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lunes, 13 de diciembre de 2010

Los enredos de Amalia

ContactoDF.com

“No es el color del partido, es la honestidad… idiota”
Emilzan


Amalia Dolores García Medina nació un 6 de octubre de 1951 en la ciudad de Zacatecas. Creció en cuna de oro. Amalia es hija de Francisco Espartaco García Estrada, gobernador priista de Zacatecas a mediados del siglo pasado y embajador de México en distintos países. Lo curioso es que a la hija del gobernador desde muy joven le dio por el socialismo y comenzó a militar en el Partido Comunista Mexicano. Amalia conocería entonces, entre algodones tricolores, los veleidosos caminos de la izquierda, desde el PC hasta el PRD.

Comenzó a destacar cuando, siendo legisladora y presidenta de la Comisión de Seguridad Pública de la entonces Asamblea de Representantes, en 1994, denunció la existencia de La Hermandad, un grupo de comandantes y policías del DF que protegen y dan cobijo a la delincuencia organizada en la capital del país y, además, supervisan los cochupos que se cometen en la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México. En aquel entonces, García Medina se distinguía por su arrojo y su valentía.

Ya en 1999, arropada por las corrientes contrarias a Los Chuchos, decide pelear la dirigencia nacional de su partido. La elección tuvo que celebrarse en dos ocasiones, debido a las múltiples y serias irregularidades que se registraron durante el proceso. Su contrincante era Jesús Ortega. Al final, Amalia se impuso.

En 1953, durante el mandato de Adolfo Ruiz Cortines, la mujer pudo sufragar. Desde entonces, el camino de las mujeres en la política ha sido harto tortuoso y difícil. Sólo hasta que la maestra Griselda Álvarez se convirtió en gobernadora de Colima, durante el gobierno de José López Portillo, las estrechas veredas de la política comenzaron a ensancharse para las mujeres.

En el seno de la tradicional familia mexicana, la mujer ha sido sostén y fuerza. Desde los romances españoles hasta las canciones de Agustín Lara sobresalen las virtudes: la humildad, el respeto, la tolerancia, pero también la entrega y la fortaleza.

Hoy en día, son comunes las historias de mujeres que han roto el estereotipo de sumisión y encabezan empresas, gobiernos, hogares, pero también hay quienes están al frente de organizaciones delictivas de menor y mayor calado y que, en el secuestro y el narcotráfico, han encontrado su modus vivendi.

El contexto y la coyuntura es otro. La mujer no está exenta del exceso, del oportunismo y de la debilidad por lo material. Es un asunto humano, no de género. Diría Soledad Loaeza: “Tan concupiscentes los priistas como los panistas” y añadiría, a los y las perredistas.

Desde 1999, siendo dirigente nacional del PRD, hasta 2004, cuando ganó la gubernatura de su entidad, en Amalia García obró un enorme cambio. La transformación fue de forma y de fondo, al parecer. Cambiaron los rústicos atuendos por los trajes ejecutivos de marca, los peinados a la desgreñe fueron sustituidos por los cortes fashion. En 1994, denunciaba la corrupción y la impunidad; hoy, Amalia está en el centro de las acusaciones a su paso por el estado de Zacatecas.

El gobierno del monrealista Miguel Alonso Reyes la acusa de que su administración le ha heredado adeudos que ascienden a 2 mil 200 millones de pesos y la mayoría, asegura, son injustificables.

En su respuesta, Amalia García ha responsabilizado a Alonso Reyes de su seguridad y lo acusa de hacer juicios sumarios en su contra. Ha dicho: “En este caso es claro que se ha actuado haciendo juicios sumarios y acusando en medios de comunicación; es decir, ha sido una decisión mediática, tal vez, porque eso es lo que uno puede suponer, para distraer la atención, porque ha crecido, y lo lamento y me duele, el clima de inseguridad en el estado de Zacatecas, ante este clima se genera una cortina de humo”.

En 2007, la gobernadora Amalia García se distanció de Ricardo Monreal, ahora senador por el Partido del Trabajo, por haber apoyado a familiares, ex colaboradores y amigos a conseguir candidaturas por otros partidos que no fueron favorecidos en el proceso de selección interna del PRD, pero las críticas en Zacatecas son contundentes: el gobierno de Amalia se caracterizó por la corrupción y el nepotismo.

Amalia ha negado las acusaciones que se le han hecho de nepotismo, y ha señalado que muchos de sus familiares incrustados durante su gobierno iniciaron sus carreras políticas antes de que ella asumiera el cargo, pero la relevancia de sus familiares había sido menor hasta que ella llegó al poder.

El árbol genealógico del socialismo familiar creció. Más de 20 años tomaron a Amalia forjarse una imagen de mujer de izquierda frontal, que combatía las injusticias. En seis años, la transformación paró en regresión. Volvió a la cuna de oro, ahora arropada en la izquierda.

¿Qué diferencia existe entre Amalia García y Martha Sahagún? Pues parece que ninguna. Martha Sahagún no escondía sus intenciones. Amalia bien navegó con bandera de izquierdista.

Y, por supuesto, aquí no se vale distraer al enemigo. La monserga de sus aspiraciones al Gobierno del Distrito Federal es una vacilada. Lo de la venganza política puede ser. Pero, que no salga doña Amalia con el rollo de la equidad de género. El discurso de que por ser mujer la están atacando es un distractor. No va por ahí.

La corrupción vestida de mujer sigue siendo corrupción. Los malos manejos vestidos de Sor Juana siguen siendo malos manejos. La deshonestidad vestida de Cenicienta sigue siendo deshonestidad. Aunque el nepotismo se vista de seda, nepotismo se queda.

Que las acusaciones provengan del equipo de Ricardo Monreal incluyen el beneficio de la duda. Si Amalia tiene algo que aclarar, que lo aclare, pero si su concupiscencia la llevó a saquear las arcas zacatecanas, que regrese lo que se ha llevado.

La impunidad se ha convertido en norma en este país, no importa el color de la que provenga. Impunidad y corrupción no están regresando a la caverna.

Por ser mujer, las cosas no cambian. Ante la ley, todos somos iguales y dice el Cardenal Sandoval que ante los ojos de dios también. El rollo de que por ser mujer me atacan, no vale. Rosario Robles, por cierto, lo usó como pretexto para desviar la atención de las irregularidades de su Gobierno en el Distrito Federal.

Ser falible es una condición humana, pero no es excusa ni pretexto para allanar los caminos de la honestidad.