Otra Caída: Ahora, La Administración
Francisco Rodríguez
EN MENOS DE dos años, el señor Felipe Calderón ha pasado de recibir las dulces caricias de la popularidad a los bofetones del menosprecio público. Afecto a las encuestas, en las conocidas recientemente se refleja ahora mismo la caída de su Administración en la aceptación de quienes votaron por él en el 2006. Principalmente, sí –hay que subrayarlo--, la reputación de su gestión ha caído entre quienes fueron sus electores.
Más allá de los impersonales números, tal se observó palmariamente con la presencia física de millares de mexicanos que en muchas ciudades de la República salieron a las calles el sábado anterior a demandar de Calderón, de los gobernadores y de los alcaldes el cumplimiento estricto del principal papel del Estado –por si fuera poco: el que le da sustento político-jurídico— que es el de la seguridad ciudadana.
Clases medias afectadas en su integridad física y en su patrimonio por la crisis económica cada vez más ingobernable fueron el principal ingrediente del movimiento "Iluminemos México" con el que los sectores más conservadores del país –y los poderes fácticos que de ellos se nutren— mostraron su desacuerdo con el mandato del panista michoacano.
Calderón, de acuerdo con una encuesta del diario Reforma –cuyo nicho de lectores se ubica justo en los marchantes--, enfrenta actualmente una "reducida" credibilidad: El 44% de los mexicanos dice creerle mucho o algo al mandatario, comparado con el 54% que se registró hace un año, de acuerdo a la encuesta, que además registró una baja en la calificación favorable sobre seguridad pública, al pasar de 44% en diciembre de 2007, a 34% a finales de agosto de 2008.
No le va mejor al señor Calderón en el ejercicio demoscópico trimestral de Consulta-Mitofsky, patrocinado por la ultraconservadora Televisa: "Al llegar al fin del 7mo (sic) trimestre de los 24 de los que consta su período de gobierno, el Presidente Calderón logra el 59 por ciento de aprobación ciudadana por segundo mes consecutivo. Este valor, si bien no es su aprobación más baja, sí lo mantiene abajo del 66 por ciento que lograba un año antes y del 60% del que no bajó durante todo el primer semestre de 2008", apunta la empresa que dirige Roy Campos.
Otro medio conservadurista, Milenio, publicó hace ya algunos días el trabajo de su encuestadora María de las Heras. Ella pidió a sus entrevistados su opinión sobre si hoy estaban mejor que antes de que el señor Calderón tomara posesión. Los resultados, dice, "no son muy alentadores. Aunque sólo 37% de los entrevistados esperaba que económicamente el país mejorara con el gobierno de Felipe Calderón, hoy sólo un 11% percibe que así ha sido, y si nos remitimos a la situación económica personal de los entrevistados los números no son mucho mejores: del 46% que al principio esperaba mejorar económicamente, sólo un 14% lo ha conseguido mientras que el 48% dice que su situación personal está peor ahora que antes."
La calificación de los gobiernos, está claro, se mide en los bolsillos.
La caída de esta Administración, entre quienes la votaron, es estrepitosa. Porque un cinco de calificación, en mi época –cuando los dinosaurios perseguían a Ursula Andrews--, es reprobatoria. Aún ahora.
EN MENOS DE dos años, el señor Felipe Calderón ha pasado de recibir las dulces caricias de la popularidad a los bofetones del menosprecio público. Afecto a las encuestas, en las conocidas recientemente se refleja ahora mismo la caída de su Administración en la aceptación de quienes votaron por él en el 2006. Principalmente, sí –hay que subrayarlo--, la reputación de su gestión ha caído entre quienes fueron sus electores.
Más allá de los impersonales números, tal se observó palmariamente con la presencia física de millares de mexicanos que en muchas ciudades de la República salieron a las calles el sábado anterior a demandar de Calderón, de los gobernadores y de los alcaldes el cumplimiento estricto del principal papel del Estado –por si fuera poco: el que le da sustento político-jurídico— que es el de la seguridad ciudadana.
Clases medias afectadas en su integridad física y en su patrimonio por la crisis económica cada vez más ingobernable fueron el principal ingrediente del movimiento "Iluminemos México" con el que los sectores más conservadores del país –y los poderes fácticos que de ellos se nutren— mostraron su desacuerdo con el mandato del panista michoacano.
Calderón, de acuerdo con una encuesta del diario Reforma –cuyo nicho de lectores se ubica justo en los marchantes--, enfrenta actualmente una "reducida" credibilidad: El 44% de los mexicanos dice creerle mucho o algo al mandatario, comparado con el 54% que se registró hace un año, de acuerdo a la encuesta, que además registró una baja en la calificación favorable sobre seguridad pública, al pasar de 44% en diciembre de 2007, a 34% a finales de agosto de 2008.
No le va mejor al señor Calderón en el ejercicio demoscópico trimestral de Consulta-Mitofsky, patrocinado por la ultraconservadora Televisa: "Al llegar al fin del 7mo (sic) trimestre de los 24 de los que consta su período de gobierno, el Presidente Calderón logra el 59 por ciento de aprobación ciudadana por segundo mes consecutivo. Este valor, si bien no es su aprobación más baja, sí lo mantiene abajo del 66 por ciento que lograba un año antes y del 60% del que no bajó durante todo el primer semestre de 2008", apunta la empresa que dirige Roy Campos.
Otro medio conservadurista, Milenio, publicó hace ya algunos días el trabajo de su encuestadora María de las Heras. Ella pidió a sus entrevistados su opinión sobre si hoy estaban mejor que antes de que el señor Calderón tomara posesión. Los resultados, dice, "no son muy alentadores. Aunque sólo 37% de los entrevistados esperaba que económicamente el país mejorara con el gobierno de Felipe Calderón, hoy sólo un 11% percibe que así ha sido, y si nos remitimos a la situación económica personal de los entrevistados los números no son mucho mejores: del 46% que al principio esperaba mejorar económicamente, sólo un 14% lo ha conseguido mientras que el 48% dice que su situación personal está peor ahora que antes."
La calificación de los gobiernos, está claro, se mide en los bolsillos.
La caída de esta Administración, entre quienes la votaron, es estrepitosa. Porque un cinco de calificación, en mi época –cuando los dinosaurios perseguían a Ursula Andrews--, es reprobatoria. Aún ahora.