legitimidad .. El fantasma que recorre Los Pinos
Alvaro Cepeda Neri
Legalidad y legitimidad son factores comunes e indispensables en los procesos electorales, pues una vez más y ya no desde la oposición de centro-izquierda, dos estudiantes, Andrés Leonardo Gómez Emilsson y Mario Jiménez Santiago, cara a cara, le soltaron a Calderón: “¡Espurio!”, y “¡No hay libertad en este país!”.
El resultado en las urnas, con el ife (así con minúsculas) de Ugalde y su camarilla de consejeros y la negativa a volver a contar “voto por voto, casilla por casilla”, generó en más de 14 millones de electores, el necesario consenso implícito en toda legitimidad.
Al carecer de ésta, se “dice funcionario espurio a quien es elegido de manera fraudulenta, amañada” (Rafael Garzaro: Diccionario de política), el Trife y la Corte, por omisión, le otorgaron legalidad a la pírrica victoria del PAN-Calderón, en un contexto de ilegitimidad, cuyas consecuencias aparecen como un fantasma que recorre la casa y oficina de Los Pinos, donde su inquilino vive y despacha muy agobiado por el hervidero de problemas que se acumulan.
Sin legitimidad y sin saber cómo ganársela ejerciendo un buen gobierno republicano, Calderón ha ido de ineficacia en ineficacia, dando palos de ciego en el manejo de las políticas públicas económicas, administrativas y sociales. Y todo por su notoria incapacidad para maniobrar un viraje deshaciéndose de sus amigos, compromisos y complicidades.
Calderón no ha podido remontar su ilegitimidad, mientras y su legalidad se desgasta tras dos años sin resultados. Sus aliados le han dado la espalda por el estancamiento económico y lo que llega del desastre financiero estadounidense, más el saldo negativo del combate a la inseguridad que ensangrenta al país con macabra barbarie.
Lo de espurio y no hay libertad que le gritaron en su cara, es lo de menos si tomamos en cuenta el creciente desempleo, el aumento de la pobreza, la explosiva corrupción, la narcopolítica y el que ninguno de sus secretarios del despacho cumple con sus obligaciones (Mouriño se la pasa en cenas, fiestas y más azulado con el futbol), mientras la nación está a punto de estallar por ingobernabilidad, causada porque no hay atinada dirección de la nave estatal.
Legalidad y legitimidad son factores comunes e indispensables en los procesos electorales, pues una vez más y ya no desde la oposición de centro-izquierda, dos estudiantes, Andrés Leonardo Gómez Emilsson y Mario Jiménez Santiago, cara a cara, le soltaron a Calderón: “¡Espurio!”, y “¡No hay libertad en este país!”.
El resultado en las urnas, con el ife (así con minúsculas) de Ugalde y su camarilla de consejeros y la negativa a volver a contar “voto por voto, casilla por casilla”, generó en más de 14 millones de electores, el necesario consenso implícito en toda legitimidad.
Al carecer de ésta, se “dice funcionario espurio a quien es elegido de manera fraudulenta, amañada” (Rafael Garzaro: Diccionario de política), el Trife y la Corte, por omisión, le otorgaron legalidad a la pírrica victoria del PAN-Calderón, en un contexto de ilegitimidad, cuyas consecuencias aparecen como un fantasma que recorre la casa y oficina de Los Pinos, donde su inquilino vive y despacha muy agobiado por el hervidero de problemas que se acumulan.
Sin legitimidad y sin saber cómo ganársela ejerciendo un buen gobierno republicano, Calderón ha ido de ineficacia en ineficacia, dando palos de ciego en el manejo de las políticas públicas económicas, administrativas y sociales. Y todo por su notoria incapacidad para maniobrar un viraje deshaciéndose de sus amigos, compromisos y complicidades.
Calderón no ha podido remontar su ilegitimidad, mientras y su legalidad se desgasta tras dos años sin resultados. Sus aliados le han dado la espalda por el estancamiento económico y lo que llega del desastre financiero estadounidense, más el saldo negativo del combate a la inseguridad que ensangrenta al país con macabra barbarie.
Lo de espurio y no hay libertad que le gritaron en su cara, es lo de menos si tomamos en cuenta el creciente desempleo, el aumento de la pobreza, la explosiva corrupción, la narcopolítica y el que ninguno de sus secretarios del despacho cumple con sus obligaciones (Mouriño se la pasa en cenas, fiestas y más azulado con el futbol), mientras la nación está a punto de estallar por ingobernabilidad, causada porque no hay atinada dirección de la nave estatal.