Las buenas, las malas y las peores
Carlos Fernández Vega
■ La magia del Banco de México
En el clásico juego de las dos noticias, la buena y la mala, el Banco de México resumió que en materia inflacionaria las cosas no caminan muy bien en el país, pero –celebremos– podrían ir peor. Así, la buena es que las “expectativas inflacionarias de largo plazo no se han visto afectadas” por la escalada de precios que cotidianamente agrede a los de por sí agujereados bolsillos de los consumidores, de tal suerte que “se mantiene la previsión” de que tal indicador bajará a 3.5 por ciento; la mala, que tal descenso, de darse, se reportaría en 2009, o lo que es lo mismo agárrense porque 2008 será de colección.
Es envidiable el entusiasmo con el que los funcionarios del Banco de México salen a difundir sus buenas-malas noticias (que siempre resultan malas-peores) en materia inflacionaria, con mediciones tan promediadas que difícilmente generan confianza y credibilidad entre los consumidores, quienes sin duda son los mejores “medidores” del ambiente inflacionario, por la simple y sencilla razón que son ellos los que pagan por partida doble (salario-precios) los platos rotos.
En estos tiempos de inflación creciente (especialmente en alimentos), el gremio más solicitado por las grandes cadenas de supermercados (en las que se abastece el grueso de la población urbana) es el de los magos, quienes a la vista del público consumidor y con la gracia que los caracteriza desaparecen (para retiquetar) y reaparecen (ya retiquetados) productos a discreción. ¿Y los productos?, pregunta la clientela; “estamos en inventario”, solícitos responden los encargados de dichos macro establecimientos, pero el inventario no es más que colocar una etiqueta sobre otra, con un precio mayor.
Pero los magos también chambean en el Banco de México, y tras varios trucos y algunos pases de maquillaje, emiten el informe inflacionario mensual, en este caso el correspondiente a mayo de 2008: el índice nacional de precios al consumidor (INPC) “registró una variación de -0.11 por ciento”, lo que constituye una excelente noticia en plena escalada, cuyo contenido, sin duda alguna, las amas de casa no impugnarán.
Tampoco impugnarán las sesudas declaraciones de Eduardo Sojo (algunos tercos dicen que es el secretario de Economía): “observamos movimientos bastantes razonables” en los precios, como es el caso de la tortilla y el pan, con incrementos de “unos cuantos centavos”. Qué raro, porque la estadística del Banco de México documenta que la inflación acumulada entre enero y mayo de 2008 en el sector alimentos resulta 3.25 veces mayor a la observada en igual lapso de 2007 y 5.6 tantos por arriba con respecto al mismo periodo de 2006. Y entre los alimentos con alzas más destacadas sobresalen: pollo en piezas, aceites y grasas vegetales comestibles, arroz, frijol y tortilla de maíz, la de los centavitos.
En fin, suben los precios por todas partes y a la menor provocación, pero el Banco de México descubre que en mayo la inflación descendió 0.11 por ciento. Sería un detallazo de la institución encabezada por Guillermo Ortiz que dijera en dónde hace sus compras (los 180 mil productos que utiliza para elaborar su índice nacional de precios al consumidor), para que el público en general tuviera un respiro y ahorrara aunque fuera un 0.11 por ciento.
En su parte medular, el informe inflacionario más reciente del Banco de México señala que en mayo de 2008 la inflación general anual se ubicó en 4.95 por ciento, lo que significó un incremento de 0.40 puntos porcentuales respecto al dato del mes previo (en abril dicha cifra resultó de 4.55 por ciento). El aumento observado en la tasa anual fue ocasionado tanto por el componente subyacente, como por el no subyacente. Con relación al índice subyacente, cabe destacar que los precios de los alimentos han mantenido su trayectoria alcista. Por su parte, las variaciones en las cotizaciones de los bienes y servicios administrados, y de los productos agropecuarios fueron menos negativas en el mes que se analiza, con relación a las observadas el mismo periodo de 2007.
El índice de precios subyacente aumentó 0.50 por ciento en el mes que se reporta. Así, la variación anual de este indicador se ubicó en 4.86 por ciento (el mes previo dicha cifra fue 4.56 por ciento). Las variaciones anuales de los subíndices de precios de las mercancías y de los servicios fueron 5.50 y 4.28 por ciento, respectivamente (en abril las cifras correspondientes se ubicaron en 5.06 y 4.11 por ciento). En el subíndice de precios de las mercancías, destaca el aumento observado en el rubro de los alimentos, explicado éste, en lo principal, por el alza en las cotizaciones de los aceites y grasas vegetales comestibles, del arroz, de la tortilla de maíz y de los productos derivados del trigo. El segundo subíndice se vio afectado, básicamente, por los incrementos registrados en los precios de los siguientes genéricos: vivienda propia, transporte aéreo, loncherías, restaurantes y consulta médica.
El índice de precios no subyacente registró una variación mensual de -1.78 por ciento, situando su tasa de inflación anual en 5.19 por ciento. En abril, la variación anual observada por este indicador fue 4.51 por ciento. Por lo que toca a sus componentes, la inflación anual de los subíndices de productos agropecuarios, y de bienes y servicios administrados y concertados fue 7.44 y 4.09 por ciento, respectivamente (en abril, las cifras comparables se ubicaron en 5.67 y 3.93 por ciento). El subíndice de productos agropecuarios fue afectado por las menores bajas registradas en los precios de las frutas y verduras, durante el mes que se reporta, con relación a las observadas el año previo.
Las rebanadas del pastel
Con mantón y castañuelas se va el Felipillo a España para “fortalecer la alianza estratégica bilateral” (léase intercambio de oro por espejitos), y en este contexto nada raro sería un encuentro con su protector José María Aznar, quien podría asesorar al michoacano sobre cómo mandar a los ciudadanos a tomar por culo cuando rechazan las arbitrarias decisiones del gobierno. Por ejemplo, la participación aznarista en la invasión a Irak (90 por ciento de los españoles dijo NO), o en el caso de una consulta ciudadana en contra de la privatización petrolera.
■ La magia del Banco de México
En el clásico juego de las dos noticias, la buena y la mala, el Banco de México resumió que en materia inflacionaria las cosas no caminan muy bien en el país, pero –celebremos– podrían ir peor. Así, la buena es que las “expectativas inflacionarias de largo plazo no se han visto afectadas” por la escalada de precios que cotidianamente agrede a los de por sí agujereados bolsillos de los consumidores, de tal suerte que “se mantiene la previsión” de que tal indicador bajará a 3.5 por ciento; la mala, que tal descenso, de darse, se reportaría en 2009, o lo que es lo mismo agárrense porque 2008 será de colección.
Es envidiable el entusiasmo con el que los funcionarios del Banco de México salen a difundir sus buenas-malas noticias (que siempre resultan malas-peores) en materia inflacionaria, con mediciones tan promediadas que difícilmente generan confianza y credibilidad entre los consumidores, quienes sin duda son los mejores “medidores” del ambiente inflacionario, por la simple y sencilla razón que son ellos los que pagan por partida doble (salario-precios) los platos rotos.
En estos tiempos de inflación creciente (especialmente en alimentos), el gremio más solicitado por las grandes cadenas de supermercados (en las que se abastece el grueso de la población urbana) es el de los magos, quienes a la vista del público consumidor y con la gracia que los caracteriza desaparecen (para retiquetar) y reaparecen (ya retiquetados) productos a discreción. ¿Y los productos?, pregunta la clientela; “estamos en inventario”, solícitos responden los encargados de dichos macro establecimientos, pero el inventario no es más que colocar una etiqueta sobre otra, con un precio mayor.
Pero los magos también chambean en el Banco de México, y tras varios trucos y algunos pases de maquillaje, emiten el informe inflacionario mensual, en este caso el correspondiente a mayo de 2008: el índice nacional de precios al consumidor (INPC) “registró una variación de -0.11 por ciento”, lo que constituye una excelente noticia en plena escalada, cuyo contenido, sin duda alguna, las amas de casa no impugnarán.
Tampoco impugnarán las sesudas declaraciones de Eduardo Sojo (algunos tercos dicen que es el secretario de Economía): “observamos movimientos bastantes razonables” en los precios, como es el caso de la tortilla y el pan, con incrementos de “unos cuantos centavos”. Qué raro, porque la estadística del Banco de México documenta que la inflación acumulada entre enero y mayo de 2008 en el sector alimentos resulta 3.25 veces mayor a la observada en igual lapso de 2007 y 5.6 tantos por arriba con respecto al mismo periodo de 2006. Y entre los alimentos con alzas más destacadas sobresalen: pollo en piezas, aceites y grasas vegetales comestibles, arroz, frijol y tortilla de maíz, la de los centavitos.
En fin, suben los precios por todas partes y a la menor provocación, pero el Banco de México descubre que en mayo la inflación descendió 0.11 por ciento. Sería un detallazo de la institución encabezada por Guillermo Ortiz que dijera en dónde hace sus compras (los 180 mil productos que utiliza para elaborar su índice nacional de precios al consumidor), para que el público en general tuviera un respiro y ahorrara aunque fuera un 0.11 por ciento.
En su parte medular, el informe inflacionario más reciente del Banco de México señala que en mayo de 2008 la inflación general anual se ubicó en 4.95 por ciento, lo que significó un incremento de 0.40 puntos porcentuales respecto al dato del mes previo (en abril dicha cifra resultó de 4.55 por ciento). El aumento observado en la tasa anual fue ocasionado tanto por el componente subyacente, como por el no subyacente. Con relación al índice subyacente, cabe destacar que los precios de los alimentos han mantenido su trayectoria alcista. Por su parte, las variaciones en las cotizaciones de los bienes y servicios administrados, y de los productos agropecuarios fueron menos negativas en el mes que se analiza, con relación a las observadas el mismo periodo de 2007.
El índice de precios subyacente aumentó 0.50 por ciento en el mes que se reporta. Así, la variación anual de este indicador se ubicó en 4.86 por ciento (el mes previo dicha cifra fue 4.56 por ciento). Las variaciones anuales de los subíndices de precios de las mercancías y de los servicios fueron 5.50 y 4.28 por ciento, respectivamente (en abril las cifras correspondientes se ubicaron en 5.06 y 4.11 por ciento). En el subíndice de precios de las mercancías, destaca el aumento observado en el rubro de los alimentos, explicado éste, en lo principal, por el alza en las cotizaciones de los aceites y grasas vegetales comestibles, del arroz, de la tortilla de maíz y de los productos derivados del trigo. El segundo subíndice se vio afectado, básicamente, por los incrementos registrados en los precios de los siguientes genéricos: vivienda propia, transporte aéreo, loncherías, restaurantes y consulta médica.
El índice de precios no subyacente registró una variación mensual de -1.78 por ciento, situando su tasa de inflación anual en 5.19 por ciento. En abril, la variación anual observada por este indicador fue 4.51 por ciento. Por lo que toca a sus componentes, la inflación anual de los subíndices de productos agropecuarios, y de bienes y servicios administrados y concertados fue 7.44 y 4.09 por ciento, respectivamente (en abril, las cifras comparables se ubicaron en 5.67 y 3.93 por ciento). El subíndice de productos agropecuarios fue afectado por las menores bajas registradas en los precios de las frutas y verduras, durante el mes que se reporta, con relación a las observadas el año previo.
Las rebanadas del pastel
Con mantón y castañuelas se va el Felipillo a España para “fortalecer la alianza estratégica bilateral” (léase intercambio de oro por espejitos), y en este contexto nada raro sería un encuentro con su protector José María Aznar, quien podría asesorar al michoacano sobre cómo mandar a los ciudadanos a tomar por culo cuando rechazan las arbitrarias decisiones del gobierno. Por ejemplo, la participación aznarista en la invasión a Irak (90 por ciento de los españoles dijo NO), o en el caso de una consulta ciudadana en contra de la privatización petrolera.