El que faltaba: Ruiz Mateo$$
Marcela Gómez Zalce
• Terror en pantalla...
• El sabor republicano
Cuando la lucha entre facciones es intensa, mi estimado, los intereses son por el sector al que se representa. El asunto de la (in)seguridad pública ha retornado, nuevamente, a todas las mesas. El clímax con la ola de secuestros y el desmadre nacional es foco rojo de atención que hace ebullición al ver, en vivo y en directo, a la fiscal antisecuestros del (des) gobierno de Felipe Calderón de la PGR, dar una amena entrevista en Televisa pero… de espaldas a la cámara.
¡Chingón!
Varias simpáticas preguntas se arremolinan entre el sonriente respetable, my friend, pero la más atrevida sería… ¿qué se pretendió venderle a los televidentes al mostrar a la titular de esta delicada área de… espaldas a la nación…? ¡¿Acaso un sentimiento de certidumbre y confianza de que todo está bajo control…?!
Porque si Nicandra Castro, protegida por el Estado gracias a la responsabilidad que da el ocupar ese cargo se avienta a la pantalla a explicar, sin dar la cara, lo que es la industria del secuestro y sus linduras por temor a las represalias de los traviesos… ¿qué chingaos pueden esperar los ciudadanos de a pie ante la temible ola de inseguridad…? Es entendible que las neuronas federales no estén funcionando adecuadamente por el exceso del poder (del no poder), pero ya la exhibición del terror a cuadro del gobierno, mi estimado, es absolutamente increíble. Inédito.
Lo que termina por desprender, sin lugar a dudas, que aquí la forma… es fondo, yes?
En las formas, Calderón y su dumb squad siguen haciendo su anecdotario de estupideces políticas que pintan un sexenio de decisiones sin estrategia. Un sexenio de bote pronto. Un sexenio de ocurrencias y frivolidades por un grupo de amigos que no tienen las cicatrices que da la accidentada vida en el surrealismo de la política mexicana.
En este divertido tenor está el cambio que derivó en la llegada de Gerardo Ruiz Mateos a la disminuida Secretaría de Economía, donde hace muchas lunas Eduardo Sojo ya estaba pintando su raya y levantando la bandera para su salida. Gerardo, excelso miembro del Gymboree presidencial y amigo de Felipe. El operador de las atractivas maleta$, perdón... el operador financiero desde los originales tiempos de precampaña… y campaña. En quien recayeron una serie de maravillosas responsabilidades con la estridente salida de Los Pinos del tesorito Juan Camilo Mouriño.
Ruiz Mateos, quien en poco tiempo y sin ninguna experiencia previa en la administración pública, mareado en su ladrillito presidencial, se encargó de mostrar esa cara de la prepotencia que rodea a la caterva de improvisados y fútiles chiquillos que han desbarrancado a la institución en tiempo récord, es hoy flamante secretario de Economía.
Las causas no dejan de ser excitantes.
¿Acaso Felipe está habilitando a un corredor en su risible pista rumbo al 2012…? ¿O necesita otro sparring acreditado para hacerle frente a las explosivas declaraciones del gobernador del Banco de México ante la evidente crisis que arrecia en nuestro país…? ¿Quién es y a quién representa Ruiz Mateos…?
Porque respetuosamente (u shitheads), este movimiento se percibe como que al inquilino de Los Pinos se le terminaron sus fichas. Una muestra más de la falta de capital humano del proyecto calderonista... que navega, eso sí, en el barco de gran calado sin brújula ni rumbo. Aunque con mucha emoción por la adversidad, pues.
Misma que golpea no sólo la frágil credibilidad del régimen ante tantos frentes abiertos donde se suma el de la economía que ya hace agua, sino la de poderosos espectadores que, pasmados y utilizando la clásica del adorable Carlos Monsiváis, afirman que no está pasando lo que entienden o… no entienden lo que está pasando.
Y que, sumado al escalofriante sabor de boca que se llevó el candidato republicano John McCain en su espléndida encerrona de hace algunas semanas, aderezan un calderón que emite una serie de señales que van en la dirección equivocada. Una serie de señales alarmantes. Una serie de señales de descontrol.
Emitidas por este Gymboree, my friend, de personajes improvisados, inexpertos y... excelsamente frívolos.
• Terror en pantalla...
• El sabor republicano
Cuando la lucha entre facciones es intensa, mi estimado, los intereses son por el sector al que se representa. El asunto de la (in)seguridad pública ha retornado, nuevamente, a todas las mesas. El clímax con la ola de secuestros y el desmadre nacional es foco rojo de atención que hace ebullición al ver, en vivo y en directo, a la fiscal antisecuestros del (des) gobierno de Felipe Calderón de la PGR, dar una amena entrevista en Televisa pero… de espaldas a la cámara.
¡Chingón!
Varias simpáticas preguntas se arremolinan entre el sonriente respetable, my friend, pero la más atrevida sería… ¿qué se pretendió venderle a los televidentes al mostrar a la titular de esta delicada área de… espaldas a la nación…? ¡¿Acaso un sentimiento de certidumbre y confianza de que todo está bajo control…?!
Porque si Nicandra Castro, protegida por el Estado gracias a la responsabilidad que da el ocupar ese cargo se avienta a la pantalla a explicar, sin dar la cara, lo que es la industria del secuestro y sus linduras por temor a las represalias de los traviesos… ¿qué chingaos pueden esperar los ciudadanos de a pie ante la temible ola de inseguridad…? Es entendible que las neuronas federales no estén funcionando adecuadamente por el exceso del poder (del no poder), pero ya la exhibición del terror a cuadro del gobierno, mi estimado, es absolutamente increíble. Inédito.
Lo que termina por desprender, sin lugar a dudas, que aquí la forma… es fondo, yes?
En las formas, Calderón y su dumb squad siguen haciendo su anecdotario de estupideces políticas que pintan un sexenio de decisiones sin estrategia. Un sexenio de bote pronto. Un sexenio de ocurrencias y frivolidades por un grupo de amigos que no tienen las cicatrices que da la accidentada vida en el surrealismo de la política mexicana.
En este divertido tenor está el cambio que derivó en la llegada de Gerardo Ruiz Mateos a la disminuida Secretaría de Economía, donde hace muchas lunas Eduardo Sojo ya estaba pintando su raya y levantando la bandera para su salida. Gerardo, excelso miembro del Gymboree presidencial y amigo de Felipe. El operador de las atractivas maleta$, perdón... el operador financiero desde los originales tiempos de precampaña… y campaña. En quien recayeron una serie de maravillosas responsabilidades con la estridente salida de Los Pinos del tesorito Juan Camilo Mouriño.
Ruiz Mateos, quien en poco tiempo y sin ninguna experiencia previa en la administración pública, mareado en su ladrillito presidencial, se encargó de mostrar esa cara de la prepotencia que rodea a la caterva de improvisados y fútiles chiquillos que han desbarrancado a la institución en tiempo récord, es hoy flamante secretario de Economía.
Las causas no dejan de ser excitantes.
¿Acaso Felipe está habilitando a un corredor en su risible pista rumbo al 2012…? ¿O necesita otro sparring acreditado para hacerle frente a las explosivas declaraciones del gobernador del Banco de México ante la evidente crisis que arrecia en nuestro país…? ¿Quién es y a quién representa Ruiz Mateos…?
Porque respetuosamente (u shitheads), este movimiento se percibe como que al inquilino de Los Pinos se le terminaron sus fichas. Una muestra más de la falta de capital humano del proyecto calderonista... que navega, eso sí, en el barco de gran calado sin brújula ni rumbo. Aunque con mucha emoción por la adversidad, pues.
Misma que golpea no sólo la frágil credibilidad del régimen ante tantos frentes abiertos donde se suma el de la economía que ya hace agua, sino la de poderosos espectadores que, pasmados y utilizando la clásica del adorable Carlos Monsiváis, afirman que no está pasando lo que entienden o… no entienden lo que está pasando.
Y que, sumado al escalofriante sabor de boca que se llevó el candidato republicano John McCain en su espléndida encerrona de hace algunas semanas, aderezan un calderón que emite una serie de señales que van en la dirección equivocada. Una serie de señales alarmantes. Una serie de señales de descontrol.
Emitidas por este Gymboree, my friend, de personajes improvisados, inexpertos y... excelsamente frívolos.