UN NUEVO BUFON EN LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA
Por Eduardo Ibarra Aguirre
Como candidato presidencial, Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa se disfrazó de muchas cosas. Recuerdo su entrada a la capital de Querétaro como trailero. El oficio, como todos, es respetable.
Se comprende el afán clínico de los candidatos por agradar a los electores y en aras de ello hacer los desfiguros más hilarantes. Vicente Fox Quesada fue un paradigma, aunque seis años después renegara del excelente papel de bufón de las mayorías nacionales y eficiente empleado de la plutocracia mexicana, las 100 trasnacionales que hegemonizan la economía y los servicios de la aldea, y del vapuleado imperio del norte.
Lo que resulta difícilmente justificable es que 45 días después de la fugaz toma de posesión, el michoacano persista como presidente de la República en ejercer como método de gobernar la política de los disfraces.
Comprendo las circunstancias en que resultó presidente electo por un muy endeble y más discutible dictamen del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. También las debilidades políticas e institucionales que lo sellan desde el 2 de julio hasta el 1 de diciembre pasados.
Pero si ya le colocaron la banda presidencial, incluso desde dos minutos antes del primer viernes de diciembre en Los Pinos --en una ceremonia que Fox Quesada y Calderón Hinojosa se sacaron de la manga de manera completamente ilegal--, lo menos que podría esperarse es que ejerza la titularidad del Ejecutivo federal.
Por supuesto que lo hace, con todo y tercera parte de foxistas en el gabinete, amén de los leales a Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León , pero de manera extraordinariamente parcial. Estaba obsesionado en disfrazarse de general de generales con el quepí de las cinco estrellas y la chamarra verde olivo.
Todo para poner en movimiento un gran despliegue militar que se anuncia con bombo y platillo es en contra del narcotráfico y el crimen organizado. Sabemos cómo empezó el operativo, pero difícilmente cómo terminará. Sobre todo si regresarán a sus cuarteles sin que el alto mando adquiera mayor preeminencia sobre el poder civil.
Pese al extraordinario costo que está pagando en la opinión pública por disfrazarse de comandante supremo de las fuerzas armadas, cuando no tenía ninguna necesidad de hacerlo, pues constitucionalmente lo es, persiste en el método de gobernar de los disfraces, ahora como latinoamericanista, en Managua, en la toma de posesión de Daniel Ortega Saavedra como presidente de Nicaragua.
Después de los monumentales destrozos que Fox , Jorge Castañeda Gutman y Luis Ernesto Derbez Bautista causaron a la política exterior mexicana, para subordinarla a los proyectos geoestratégicos de George W. Bush , y que entre otras cosas condujeron a la pérdida del liderazgo que desempeñaba México en Latinoamérica, Calderón proclamó que “nuestra esencia y nuestro futuro está en América Latina”.
La retórica resultó tan convincente que fue presentado en el lugar 15 de los 19 invitados especiales, ubicado en las últimas filas de éstos, ignorado por la mayoría de los mandatarios, aunque logró tomarse la foto con Hugo Chávez Frías --el presidente venezolano a quien Calderón estigmatizó durante la campaña--, y las edecanes olvidaron entregarle la Medalla de la unidad latinoamericana: Nicaragua libre , hasta que el dominicano Leonel Antonio Fernández Reyna se los recordó.
Los pagos por el uso de disfraces como método predilecto de Calderón se cargan a las cuentas nacionales, políticas y morales.
Supongo que sería más sencillo que asumiera plenamente su condición de jefe de Estado.
O bien seguiremos, como establecen especialistas respecto al Seguro Popular y el Sistema Médico Universal anunciado por Calderón Hinojosa : en “un fraude montado sobre otro fraude”.