España reconquista México
Revista Siempre
Nadie parece conocer hasta ahora los detalles de lo que para unos es la modernización de Pemex y para otros su privatización.
El secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, asegura en corto que el gobierno no presentará una iniciativa específica al respecto, ya que hay catorce archivadas en el Congreso con las que puede armarse una buena propuesta de reforma energética.
El PRI, por su parte, dice estar en espera de la iniciativa de Felipe Calderón; aunque se sabe que ya tiene una propuesta muy concreta que no vislumbra cambios constitucionales pero que abre mecanismos, en la legislación reglamentaria, para que capital nacional o extranjero entre, por ejemplo, a la exploración de yacimientos en aguas profundas.
Otra propuesta que, sin conocer su origen, se filtró la semana pasada, plantea la posibilidad de que, también sin cambios a la Constitución, se pueda colocar en Bolsa hasta el 49 por ciento del capital social de la petrolera mexicana.
Como puede apreciarse en lo públicamente conocido, la modernización de Pemex pasaría por la privatización de algunas de las actividades que hasta ahora le son exclusivas.
Llama la atención, por ejemplo, el argumento esgrimido de que al colocar su capital en bolsa, se “democratizará” la propiedad de Pemex. Así lo dijo el gobierno cuando la reprivatización bancaria.
Juró y perjuró que de esa manera se evitaría la concentración de la propiedad en unas cuantas manos. Pero no se evitó y, finalmente, la banca acabó en manos extranjeras. Dos de las corporaciones financieras más importantes en manos españolas.
Esto viene a cuento porque para nadie es un secreto que el gran capital español, a través de la petrolera Repsol, le trae muchas ganas a Pemex.
Quiere entrarle así como ya le entró a los bancos, a los medios de comunicación, a la hotelería, a los aeropuertos y, dentro de estos últimos, hasta a los locales comerciales concesionados que ofrecen en las terminales diversas mercancías y servicios, según denuncia enviada a esta columna por la Asociación de Prestadores de Servicios del Aeropuerto de Tijuana, operado por el español Grupo Aeroportuario del Pacífico.
El capital español se expande en México. No en balde el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero se apresuró —en el momento que más dudas había sobre la elección presidencial de 2006— a reconocer al gobierno de Felipe Calderón.
Vistas así las cosas, no es una exageración hablar de la reconquista
Nadie parece conocer hasta ahora los detalles de lo que para unos es la modernización de Pemex y para otros su privatización.
El secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, asegura en corto que el gobierno no presentará una iniciativa específica al respecto, ya que hay catorce archivadas en el Congreso con las que puede armarse una buena propuesta de reforma energética.
El PRI, por su parte, dice estar en espera de la iniciativa de Felipe Calderón; aunque se sabe que ya tiene una propuesta muy concreta que no vislumbra cambios constitucionales pero que abre mecanismos, en la legislación reglamentaria, para que capital nacional o extranjero entre, por ejemplo, a la exploración de yacimientos en aguas profundas.
Otra propuesta que, sin conocer su origen, se filtró la semana pasada, plantea la posibilidad de que, también sin cambios a la Constitución, se pueda colocar en Bolsa hasta el 49 por ciento del capital social de la petrolera mexicana.
Como puede apreciarse en lo públicamente conocido, la modernización de Pemex pasaría por la privatización de algunas de las actividades que hasta ahora le son exclusivas.
Llama la atención, por ejemplo, el argumento esgrimido de que al colocar su capital en bolsa, se “democratizará” la propiedad de Pemex. Así lo dijo el gobierno cuando la reprivatización bancaria.
Juró y perjuró que de esa manera se evitaría la concentración de la propiedad en unas cuantas manos. Pero no se evitó y, finalmente, la banca acabó en manos extranjeras. Dos de las corporaciones financieras más importantes en manos españolas.
Esto viene a cuento porque para nadie es un secreto que el gran capital español, a través de la petrolera Repsol, le trae muchas ganas a Pemex.
Quiere entrarle así como ya le entró a los bancos, a los medios de comunicación, a la hotelería, a los aeropuertos y, dentro de estos últimos, hasta a los locales comerciales concesionados que ofrecen en las terminales diversas mercancías y servicios, según denuncia enviada a esta columna por la Asociación de Prestadores de Servicios del Aeropuerto de Tijuana, operado por el español Grupo Aeroportuario del Pacífico.
El capital español se expande en México. No en balde el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero se apresuró —en el momento que más dudas había sobre la elección presidencial de 2006— a reconocer al gobierno de Felipe Calderón.
Vistas así las cosas, no es una exageración hablar de la reconquista