PANDEMÓNIUM
Indice Política
DÍCESE DE UNA reunión de demonios. También de un lugar en el que hay gran confusión, ruido y griterío. Y un pandemónium, en efecto, es el que existe ahora en la llamada "guerra en contra del narcotráfico", declarada hace ya 17 meses por el señor Felipe Calderón, sin que al momento pueda presumirse nada que no sean fracasos, bajas policíacas y un entramado de corrupción entre funcionarios y delincuentes que cotidianamente pone en riesgo la seguridad de cientos de miles de mexicanos.
Y es que lo que inició en diciembre de 2006 como una estrategia que tenía como finalidad el "posicionar" al señor Calderón brindándole la legitimidad que la tercera parte de los votantes le regatearon en las urnas, se ha salido hoy de todo control.
Lo apunta en reciente artículo periodístico el legislador priísta Gerardo Sosa Castelán, quien nos recuerda que "fue Richard Nixon quien usó por primera vez la frase ‘guerra contra el narcotráfico’. Lo hizo al estar atrapado en un difícil entorno, el cual se complicó aún más con un déficit comercial e inflación rampante, que en 1971 era muy similar a la que en este 2008 enfrenta otro republicano desde el Despacho Oval."
Y es que aquel que fuese defenestrado tras el escándalo Watergate, llegó a la Casa Blanca con la promesa de mano dura contra el crimen, cuando sabía que sus posibilidades de ganar eran escasas. Pero necesitaba colocarse en un lugar espectacular, preponderante y para ello declaró que las drogas eran el "enemigo público número uno" de los estadounidenses.
"Conocido esto, resulta imposible no ligar aquel contexto con el que desde 2006 vivió México con Felipe Calderón: expandir extralegalmente los poderes de una Presidencia cuya legitimidad era cuestionada y consolidar una imagen de líder fuerte frente a la sociedad, en medio de circunstancias difíciles y debilidades políticas", apunta Sosa Castelán.
Y como sucedió a principios de la pasada década de los 70, según varios análisis, se trataba de una manipulación del miedo para ganar poderes de emergencia al incluir detenciones, espionaje, redadas, etcétera.
Como en Estados Unidos desde inicios de la década de los 70’s, la criminalización de los consumidores de drogas que allá llevó al encarcelamiento de una gran parte de las poblaciones latina y africano-americana, acá ha servido para quitar de en medio a quienes se considera radicales. Más aún, el enfoque en la producción y abasto en lugar del consumo, permite obviar en el discurso los profundos problemas internos de la sociedad, y la mano dura canaliza fondos gubernamentales para fortalecer las fuerzas policíacas, en lugar de gastar el mismo dinero en programas de salud y educación pública en las comunidades.
Felipe Calderón, pues, soltó los demonios del narcotráfico, al pretender enfrentarse sin inteligencia –en ambas acepciones--, sin un plan y sin metodología a fuerzas que en muchos sitios rebasan con mucho al propio Estado mexicano.
Las consecuencias están a la vista. Sin haber atacado nunca el "narco-lavado", el acopio de armas de sus enemigos es ya colosal.
Y esas armas se disparan ahora en contra de quienes soltaron a los demonios, ¿no cree usted?
DÍCESE DE UNA reunión de demonios. También de un lugar en el que hay gran confusión, ruido y griterío. Y un pandemónium, en efecto, es el que existe ahora en la llamada "guerra en contra del narcotráfico", declarada hace ya 17 meses por el señor Felipe Calderón, sin que al momento pueda presumirse nada que no sean fracasos, bajas policíacas y un entramado de corrupción entre funcionarios y delincuentes que cotidianamente pone en riesgo la seguridad de cientos de miles de mexicanos.
Y es que lo que inició en diciembre de 2006 como una estrategia que tenía como finalidad el "posicionar" al señor Calderón brindándole la legitimidad que la tercera parte de los votantes le regatearon en las urnas, se ha salido hoy de todo control.
Lo apunta en reciente artículo periodístico el legislador priísta Gerardo Sosa Castelán, quien nos recuerda que "fue Richard Nixon quien usó por primera vez la frase ‘guerra contra el narcotráfico’. Lo hizo al estar atrapado en un difícil entorno, el cual se complicó aún más con un déficit comercial e inflación rampante, que en 1971 era muy similar a la que en este 2008 enfrenta otro republicano desde el Despacho Oval."
Y es que aquel que fuese defenestrado tras el escándalo Watergate, llegó a la Casa Blanca con la promesa de mano dura contra el crimen, cuando sabía que sus posibilidades de ganar eran escasas. Pero necesitaba colocarse en un lugar espectacular, preponderante y para ello declaró que las drogas eran el "enemigo público número uno" de los estadounidenses.
"Conocido esto, resulta imposible no ligar aquel contexto con el que desde 2006 vivió México con Felipe Calderón: expandir extralegalmente los poderes de una Presidencia cuya legitimidad era cuestionada y consolidar una imagen de líder fuerte frente a la sociedad, en medio de circunstancias difíciles y debilidades políticas", apunta Sosa Castelán.
Y como sucedió a principios de la pasada década de los 70, según varios análisis, se trataba de una manipulación del miedo para ganar poderes de emergencia al incluir detenciones, espionaje, redadas, etcétera.
Como en Estados Unidos desde inicios de la década de los 70’s, la criminalización de los consumidores de drogas que allá llevó al encarcelamiento de una gran parte de las poblaciones latina y africano-americana, acá ha servido para quitar de en medio a quienes se considera radicales. Más aún, el enfoque en la producción y abasto en lugar del consumo, permite obviar en el discurso los profundos problemas internos de la sociedad, y la mano dura canaliza fondos gubernamentales para fortalecer las fuerzas policíacas, en lugar de gastar el mismo dinero en programas de salud y educación pública en las comunidades.
Felipe Calderón, pues, soltó los demonios del narcotráfico, al pretender enfrentarse sin inteligencia –en ambas acepciones--, sin un plan y sin metodología a fuerzas que en muchos sitios rebasan con mucho al propio Estado mexicano.
Las consecuencias están a la vista. Sin haber atacado nunca el "narco-lavado", el acopio de armas de sus enemigos es ya colosal.
Y esas armas se disparan ahora en contra de quienes soltaron a los demonios, ¿no cree usted?