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miércoles, 23 de septiembre de 2009

Calderón, el más débil desde Madero: José

José Fernández Santillán

A los mexicanos nos da miedo acabar con el viejo presidencialismo por lo que el país tiene hoy al Presidente de la República más débil desde los tiempos de Francisco I. Madero, señala en entrevista con Siempre! el doctor en ciencia política José Fernández Santillán.

Esta circunstancia pone al país, advierte, en el riesgo de tener un gobierno bloqueado por su falta de fuerza para negociar con el Congreso.

El también director del Centro de Estudios en Humanidades del Tecnológico de Monterrey e investigador en la Universidad de Harvard reconoce, por otro lado, que el futurismo le está haciendo un gran daño a la nación, toda vez que los funcionarios están más concentrados en la sucesión presidencial que en resolver los graves problemas del país.

Antes, explicó, a la mitad del sexenio, los mandatarios estaban en el apogeo de su poder. Hoy es al revés. Por eso todos se mueven para que la sociedad los vea.

Fernández Santillán asegura que es muy pronto para decir que Enrique Peña Nieto será el próximo Presidente de la República y que el verdadero operador del futuro gobierno será Manlio Fabio Beltrones.

Recuérdese, acota, que Andrés López Obrador se jactaba hace seis años de la ventaja de 20 puntos que le llevaba a su más cercano perseguidor y de que, por diversas circunstancias, finalmente perdió la elección presidencial del 2006.

Los vacíos se llenan de futurismo

Ya que se reunieron el presidente Felipe Calderón y el coordinador de los diputados del PRI, Francisco Rojas Gutiérrez, éste dice que los priístas quieren regresar a Palacio Nacional en el 2012

Ellos no van a cogobernar (los priístas) con Calderón porque no pueden avalar un gobierno que va en picada. Eso por un lado, por el otro, tampoco quieren recibir un país en ruinas. Y si hoy hiciéramos las elecciones, ganaría Enrique Peña. Pero hacer ya tan pronto previsiones triunfalistas me parece un peligro, porque hace seis años en esas andaba Andrés Manuel López Obrador. Se jactaba de llevarle 20 puntos a su más cercano perseguidor y en los resultados fue un descalabro en el 2006, por distintas razones.

Entonces, que Peña Nieto vaya a la cabeza de la carrera por la Presidencia de la República no asegura en absoluto que él va a ser el que finalmente se lleve el premio mayor, la Presidencia de la República.

El futurismo se ocupa cada vez más de los espacios políticos y por ello se están descuidando las labores elementales de todo gobierno.

En el viejo sistema presidencialista, el presidente dejaba sentir su poder a mitad del sexenio, porque lo tenía todo bajo control y porque quien se adelantaba era prácticamente fulminado. Por eso aquella famosa frase de don Fidel Velázquez de que “el que se mueve, sale borrado”. Hoy parece que es al contrario, hay que moverse, si no, no lo van a ver a uno.

Pero esto también significa una debilidad presidencial, porque ante el vacío de poder que indudablemente rodea a Calderón, todo espacio que se vacía se tiende a llenar y se está llenando precisamente de futurismo, pero eso no le hace bien al país porque tenemos temas urgentes, impostergables, que encarar: crisis económica, narcotráfico, caída de las reservas y precios petroleros, cambiar de forma de gobierno; relacionarse de una nueva manera con el Congreso, ya que perdió él y su partido. En fin, hay prioridades y se están llenando con este vacío que a nadie beneficia.


¿Será Calderón el presidente más débil de los últimos 30 o 40 años?

Es el presidente más débil desde la época de Madero, es decir, desde que mataron a Madero hay un vacío y, finalmente, se vino lo peor de la Revolución que fue primero sacar a los porfirianos del poder en 1914 y después la lucha más cruenta, la lucha de facciones. Desde ese momento —y no estoy exagerando— no habíamos tenido un presidente tan débil, tan despistado, tan falto de orientación y de iniciativa, y eso sí que nos debe preocupar.

El PRI hizo política y el PAN spots

¿Qué tan probable sería que el PRI pretenda tener una figura decorativa en la Presidencia, con Peña Nieto, y una figura que gobierne, con Beltrones en Gobernación o como jefe de gabinete?

Se ha planteado dentro de los amarres del PRI esa posibilidad. Mucha gente se pregunta por qué ganó el PRI y por qué perdió el PAN. Ganó el PRI porque hizo política, mientras que los panistas hicieron spots. La política virtual no está dando los resultados apetecidos y los priístas lo que hicieron fue política y, antes que todo, restañar el tejido interno del propio partido, que había quedado muy lacerado después de la terrible y muy negativa presencia de Roberto Madrazo. Ahora, la cuestión es que se mantengan los amarres. Puede ser una de esas y que Manlio sea el jefe del gabinete, que sea el secretario de Gobernación.

El problema es que a la Secretaría de Gobernación —que por cierto él [Beltrones]conoce bien— le quitaron los dientes por decirlo así. Y otra de las secretarías que yo creo que sí se debería mover, o remodelar, es la de Seguridad Pública. Porque eso fue lo que le quitaron a la de Gobernación. Yo estaría lejos de decir que vuelva a ser represiva la de Gobernación, como lo fue en las décadas de Díaz Ordaz o de Echeverría. Pero una Secretaría de Gobernación sin dientes no asusta a nadie. Y yo creo que es hora de que las fuerzas públicas estén bajo la orden de un civil y no de un militar o de una persona como Genaro García Luna, que tiene otro perfil.

También allí está de por medio la cuestión del cambio de régimen político. Ya, para todos los efectos, estamos en un sistema muy parecido al parlamentario, pero no le hemos dado la cobertura ni legal ni institucional. Nos da miedo sepultar el viejo presidencialismo. No somos capaces de aceptar lo que ya es una realidad: la pluralidad política y social en nuestro país.

Un ejemplo: si hubiésemos estado en un sistema parlamentario, hoy el presidente habría tenido que pedirle a todos sus secretarios la renuncia y se hubiera formado un gabinete de acuerdo a la nueva mayoría que hay en el Congreso. Y entonces el Congreso nombra a un presidente de gobierno, como en España o Inglaterra, y el presidente Calderón hubiera quedado como una figura que todos deseáramos que ocupara, como jefe de Estado, más allá de los avatares de los partidos y de los vaivenes en el Congreso y en el gobierno. Eso nos lo daría el régimen parlamentario: estabilidad, continuidad y gobernabilidad.

Y ahora lo que tenemos es un gobierno dividido que puede ser y está cargado de buenas intenciones que van a acordar entre el Congreso y el Presidente. Pero podemos caer en una cuestión muy peligrosa que es el gobierno bloqueado: que el presidente diga “por aquí me voy” y el Congreso dice “pues yo me voy por el otro lado”.

El país quedaría navegando en círculos, ¿no?

Como aleta al revés que está debajo de la embarcación, dando vueltas en círculos y eso es caer en una mayor ingobernabilidad. Ya de por sí el país está de cabeza y estamos viendo cómo se está deteriorando muy rápido; la gente está perdiendo la paciencia y la fecha del 2010 puede ser emblemática porque dicen que los mexicanos nos enojamos cada cien años. Primero fue en 1810, luego en 1910 y ya viene el 2010 en que nos puede tocar a menos que hagamos nuestra tarea.