EL PROzac, MARTUCHA Y FeCAL

Fox y Marta: un lastre

Aunque el gobierno de Felipe Calderón, obviamente, no lo dice ni lo reconocerá en público, Vicente Fox y Marta Sahagún constituyen un severo lastre y una pesada carga para su administración.

A Calderón no sólo le toca poner las bases del cambio nacional —que debió pero no pudo hacer Fox—, sino fortalecer la presencia de su partido en el poder. El uso de los programas sociales federales para engrosar el padrón de simpatizantes panistas, como sucede ya en Veracruz, y la sustitución de priístas por delegados gubernamentales albiazules en todo el país son prueba clara de que Acción Nacional está haciendo lo necesario para mantenerse en el poder.

Frente a este escenario, Calderón enfrenta ya un desafío ineludible: ¿cómo convencer a la ciudadanía de que el PAN será un partido diferente en la Presidencia de la República, cuando al igual que los presidentes priístas tenderá a ocultar e ignorar los excesos de poder cometidos por la ex pareja presidencial?

Por si esa carga política no fuera en sí misma suficiente, el Presidente de México no cuenta—para enfrentar el reto— con la colaboración de la afamada y acaudalada pareja. La señora Marta le ha recomendado con toda seguridad a su esposo reclamar al gobierno y a su partido el lugar que le corresponde dentro del escenario político nacional e internacional, por ser el “autor de la democracia mexicana” y haberle abierto la puerta del poder al PAN.

A menos de dos meses de haber dejado la Presidencia y después del fallido intento de dar conferencias en otros países, Vicente Fox reaparece en escena para —como lo ha declarado el dirigente de Acción Nacional, Manuel Espino— promover su candidatura a la dirigencia de la Internacional de la Democracia Cristiana.

El proyecto llama sin duda la atención y parece responder más a la presión de la ex pareja presidencial que a una candidatura natural. Fox nunca le ha entendido a la política y menos al tema de las ideologías. Es difícil suponer que los demócrata-cristianos del mundo lo identifiquen como representante de esa corriente, cuando ni siquiera le interesó llevar a verdaderos panistas a su gabinete.

Pero el verdadero problema no es ese, sino que la pareja busca contar con el apoyo de Calderón para ocupar un lugar en el espacio político, lo suficientemente relevante, que la proteja de los escándalos que están por estallar y que involucran a la señora Sahagún y a sus hijos; a la señora Sahagún y a su fundación Vamos México; a la señora Sahagún y a algunos empresarios prestanombres; a la señora Sahagún y no se sabe cuántos negocios más.

La pareja comienza, entonces, a pasarle las facturas a Felipe Calderón. La presencia de la maestra Elba Esther Gordillo en varias partes del gobierno federal forma parte de esa facturación. Dos poderosas deudas que pueden terminar arruinando el gobierno de un joven presidente que tendrá que escoger entre pasar a la historia por sentar las bases de la modernización nacional o por encubrir los excesos de una pareja que abusó del poder.

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