Los oídos sordos
Ricardo Andrade Jardí
No deja de ser de lo más cómico, ver las aparentes “rabietas del ¡ya basta!” del usurpador en turno, reclamando un mayor compromiso de la “sociedad” para denunciarlo todo, frente a la evidente incompetencia que ha demostrado, ya con creces, en su “combate al crimen organizado”, que en realidad se traduce en solapar a los grandes criminales, usureros y especuladores, mientras se persigue en nombre de la “inseguridad social” toda forma de disidencia política, al tiempo que el oficialismo se desgarra las vestiduras para intentar responsabilizar a AMLO y al movimiento civil por todo aquello que la ilegitimidad no puede cumplir, suponiendo que en realidad hubiera un interés mínimo por cumplirlo.
Cientos han sido las denuncias políticas y jurídicas que la sociedad civil ha hecho sistemáticamente contra el crimen organizado, contra la corrupción y contra la impunidad e igual número de veces las denuncias han sido desatendidas por los gobernantes en turno, como también han sido desatendidas por el desgobierno usurpador que hoy exige, en desplantes melodramáticos, que la ciudadanía denuncie los presuntos delitos de la delincuencia organizada.
Ahí están las denuncias contra el enriquecimiento ilegítimo de los hermanos Bribiesca, las denuncias contra el mega atraco del FOBAPROA, que incluye el rescate azucarero, carretero y bancario, las denuncias contra el despojo de tierras ejidales a lo largo y ancho del país por parte de usureros acaparadores que lo mismo destruyen manglares que arrecifes sin que ninguna autoridad actúe en consecuencia, existen también las denuncias de “los contratos familiares” que son favorecidos con la información privilegiada y la falta de ética, las denuncias por las más de 400 mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y otras entidades, el desvío de fondos de CONACULTA y los viajes de más de un millón de pesos de funcionarios mediocres en menos de un trimestre, las denuncias de explotación de las compañías mineras y las maquiladoras, las denuncias por violación y abuso de los operativos del “México inseguro”, las denuncias contra las redes de pederastas y de pornografía infantil que se extienden en todo el país, contra los Roberto Hernández, los Slim y los Salinas: todos miembros del crimen organizado, sin que se ejerza acción alguna, contra los “góber preciosos” y los asesinos, como Ulises Ruiz, las denuncias contra la destrucción de obra cultural y artística, que los convenios internacionales consideran crímenes contra la humanidad, contra la estupidez foxista y contra Marta Sahagún y la maestra Gordillo, contra los sistemáticos abusos de poder, contra los asesinatos y persecución de periodistas…, en fin cientos de miles de denuncias que tienen una misma línea conductora: la impunidad que favorece únicamente al crimen organizado, el que se instaura desde las instituciones de la trasnacional “Democracia Corporation S.A.”
Las denuncias ciudadanas contra el crimen organizado están ahí, ¿para qué tantas rabietas? Si ya se usurpó el puesto más valdría que se pongan a trabajar en vez de buscarle tres patas al gato…
No deja de ser de lo más cómico, ver las aparentes “rabietas del ¡ya basta!” del usurpador en turno, reclamando un mayor compromiso de la “sociedad” para denunciarlo todo, frente a la evidente incompetencia que ha demostrado, ya con creces, en su “combate al crimen organizado”, que en realidad se traduce en solapar a los grandes criminales, usureros y especuladores, mientras se persigue en nombre de la “inseguridad social” toda forma de disidencia política, al tiempo que el oficialismo se desgarra las vestiduras para intentar responsabilizar a AMLO y al movimiento civil por todo aquello que la ilegitimidad no puede cumplir, suponiendo que en realidad hubiera un interés mínimo por cumplirlo.
Cientos han sido las denuncias políticas y jurídicas que la sociedad civil ha hecho sistemáticamente contra el crimen organizado, contra la corrupción y contra la impunidad e igual número de veces las denuncias han sido desatendidas por los gobernantes en turno, como también han sido desatendidas por el desgobierno usurpador que hoy exige, en desplantes melodramáticos, que la ciudadanía denuncie los presuntos delitos de la delincuencia organizada.
Ahí están las denuncias contra el enriquecimiento ilegítimo de los hermanos Bribiesca, las denuncias contra el mega atraco del FOBAPROA, que incluye el rescate azucarero, carretero y bancario, las denuncias contra el despojo de tierras ejidales a lo largo y ancho del país por parte de usureros acaparadores que lo mismo destruyen manglares que arrecifes sin que ninguna autoridad actúe en consecuencia, existen también las denuncias de “los contratos familiares” que son favorecidos con la información privilegiada y la falta de ética, las denuncias por las más de 400 mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y otras entidades, el desvío de fondos de CONACULTA y los viajes de más de un millón de pesos de funcionarios mediocres en menos de un trimestre, las denuncias de explotación de las compañías mineras y las maquiladoras, las denuncias por violación y abuso de los operativos del “México inseguro”, las denuncias contra las redes de pederastas y de pornografía infantil que se extienden en todo el país, contra los Roberto Hernández, los Slim y los Salinas: todos miembros del crimen organizado, sin que se ejerza acción alguna, contra los “góber preciosos” y los asesinos, como Ulises Ruiz, las denuncias contra la destrucción de obra cultural y artística, que los convenios internacionales consideran crímenes contra la humanidad, contra la estupidez foxista y contra Marta Sahagún y la maestra Gordillo, contra los sistemáticos abusos de poder, contra los asesinatos y persecución de periodistas…, en fin cientos de miles de denuncias que tienen una misma línea conductora: la impunidad que favorece únicamente al crimen organizado, el que se instaura desde las instituciones de la trasnacional “Democracia Corporation S.A.”
Las denuncias ciudadanas contra el crimen organizado están ahí, ¿para qué tantas rabietas? Si ya se usurpó el puesto más valdría que se pongan a trabajar en vez de buscarle tres patas al gato…