuel Espino, le puso el cascabel al gato: criticar abierta y ruidosamente al modelo dictatorial de Fidel Castro y a la propuesta populista-caudillista de Hugo Chávez. Y por primera vez en muchos años, la izquierda caribeña criticada ha padecido de una escasez de defensores.

En este contexto, Espino logró desperezar a la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) y la ha convertido en un pivote de la batalla de las ideas. La izquierda castrista había tenido el control ideológico de los debates, ante los temores de los críticos de ser llamados reaccionarios o “cachorros del imperialismo” o “gusanos” --según el pensamiento filosófico de Castro-- o de colocarlos en la línea de defensa de la derecha.

El activismo de Espino ha sido cuidadosamente planeado. Sus críticas al populismo de Chávez no han presentado la alternativa tradicional de la derecha. Al contrario, Espino ha logrado deslizar algunas propuestas del pensamiento social cristiano muy vinculadas a las metas sociales de la izquierda no marxista. En este contexto, Espino podría estar elaborando una propuesta demócrata-cristiana de tinte socialdemócrata.

En este contexto se deben localizar algunos de los tres frentes de la batalla de las ideas y de las propuestas latinoamericanas: las declaraciones de Espino contra Chávez, los discursos de Fox en contra del populismo regional y el papel del presidente Calderón en el contexto de la Cumbre de Davós en contra de las nacionalizaciones y el resurgimiento del Estado como respuesta ante la crisis.

El punto clave de la batalla de las ideas va a ser el desarrollo económico. Y ahí la opción Chávez depende del dinero petrolero que regala a las naciones. Su campaña al grito de “¡ALCA, ALCA, ALCA…rajo!” tiene ya su respuesta “¡ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), ALBA, Alba…surero!” Entre ambas debe nacer una opción de integración del desarrollo ajena a la dependencia de la ideología.

En la larga crisis del pensamiento ideológico mexicano, el contexto de la batalla por las ideas parece beneficiar al conservadurismo, sobre todo a raíz de los fracasos del populismo de Estado y del solidarismo priísta. Asimismo, ha contribuido la superficialidad de las propuestas políticas y económicas de López Obrador y el PRD y su inclinación al populismo utilitario y subsidiador. Esa izquierda no ha entendido el peso sicológico de la grave crisis 1982-1995 que aún domina los pánicos sociales del ciudadano.

En este amplio contexto se ubica la movilidad política de Manuel Espino como presidente del PAN y como dirigente de la democracia cristiana latinoamericana. Y se mueve de un escenario ideal para la batalla de las ideas: la reconstrucción del modelo socialista cubano en el grupo de Chávez, la consolidación de una izquierda democrática en Chile y Brasil, el autismo ideológico de la Casa Blanca y su descuido del clima político latinoamericano y la experiencia mexicana con la alternancia de un priísmo populista a un panismo administrador de los conflictos y un deterioro terminal del corporativismo del PRI.

Los calificativos contra Fox pueden ser variados y hasta bastante simpáticos en las caricaturas críticas. Pero el PRD y sus aliados han comenzado a preocuparse porque por primera vez en el escenario internacional existe una capacidad de respuesta de los sectores conservadores. La izquierda latinoamericana se había confiado en la falta de opciones ideológicas, lo que permitió la perversión de la ideología de Cuba y su transformación en un Estado autoritario y dictatorial.

Por tanto, el análisis de las actividades de Espino, Fox y Calderón debe salirse de las interpretaciones caricaturescas y ubicarse en el terreno de la conformación de una alternativa de pensamiento político, social y económico ajeno a los fascismos del pasado y a los imperialismos del presente. El éxito de la propuesta demócrata-cristiana tendrá que ver con resultados tangibles en materia de desarrollo social. Y ahí el PAN estaría regresando a la vertiente ideológica del pensamiento social de la iglesia que convocó a muchos jóvenes en los sesenta que hoy están en el PRD de López Obrador.

La izquierda se ha anquilosado. Su defensa ciega de Castro y Chávez le impide avanzar en la batalla de las ideas. Una relectura de José Revueltas podría redinamizar la propuesta de la izquierda socialista mexicana, pero todos aquellos militantes del antiguo Partido Comunista Mexicano se han vuelto periquitos de las frases callejeras de López Obrador. El desafío del PAN y los activismos de Espino, Fox y Calderón no radica en respuestas burlonas sino en la construcción de un nuevo pensamiento de izquierda socialista que supere definitivamente a Cuba y la URSS y que no se quede atrapada en la demagogia de Hugo Chávez.