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jueves, 4 de septiembre de 2008

Los Amigos de Calderón

Revista Proceso

MÉXICO, DF, 3 de septiembre (apro).- La incapacidad de gobernar de Felipe Calderón se ha hecho evidente en su segundo informe, pero también la urgencia de cambios en su gabinete, pues el amiguismo ha sustituido al compadrazgo priista, aunque con la agravante del fracaso.

Desde que arrancó su gobierno y se conformó su gabinete legal y ampliado, en toda la estructura oficial se hizo patente la llegada de los amigos de Calderón, sin importar que éstos tuvieran experiencia para desempeñar las funciones en sus respectivas áreas, como fue el caso del exsecretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, que tomó el puesto sólo por haber lanzado la candidatura presidencial de Calderón antes que cualquier otro panista.

El relevo del exgobernador jalisciense por Juan Camilo Mouriño confirmó el estilo de gobernar de Felipe Calderón, es decir, apoyarse en sus amigos más cercanos antes que en personajes capaces de resolver los distintos retos a los que se enfrenta el país.

Las lealtades de los amigos no son la mejor fórmula para gobernar; al contrario, ello revela la inseguridad con la que Calderón arribó a la silla presidencial, pues apunta a que prefiere la incondicionalidad o el comentario gratuito, al análisis crítico del que sabe en qué situación nos encontramos y que evita anticipar falsas salidas.

Además de Mouriño, el gobierno calderonista colocó a sus amigos en puestos clave, a los que arribaron sin ninguna experiencia o sin el conocimiento necesario. Uno de ellos es Jordi Herrera, quien fue colocado al frente de la Subsecretaría de Planeación Energética y Desarrollo Tecnológico de la Secretaría de Energía sin tener ninguna base para este puesto.

Jordi Herrera apenas rebasa los 30 años y su gran logro fue haber sido secretario particular y amigo de Calderón en su efímero paso por la Secretaría de Energía y en Banobras.

En la campaña del 2006 fue el coordinador de las redes de Calderón. Antes que por sus capacidades, se le reconoce su gran cercanía con Felipe Calderón, con quien compartía la vida bohemia.

Javier Lozano es otro caso. Cuando estaba en el PRI nunca brilló y, cuando Francisco Labastida Ochoa perdió y en la dirigencia nacional priista hubo cambios, se enquistó en la secretaria de prensa del partido, donde su único rasgo fue la prepotencia y la incapacidad para relacionarse con los medios. También fue subsecretario de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación con Diódoro Carrasco y presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones; fungió, así mismo, como subsecretario de Comunicaciones y oficial mayor de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

¿Y qué méritos tuvo para llegar a la Secretaría de Trabajo?, se preguntarán, pues ninguno, salvo que brincó al PAN y ha defendido ciegamente a Calderón ante cualquier intento de crítica por parte del PRD.

Del caso de Mouriño se ha escrito mucho, pero lo principal para que alcanzara los niveles más altos de la política nacional fue haber acompañado a Calderón en su última etapa como funcionario público y amarrar sus negocios en Pemex, cuando el michoacano precisamente pasó por la Secretaría de Energía.

Lo mismo ocurre con otros secretarios como Salvador Vega Casillas, quien llegó a la Función Pública gracias a las buenas relaciones con la familia Calderón; o el caso del titular de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, con quien hizo amistad en las aulas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y por ello lo colocó al frente de esta institución clave para el combate a la pobreza, no obstante carecer de antecedentes sobre el tema.

Gerardo Ruiz Mateos es otro ejemplo más. Ingeniero industrial y de sistemas por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), con apenas una especialidad en economía y finanzas, fue designado hace apenas un mes por Calderón como nuevo secretario de Economía sólo por la amistad que iniciaron hace unos cuantos años.

En la campaña del 2006, fue el primero en aportar recursos al equipo de Calderón -donó 214 mil 288 pesos-, y luego se hizo cargo del área administrativa del equipo del candidato presidencial panista.

De ahí saltó a coordinar el área de Gabinetes y Proyectos Especiales de la Oficina de la Presidencia, y sin más experiencia ahora es nada más y nada menos que el responsable de manejar la economía nacional.

La lista de amigos de Calderón que han asumido una responsabilidad pública, carentes de conocimiento o de experiencia, es larga.

Dos casos más son el joven Salomón Chertorivski, que está al frente de Diconsa únicamente porque fue compañero de aulas y fiestas de Calderón cuando éste hizo un curso en Harvard.

En Liconsa colocó a Jesús Galván Muñoz, un abogado que únicamente ha tenido algunos cargos en el partido y cuyo conocimiento en la comercialización y distribución de la leche se resume en una tienda de quesos que tiene como negocio familiar.

Con este gabinete es que Calderón ha tratado de hacer frente a los grandes retos que tiene el país, y con él ha fracasado en todo: en la creación de empleos y el combate a la pobreza, en la lucha contra la inseguridad y la injusticia, en la aprobación de la reforma energética y en el mejoramiento a la educación.

Cuatro años le faltan para que termine su administración, aún es tiempo de que se dé cuenta que no basta con la amistad para gobernar un país y que en su gabinete falta gente experimentada y con conocimientos para salir lo mejor posible de la crisis en la que ya nos encontramos.