EXPORTAR MAÍZ TRANSGÉNICO NO CAMBIARA EL PANORAMA
promueve la siembra y el consumo forzado de maíz transgénico
Greenpeace
La propuesta del gobierno federal de aumentar las importaciones de maíz de Estados Unidos en 450 mil toneladas adicionales para paliar el aumento en el precio de la tortilla no resolverá las causas del incremento de precio del maíz, y en cambio incrementará las posibilidades de contaminación transgénica del maíz mexicano y nos forzará a consumir un maíz riesgoso y de mala calidad, alertó Greenpeace.
La organización ambientalista explicó que el aumento en el precio del maíz se debe a múltiples factores: el alza en la demanda del maíz en Estados Unidos para producir etanol; el control y especulación de precios que ejercen corporaciones tanto nacionales, como Maseca, como transnacionales, como Cargill y la National Corn Growers Asocciation, de Estados Unidos, entre otros; las inadecuadas políticas del gobierno mexicano que han generado una dependencia de nuestro país hacia las importaciones de alimentos; la desaparición de Conasupo, la falta de apoyo a los productores de maíz y la falta de precios de garantía, entre otros.
“Queremos advertir que aumentar la dependencia de México a las importaciones de maíz, base de nuestra alimentación, es la forma más segura de ceder nuestra seguridad y soberanía alimentarias y nuestra autonomía política y económica a Estados Unidos. Lo que el gobierno federal tiene que hacer frente al escandaloso aumento de precio del maíz es ir a las causas de fondo, es decir, fomentar y defender la producción nacional de maíz blanco, para asegurar que contemos con suficiente grano de alta calidad, no transgénico y a precios accesibles, además de crear oportunidades de empleo e ingresos en las zonas rurales. Asimismo, se debe evitar el control monopólico del grano, que ahora está en manos de empresas como Maseca, Cargill y los supermercados, cuyo fin es el lucro y no el bienestar popular”, dijo dijo Areli Carreón, de la campaña de transgénicos de Greenpeace.
Cabe señalar que en Estados Unidos sólo se cultivan cada año 2.5 millones de toneladas de maíz blanco que es el que los mexicanos consumimos. El resto de la producción de ese país, 285 millones de toneladas de grano al año, corresponden al maíz amarillo, el cual tiene más de 1,500 usos industriales entre los que destacan el forraje animal, la fabricación de derivados para la industria alimenticia, de plásticos y recientemente de etanol. Los productores de maíz estadounidenses llaman al maíz “cash crop”, pues su producción está altamente subsidiada por su gobierno y su venta está asegurada, por lo que prácticamente siembran dinero en efectivo.
Además de ser de un tipo de grano que en México se usa para alimentar animales y no para hacer tortillas, más de la mitad de todo el maíz norteamericano es transgénico. De acuerdo con cifras de la National Corn Growers Association de Estados Unidos (1) el 52 por ciento de toda su producción de maíz ha sido modificada genéticamente.
“Es preciso recordar que los estudios tomados como válidos en México para permitir el consumo humano de maíz transgénico han sido elaborados para el consumo de los estadounidenses, que es totalmente distinto al de los mexicanos: nuestros vecinos sólo comen maíz indirectamente (al consumir carne de animales alimentados con este grano) o con una alta industrialización (aceite, harinas y otros derivados). Los mexicanos, en cambio, comemos maíz directamente todos los días no sólo como tortillas sino preparado en más de 300 formas. Los efectos de mediano y largo plazo que puede haber en los consumidores por comer diariamente maíz transgénico son desconocidos y no hay ningún estudio en curso para valorarlos; por lo que los riesgos para la población no se pueden prever. Es inaceptable que el gobierno pretenda forzarnos a comer maíz transgénico, sin tomar esto en cuenta”, dijo Carreón.
Además de los riesgos económicos y como consumidores, hay que tener presente que estas importanciones incrementarán el riesgo de contaminación de las variedades mexicanas del maíz, grano del que nuestro país es el centro de origen y biodiversidad.
“Mientras las políticas públicas del gobierno federal no tengan como prioridad proteger la producción nacional de alimentos de calidad y precio accesible para la población, nuestro país será víctima de alzas, desestabilización y desabasto que ya estamos padeciendo y que benefician a particulares y extranjeros, o nos veremos forzados a consumir transgénicos que implican un gravísimo riesgo ambiental y riesgos desconocidos para los consumidores. Es urgente aplicar políticas públicas de agricultura sustentable y soberanía alimentaria que garanticen la producción limpia y suficiente de alimentos sanos para todos”, concluyó Carreón.