Sobre advertencia no hay engaño
La Jornada
El 23 de agosto de 2007, Andrés Manuel López Obrador advirtió, mediante una carta dirigida a la opinión pública, sobre la fragilidad económica de Estados Unidos y los impactos que podría tener en nuestra economía.
En dicho documento, entre otras cosas, señaló: “Por desgracia, esta turbulencia ha empezado hoy a manifestarse y el gobierno espurio, en forma totalmente irresponsable, no ha tomado las medidas para hacerle frente”.
Desafortunadamente para millones de mexicanos, esta advertencia se ha hecho realidad: la economía estadunidense ha entrado en una importante fase de desaceleración que seguramente se convertirá en una profunda recesión económica y tendrá severos efectos para nuestro país.
Sin embargo, mientras en Estados Unidos la Reserva Federal (Fed) ha decidido bajar las tasas de interés para tratar de reactivar la economía y hasta el presidente George W. Bush, quien por cierto no tiene fama de ser inteligente, ha propuesto un agresivo programa de devolución de impuestos, en México, Felipe Calderón se encuentra verdaderamente contento porque, según él, aun con el deterioro económico mundial nuestra economía saldrá fortalecida.
Para ello, el que se hiciera llamar el “presidente del empleo y de la estabilidad”, más recientemente convertido en “almirante”, ha “descubierto” que el programa de construcción de vivienda, el desarrollo de infraestructura, la inyección de recursos al campo y la diversificación de exportaciones, así como el turismo, se convertirán en los motores de la economía que nos permitirán “navegar a contracorriente” y tener durante 2008 el mayor de los éxitos económicos.
Desafortunadamente, los vastos conocimientos sobre “economía marina” mostrados por Calderón distan mucho de la realidad, ya que los programas anunciados serán incapaces de mitigar los efectos de la situación económica estadunidense y mundial.
Así, por ejemplo, convendría reflexionar quién o quiénes adquirirán las miles de viviendas que se construirán con el programa anunciado, ya que uno de los principales efectos de la situación económica que se vive ha sido el tremendo deterioro del poder adquisitivo de los ciudadanos, lo que es una consecuencia del crecimiento de los precios y que combinado con las altas tasas de interés, ha originado un disparo de la cartera vencida en créditos hipotecarios, así como la existencia de más de 110 mil juicios de desalojo de vivienda en todo el país, por problemas de pago de sus créditos.
En cuanto a la inyección de recursos al campo, vale recordar que los ya famosos 200 mil millones de pesos destinados al Programa Especial Concurrente para el Campo (PEC) en el Presupuesto 2008, no serán enteramente para inversión o apoyos, ya que mañosamente este paquete de recursos se integra con presupuestos de diversas dependencias y muchas veces nada tienen que ver con los apoyos a la producción ni a la comercialización: del total de recursos aprobados por los legisladores, menos de 8 por ciento corresponderán a Procampo.
Por su parte, la diversificación de las exportaciones suena como un disparate “marino” por dos motivos: el primero, porque parece absurdo que una vez llegando a la última etapa del Tratado de Libre Comercio –considerado por el propio Calderón como un éxito–, ahora se pretenda diversificar exportaciones en vez de buscar una renegociación del acuerdo para mejorar la relación comercial y requilibrar los resultados.
En segundo lugar, ¿cómo van a diversificar sus exportaciones las empresas en México, si además de salir a vender sus productos a un mundo que comprará menos por la recesión enfrentan un crecimiento en sus costos porque muchas, sobre todo medianas y pequeñas, tendrán una mayor carga fiscal, además de que pagarán más caras la gasolina y la energía eléctrica?
En materia de turismo, las estrategia de navegación planteadas por Calderón deberían tener en cuenta, nuevamente, dos aspectos centrales: 85 por ciento del turismo que visita el país proviene de Estados Unidos (que pronto estará de plano en recesión); y segundo, la Organización Mundial de Turismo advirtió ya que la recesión estadunidense disminuirá los flujos mundiales de viajeros.
En cuanto al programa de desarrollo de infraestructura anunciado, es conveniente señalar que el monto de inversión física aprobado en el Presupuesto 2008 representa apenas 10.5 por ciento del gasto total. Así, por ejemplo, los 10 mil millones de pesos que se invertirán para “reconstrucción de carreteras federales” apenas generarán 32 mil empleos, que representan sólo 12 por ciento de los 253 mil puestos de trabajo que ya se han perdido.
Finalmente, lo único bueno: López Obrador, en esa misma carta, señaló lo que se debe hacer y, entre otras cosas, estableció como líneas de acción el combate a los monopolios, la urgencia de contar con una verdadera reforma fiscal que acabe con los paraísos fiscales, la necesidad de impulsar la inversión en el sector energético, así como la reducción del gasto corriente y el rechazo al Tratado de Libre Comercio.
Por ello, sería muy conveniente para millones de mexicanos que tanto Agustín Carstens como Felipe Calderón lean esa carta. Sobre advertencia, no hay engaño.
El 23 de agosto de 2007, Andrés Manuel López Obrador advirtió, mediante una carta dirigida a la opinión pública, sobre la fragilidad económica de Estados Unidos y los impactos que podría tener en nuestra economía.
En dicho documento, entre otras cosas, señaló: “Por desgracia, esta turbulencia ha empezado hoy a manifestarse y el gobierno espurio, en forma totalmente irresponsable, no ha tomado las medidas para hacerle frente”.
Desafortunadamente para millones de mexicanos, esta advertencia se ha hecho realidad: la economía estadunidense ha entrado en una importante fase de desaceleración que seguramente se convertirá en una profunda recesión económica y tendrá severos efectos para nuestro país.
Sin embargo, mientras en Estados Unidos la Reserva Federal (Fed) ha decidido bajar las tasas de interés para tratar de reactivar la economía y hasta el presidente George W. Bush, quien por cierto no tiene fama de ser inteligente, ha propuesto un agresivo programa de devolución de impuestos, en México, Felipe Calderón se encuentra verdaderamente contento porque, según él, aun con el deterioro económico mundial nuestra economía saldrá fortalecida.
Para ello, el que se hiciera llamar el “presidente del empleo y de la estabilidad”, más recientemente convertido en “almirante”, ha “descubierto” que el programa de construcción de vivienda, el desarrollo de infraestructura, la inyección de recursos al campo y la diversificación de exportaciones, así como el turismo, se convertirán en los motores de la economía que nos permitirán “navegar a contracorriente” y tener durante 2008 el mayor de los éxitos económicos.
Desafortunadamente, los vastos conocimientos sobre “economía marina” mostrados por Calderón distan mucho de la realidad, ya que los programas anunciados serán incapaces de mitigar los efectos de la situación económica estadunidense y mundial.
Así, por ejemplo, convendría reflexionar quién o quiénes adquirirán las miles de viviendas que se construirán con el programa anunciado, ya que uno de los principales efectos de la situación económica que se vive ha sido el tremendo deterioro del poder adquisitivo de los ciudadanos, lo que es una consecuencia del crecimiento de los precios y que combinado con las altas tasas de interés, ha originado un disparo de la cartera vencida en créditos hipotecarios, así como la existencia de más de 110 mil juicios de desalojo de vivienda en todo el país, por problemas de pago de sus créditos.
En cuanto a la inyección de recursos al campo, vale recordar que los ya famosos 200 mil millones de pesos destinados al Programa Especial Concurrente para el Campo (PEC) en el Presupuesto 2008, no serán enteramente para inversión o apoyos, ya que mañosamente este paquete de recursos se integra con presupuestos de diversas dependencias y muchas veces nada tienen que ver con los apoyos a la producción ni a la comercialización: del total de recursos aprobados por los legisladores, menos de 8 por ciento corresponderán a Procampo.
Por su parte, la diversificación de las exportaciones suena como un disparate “marino” por dos motivos: el primero, porque parece absurdo que una vez llegando a la última etapa del Tratado de Libre Comercio –considerado por el propio Calderón como un éxito–, ahora se pretenda diversificar exportaciones en vez de buscar una renegociación del acuerdo para mejorar la relación comercial y requilibrar los resultados.
En segundo lugar, ¿cómo van a diversificar sus exportaciones las empresas en México, si además de salir a vender sus productos a un mundo que comprará menos por la recesión enfrentan un crecimiento en sus costos porque muchas, sobre todo medianas y pequeñas, tendrán una mayor carga fiscal, además de que pagarán más caras la gasolina y la energía eléctrica?
En materia de turismo, las estrategia de navegación planteadas por Calderón deberían tener en cuenta, nuevamente, dos aspectos centrales: 85 por ciento del turismo que visita el país proviene de Estados Unidos (que pronto estará de plano en recesión); y segundo, la Organización Mundial de Turismo advirtió ya que la recesión estadunidense disminuirá los flujos mundiales de viajeros.
En cuanto al programa de desarrollo de infraestructura anunciado, es conveniente señalar que el monto de inversión física aprobado en el Presupuesto 2008 representa apenas 10.5 por ciento del gasto total. Así, por ejemplo, los 10 mil millones de pesos que se invertirán para “reconstrucción de carreteras federales” apenas generarán 32 mil empleos, que representan sólo 12 por ciento de los 253 mil puestos de trabajo que ya se han perdido.
Finalmente, lo único bueno: López Obrador, en esa misma carta, señaló lo que se debe hacer y, entre otras cosas, estableció como líneas de acción el combate a los monopolios, la urgencia de contar con una verdadera reforma fiscal que acabe con los paraísos fiscales, la necesidad de impulsar la inversión en el sector energético, así como la reducción del gasto corriente y el rechazo al Tratado de Libre Comercio.
Por ello, sería muy conveniente para millones de mexicanos que tanto Agustín Carstens como Felipe Calderón lean esa carta. Sobre advertencia, no hay engaño.