INDICE POLITICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
IFE: LEY DE HILADOS Y TEJIDOS
DEPLORABLE Y PATÉTICA es, desde siempre, la actuación de los integrantes del Consejo General del IFE, encabezados por el pusilánime Luis Carlos Ugalde quien, como cualquier mediocre que no se respeta ni a sí mismo, busca culpables en su área de comunicación, sin aceptar la responsabilidad que fueron su torpeza o complicidad las que contribuyeron a generar el problema político que México vive desde la noche del último 2 de julio.
Y es que invariablemente, Ugalde se autoexculpa atribuyendo a "un problema de comunicación" todas las fallas, errores e incapacidades que los mexicanos observamos, "en vivo y a todo color" la primera semana de julio, y que se prolongaron todo agosto, hasta que en septiembre el Tribunal Electoral emitió su inatacable fallo.
Y no es que no haya habido "problemas de comunicación". Los hubo. Y enumerarlos llevaría la edición casi completa de este diario. Pero apuntar exclusivamente a ellos como causales de la peor de las situaciones que vive el quinceañero Instituto es, de plano, irresponsable.
Y en la irresponsabilidad, Ugalde decidió poner en vigor el artículo único de la Ley de Hilados y Tejidos, que a la letra dice: "El hilo se rompe por lo más delgado". Y echa del IFE a su boletinero. Lo despide. Lo corre. Como Trump autóctono le grita: "You’re fired!"
¿Con eso se acaba el problema de credibilidad que sufre la institución electoral? No. Claro que no.
El del IFE no es un problema de comunicados de prensa, sino del contenido hueco de los mismos. ¿Qué informar? ¿Qué virtudes de Ugalde y sus muchachos a destacar? ¿Qué frases subrayar para restañar el perdido prestigio del oneroso elefante blanco en que han convertido estos jóvenes ilustrados a la institución?
Cayeron, por tal, en terreno fértil los planteamientos expuestos por la fracción priísta en el Senado, liderada por el sonorense Manlio Fabio Beltrones, a la que luego se sumaría la del Partido de la Revolución Democrática, encabezada por el guanajuatense Carlos Navarrete: Hay que cambiar el Consejo General del IFE. Hay que despedir a los actuales consejeros. Ya no nos sirven ni para llevar un recado.
La crisis del IFE ya es crónica, y está a punto de entrar a su etapa aguda, ahora que desde el 15 de febrero sean despedidos una buena cantidad de trabajadores de base, cual lo denuncia el sindicato de la institución.
Un sindicato que, por cierto, la institución "democrática" se niega a reconocer. Pero que existe.
Luis Carlos Ugalde, y con él el resto de los conejeros electorales, parecieran desconocer ya no la moral ni la decencia, sino la ética.
Cobran estipendios millonarios anualmente que no devengan.
Si la población del país está dividida, polarizada, es en buena parte responsabilidad de los titubeos del IFE, de su descarada parcialidad, de sus "problemas de comunicación", de lo zafio que son sus consejeros electorales.
Enhorabuena su relevo. Ojala no tarde. O no sea demasiado tarde.
DEPLORABLE Y PATÉTICA es, desde siempre, la actuación de los integrantes del Consejo General del IFE, encabezados por el pusilánime Luis Carlos Ugalde quien, como cualquier mediocre que no se respeta ni a sí mismo, busca culpables en su área de comunicación, sin aceptar la responsabilidad que fueron su torpeza o complicidad las que contribuyeron a generar el problema político que México vive desde la noche del último 2 de julio.
Y es que invariablemente, Ugalde se autoexculpa atribuyendo a "un problema de comunicación" todas las fallas, errores e incapacidades que los mexicanos observamos, "en vivo y a todo color" la primera semana de julio, y que se prolongaron todo agosto, hasta que en septiembre el Tribunal Electoral emitió su inatacable fallo.
Y no es que no haya habido "problemas de comunicación". Los hubo. Y enumerarlos llevaría la edición casi completa de este diario. Pero apuntar exclusivamente a ellos como causales de la peor de las situaciones que vive el quinceañero Instituto es, de plano, irresponsable.
Y en la irresponsabilidad, Ugalde decidió poner en vigor el artículo único de la Ley de Hilados y Tejidos, que a la letra dice: "El hilo se rompe por lo más delgado". Y echa del IFE a su boletinero. Lo despide. Lo corre. Como Trump autóctono le grita: "You’re fired!"
¿Con eso se acaba el problema de credibilidad que sufre la institución electoral? No. Claro que no.
El del IFE no es un problema de comunicados de prensa, sino del contenido hueco de los mismos. ¿Qué informar? ¿Qué virtudes de Ugalde y sus muchachos a destacar? ¿Qué frases subrayar para restañar el perdido prestigio del oneroso elefante blanco en que han convertido estos jóvenes ilustrados a la institución?
Cayeron, por tal, en terreno fértil los planteamientos expuestos por la fracción priísta en el Senado, liderada por el sonorense Manlio Fabio Beltrones, a la que luego se sumaría la del Partido de la Revolución Democrática, encabezada por el guanajuatense Carlos Navarrete: Hay que cambiar el Consejo General del IFE. Hay que despedir a los actuales consejeros. Ya no nos sirven ni para llevar un recado.
La crisis del IFE ya es crónica, y está a punto de entrar a su etapa aguda, ahora que desde el 15 de febrero sean despedidos una buena cantidad de trabajadores de base, cual lo denuncia el sindicato de la institución.
Un sindicato que, por cierto, la institución "democrática" se niega a reconocer. Pero que existe.
Luis Carlos Ugalde, y con él el resto de los conejeros electorales, parecieran desconocer ya no la moral ni la decencia, sino la ética.
Cobran estipendios millonarios anualmente que no devengan.
Si la población del país está dividida, polarizada, es en buena parte responsabilidad de los titubeos del IFE, de su descarada parcialidad, de sus "problemas de comunicación", de lo zafio que son sus consejeros electorales.
Enhorabuena su relevo. Ojala no tarde. O no sea demasiado tarde.