RADIO UNIVERSIDAD DE OAXACA
UNA GRAN BATALLA
GANADA
emeequis / María Cortina / ENVIADA
Oaxaca, Oax.– Llevan al menos cinco días seguidos sin dormir. Varios más sin salir a la calle, sin bañarse, sin besar a su pareja, sin ir a sus casas. Se mantienen a la espera del anunciado ingreso de la Policía Federal Preventiva a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Pero no se percibe miedo y apenas asoma el cansancio.
De las miradas asoma, más que cualquier otra cosa, incertidumbre, rabia, tensión. Una especie de máscara de piedra encajada en los rostros de los jóvenes que informan nueve, doce, catorce horas al día lo que ocurre en las calles, plazas y pueblos de Oaxaca.
Sin conocer mayormente cómo funciona una radio, sin que muchos de ellos hayan entrado antes a una cabina, sin saber apenas de controles técnicos, de cortes musicales, un puñado de jóvenes oaxaqueños ha conseguido mantener al aire a la Radio Universidad de Oaxaca durante casi cinco meses. Y a golpe de palabras han impedido que saquen la señal del aire.
Pero no lo hacen solos. Cuentan con el apoyo de decenas de mujeres: amas de casa, vendedoras ambulantes, tejedoras y cocineras, abundan las cocineras. Se apostaron alrededor de las instalaciones de la radio, dentro del campus universitario, con sus cacerolas, sus comales, sus cazuelas, sus cucharas y cucharones de palo. Todos los días le dan de comer al equipo de la emisora. Y al grupo que da seguridad a la radio. Tan jóvenes como el resto, los encargados de impedir el desalojo de la universidad se distinguen por tener la mitad de la cara cubierta.
Afuera del estudio también hay dos o tres adultos que ni cocinan ni diseñan estrategias de defensa. Una de ellos es una médico, la doctora Berta, le dicen. Profesora de la Facultad de Medicina, está convencida de la autenticidad de las demandas de la APPO. Conoce a la perfección cada uno de los casos de los maestros y simpatizantes de los opositores que han desaparecido en los últimos meses. Sabe tanto de medicina y primeros auxilios como de derechos humanos.
Por ello instaló un puesto de salud a unos metros de la radioemisora. Y se apropió de la ambulancia destinada a la Universidad. En cuanto llega información al estudio de radio sobre algún ataque a una barricada, o un hecho de violencia en cualquier barrio, se trepa al vehículo con un joven que conduce y dos más que hacen las veces de enfermeros. A estas alturas ya perdió la cuenta de las salidas que ha tenido.