Se le oscurece el rumbo a Calderón
Revista Siempre
Ha dejado de llamarse “presidente del empleo” Felipe Calderón, visto el raquítico crecimiento económico nacional y porque, de acuerdo a cálculos del Banco de México, sólo serán creados 370 mil nuevos trabajos en este año. Es una cifra muy menor frente a la demanda de al menos 1 millón 200 mil plazas anuales.
Los augurios de Banxico son desalentadores. Indican que el auge económico real será entre 2.25 y 2.75 por ciento. Antes había calculado de 2.40 a 2.90 el avance. Es de los más bajos en América Latina.
Y el cálculo anterior está por verse porque esas cifras son condicionadas al ritmo de la economía estadounidense y el comportamiento de mercados financieros internacionales. Es decir, el crecimiento puede ser peor, valga la expresión, pero no mejor.
También son menores los ingresos en divisas, dado que México reduce en 7 por ciento sus exportaciones de petróleo y han bajado, asimismo, las remesas enviadas por connacionales que radican en el exterior.
Los males pueden ser mayores. La inflación no será de 3 por ciento, como se ufanó la Secretaría de Hacienda hace algunos meses. Según el Banco de México, en estos momentos el promedio anual es de 5.25 a 5.75 por ciento y podría superar el 6 por ciento
Los números de Banxico, siempre en tela de duda, no coinciden con la carestía de algunos productos, hasta de 100 por ciento como los aceites comestibles, en tanto maíz, arroz y otros básicos se elevaron en 30 por ciento. Resulta ilógico el índice inflacionario menor a 6 por ciento.
Son encarecidos también los combustibles y en este año podría registrar un aumento adicional de 3 a 4 pesos el litro de gasolina, de persistir la tendencia alcista del petróleo.
Las tarifas eléctricas son de escándalo. Una familia que al año pasado pagaba 1 mil 200 pesos por el fluido eléctrico bimestral, ahora le llega el recibo en más de 6 mil pesos. Los consumidores tienen esta alternativa, o pagar o arreglarse con los empleados de la Compañía de Luz para colocar diablitos.
En ese panorama incierto, al presidente Calderón se le oscurece el rumbo debido a carestía de la vida, desempleo e ínfimo crecimiento económico.
Tampoco se sienten en un lecho de rosas los empresarios, incluso los que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores. Se quejan de alzas diversas, entre otras las derivadas del petróleo, gas natural, electricidad, acero, cemento y productos agrícolas.
La clase empresarial paga las consecuencias por ser la primera en apoyar a gobiernos tecnócratas y panistas en privatizaciones de siderúrgicas, electricidad y petróleo, además de golpear al sector campesino, en vez de impulsarlo.
Al ser encuestados, los propietarios de importantes industrias aceptan que sus ventas pasaron de 10 por ciento en los primeros meses de este año, pero aún así registraron pérdidas debido a altos costos de los insumos.
A todos golpea la crisis y quienes afirman que la situación nacional es buena y el gobierno va por camino correcto, mienten a más no poder. Los números no mienten y reflejan la realidad nacional.
Ha dejado de llamarse “presidente del empleo” Felipe Calderón, visto el raquítico crecimiento económico nacional y porque, de acuerdo a cálculos del Banco de México, sólo serán creados 370 mil nuevos trabajos en este año. Es una cifra muy menor frente a la demanda de al menos 1 millón 200 mil plazas anuales.
Los augurios de Banxico son desalentadores. Indican que el auge económico real será entre 2.25 y 2.75 por ciento. Antes había calculado de 2.40 a 2.90 el avance. Es de los más bajos en América Latina.
Y el cálculo anterior está por verse porque esas cifras son condicionadas al ritmo de la economía estadounidense y el comportamiento de mercados financieros internacionales. Es decir, el crecimiento puede ser peor, valga la expresión, pero no mejor.
También son menores los ingresos en divisas, dado que México reduce en 7 por ciento sus exportaciones de petróleo y han bajado, asimismo, las remesas enviadas por connacionales que radican en el exterior.
Los males pueden ser mayores. La inflación no será de 3 por ciento, como se ufanó la Secretaría de Hacienda hace algunos meses. Según el Banco de México, en estos momentos el promedio anual es de 5.25 a 5.75 por ciento y podría superar el 6 por ciento
Los números de Banxico, siempre en tela de duda, no coinciden con la carestía de algunos productos, hasta de 100 por ciento como los aceites comestibles, en tanto maíz, arroz y otros básicos se elevaron en 30 por ciento. Resulta ilógico el índice inflacionario menor a 6 por ciento.
Son encarecidos también los combustibles y en este año podría registrar un aumento adicional de 3 a 4 pesos el litro de gasolina, de persistir la tendencia alcista del petróleo.
Las tarifas eléctricas son de escándalo. Una familia que al año pasado pagaba 1 mil 200 pesos por el fluido eléctrico bimestral, ahora le llega el recibo en más de 6 mil pesos. Los consumidores tienen esta alternativa, o pagar o arreglarse con los empleados de la Compañía de Luz para colocar diablitos.
En ese panorama incierto, al presidente Calderón se le oscurece el rumbo debido a carestía de la vida, desempleo e ínfimo crecimiento económico.
Tampoco se sienten en un lecho de rosas los empresarios, incluso los que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores. Se quejan de alzas diversas, entre otras las derivadas del petróleo, gas natural, electricidad, acero, cemento y productos agrícolas.
La clase empresarial paga las consecuencias por ser la primera en apoyar a gobiernos tecnócratas y panistas en privatizaciones de siderúrgicas, electricidad y petróleo, además de golpear al sector campesino, en vez de impulsarlo.
Al ser encuestados, los propietarios de importantes industrias aceptan que sus ventas pasaron de 10 por ciento en los primeros meses de este año, pero aún así registraron pérdidas debido a altos costos de los insumos.
A todos golpea la crisis y quienes afirman que la situación nacional es buena y el gobierno va por camino correcto, mienten a más no poder. Los números no mienten y reflejan la realidad nacional.