LOS ACHICHINCLES DEL ESPURIO TIRAN LA PIEDRA Y ESCONDEN LA MANO
Eduardo Ibarra Aguirre
Pese a que la dirección general de Radio, Televisión y Cinematografía es un órgano de la Secretaría de Gobernación, hasta ayer los subordinados de Francisco Javier Ramírez Acuña aducían ante los medios de comunicación ignorar quién emitió la circular a los radiodifusores prohibiéndoles transmitir el programa que por prerrogativas de ley tiene derecho el Partido de la Revolución Democrática, y que se denomina Toma de protesta del presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador. La duración es de cinco minutos.
Censores y cobardes resultaron los nuevos burócratas. Tiran la piedra y esconden la mano. Aprendieron muy bien el estilo del entonces gobernador jalisciense, quien hace dos años daba órdenes directas a sus mandos policiacos para que cubrieran la cuota de 100 detenidos a como diera lugar, mientras en público los presentaba, previas golpizas y torturas, como los más peligrosos alteradores de la paz pública.
Todo con tal de moverle el piso –Jaime Avilés dixit-- al entonces puntero Santiago Creel Miranda, enterrar las aspiraciones monárquicas de Martha María Sahagún Jiménez para suceder a su marido en la Presidencia de la República, y apuntalar, destapándolo, a Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa.
Sólo que Guadalajara no es el Distrito Federal, ni Jalisco la República completa, con todo respeto para mis amigos y lectores tapatíos y jaliscienses, como para que tengan éxito los métodos de Ramírez Acuña, quien lleva 38 días ejercitando desde el Palacio de Covián la mano más que dura, autoritaria, mientras que en público rehuye a los medios de comunicación. “Es una bestia peluda”, me dijo una destacada pedagoga.
Por ahora la reacción de la opinión pública y publicada deja mucho que desear. Acaso sea atribuible a Lupe Reyes, el puente acaso más largo de la aldea global. Ya veremos.
Mientras tanto, el abogado y economista que despacha desde Los Pinos persiste en trabajar rodeado de militares vestidos de colores clásicos y también camuflados. Como “El rehén”, documenta el número de Proceso que está en circulación.
El miedo no anda en burro. Pese a la enorme seguridad que da el ejercicio del poder del Estado, reducido como nunca pero poder al fin, y el costoso pero eficiente apoyo de los poderes fácticos.
Resulta desproporcionado, entonces, que apabullante como es la propaganda de Calderón Hinojosa, se censuren las muy limitadas posibilidades de expresión y divulgación institucionales con que cuenta el Frente Amplio Progresista y Andrés Manuel López Obrador.
Los censores aprovecharon para cometer la tropelía que los integrantes del Consejo General del Instituto Federal Electoral se encuentran de vacaciones. Igual lo hicieron Vicente Fox Quesada y Carlos María Abascal Carranza, en octubre pasado, cuando RTC advirtió al IFE sobre la “ilegalidad” del contenido de otro programa radiofónico de la coalición Por el Bien de Todos, en el que se denominaba “traidor a la patria” a Fox y se rechazaba “la usurpación del señor
Felipe Calderón como presidente de la República”. Sin embargo, el IFE estimó que se apegaba a la ley. Y se tuvo que transmitir en los tiempos oficiales.
Se puede divergir parcial o totalmente de los juicios y los contenidos de ambos programas radiofónicos. Pero es inaceptable desde cualquier punto de vista que el gobierno de Calderón, por medio de RTC y la Secretaría de Gobernación, pretenda regular a su conveniencia los derechos de los partidos políticos, y menos aún que decida lo que podemos y debemos escuchar los ciudadanos.
La verdad única de las derechas gobernantes y sus ideólogos no tiene futuro en un país tan diverso, plural, informado y demandante como el nuestro.