Gurría y Ortiz, parejita feliz, a coro con Los Pinos
La Jornada / Carlos Fernández Vega / México, SA
Será porque vivieron todas las crisis económico-financieras de los 80 y 90, pero el hecho es que a punto de tocar tierra el huracán que viene del norte, dos prohombres de la famiglia feliz de la clase financiera gubernamental asomaron la cabeza para aconsejar a los mexicanos “no tener miedo” a la recesión estadunidense, ya que el país está “mejor posicionado que nunca”.
Nadie sabe qué quisieron decir con eso de “mejor que nunca”, porque el crecimiento económico de los últimos siete años ha sido el menor en casi cinco lustros, pero José Angel Gurría y Guillermo Ortiz Martínez (hoy al frente de la OCDE y del Banco de México, respectivamente, pero en el pasado no lejano integrantes del grupo que provocó la cadena de crisis económico-financieras en el país) son ese par de felices integrantes de la familia financiera del gobierno federal que se animaron –haciendo coro con el inquilino de Los Pinos– a recomendar a los mexicanos (quienes padecieron en carne propia la crudeza y recurrencia de las sacudidas) que se calmen, que no pasa nada y que, al igual que ellos, sean felices.
Hombres de piel curtida y nervio templado en eso de las crisis, porque siempre estuvieron amparados por el poder político y cubiertos por el presupuesto, Gurría y Ortiz dijeron más o menos lo mismo en aquellos aciagos tiempos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, cuando un día sí y el siguiente también se registraban convulsiones económicas y financieras, que “resolvían” a golpe de recortes presupuestales, “reformas estructurales” y medidas draconianas que dejaron en la calle a millones de mexicanos de a pie, junto con un elevadísimo número de micro, pequeños y medianos empresarios, sólo en espera de la siguiente convulsión.
A pesar de los destrozos por ellos causados y el enorme costo social de sus “medidas anticrisis”, Gurría y Ortiz, ambos ex secretarios de Hacienda, entre otros cargos, no sólo mantienen la sonrisa, sino la chamba, y ahora recomiendan serenidad y paciencia (como Kaliman y Solín antes de ser despedazados por los malosos) frente a la sacudida que ya toca tierra, pues desde sus respectivas posiciones (el primero en París; el segundo en la oficina principal el Banco de México encargado de “controlar” la inflación) gentilmente regalan una imagen de tranquilidad, pero los que pagan las consecuencias no pueden más que estar al borde un ataque de nervios.
Desde París, sede de la OCDE, Gurría recomienda “siempre estar tratando de adelantarse” a las sacudidas económico-financieras, filosofía que como funcionario federal e integrante de la familia feliz de la clase financiera gubernamental tendría que haber aplicado en su momento, porque desde la crisis de 1982 este personaje ya volaba en las altas esferas de la Secretaría de Hacienda.
No lo hizo, pero muchos años después lo recomienda desde Davos, durante los trabajos del Foro Económico Mundial, amén de recetar la fórmula mágica para evitar la convulsión: “no hay que tener miedo. El miedo paraliza. Lo que hay que hacer es estar muy atentos y alerta y siempre estar tratando de adelantarse. El asunto de que si hay recesión o no francamente me parece académico. Lo que es claro es que Estados Unidos está creciendo mucho menos”. De cualquier forma, “tendrá un efecto sobre México en un grado incierto. ¿Cuánto le va a afectar a México? Pues va a depender de qué tan diversificados estemos y de qué tipo de productos estemos haciendo y de qué tan fuerte sea nuestra propia economía interna, nuestro consumo e inversión interna” (tal vez “olvidó” el brutal grado de dependencia de la economía mexicana con la estadunidense).
En el mismo foro, Guillermo Ortiz utilizó la jerga boxística para definir el tamaño del problema: “nos encontramos en el primero o segundo asalto; se trata de un combate a 15 asaltos”, y en este sentido México, dijo, “está mejor preparado que nunca”.
A pesar de todo, ambos personajes reconocieron, sin perder la sonrisa, que indudablemente la recesión estadunidense cobrará factura en México, porque “no puede escapar de las consecuencias” recesivas “por los vínculos comerciales y financieros”.
Menos sonrientes que el citado par, otros participantes en el Foro de Davos subrayaron que “el debilitamiento de la actividad económica estadunidense, sobre todo del consumo privado, va a ralentizar el crecimiento del resto de las economías del mundo, especialmente en países con un importante volumen de exportaciones a esa nación, como México”, cuya economía fue calificada como la “más vulnerable” en esta nueva sacudida.
Lo anterior, porque México exporta un alto porcentaje de su PIB (25 por ciento) a una sola nación, Estados Unidos, convirtiéndolo así en “mucho más vulnerables a los vaivenes de la economía estadunidense”, amén que el sector hipotecario mexicano también puede salir dañado.
En resumidas cuentas, “México se encuentra en una situación de riesgo ante la actual crisis en Estados Unidos, debido a que su economía depende de sus exportaciones a esa nación; México tiene un problema. Lo siento: si Estados Unidos entra en recesión, es totalmente imposible que no le afecte a México” (Stephen Roach, del banco de inversiones Morgan Stanley).
Las rebanadas del pastel
Parece que al pianista que despacha en la Secretaría del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, no le alcanzó el dinero para la frase completa. Ordenó desplegar una “manta” a la entrada de la dependencia pública con el siguiente texto: “En esta secretaría no se tramitan asuntos penales”, pero faltó “…ni laborales, pero sí empresariales, y más si son de Germán Larrea”… En breve, los mexicanos sabrán cuánto pagaron por la generosa fiesta de cumpleaños celebrada en Los Pinos el pasado 17 de agosto con motivo del onomástico de Felipe Calderón, pues el IFAI ordenó a la Presidencia de la República (que había negado la información) la entrega de documentos que constaten los gastos humanos, financieros, materiales y etílicos destinados a tal fin.
Será porque vivieron todas las crisis económico-financieras de los 80 y 90, pero el hecho es que a punto de tocar tierra el huracán que viene del norte, dos prohombres de la famiglia feliz de la clase financiera gubernamental asomaron la cabeza para aconsejar a los mexicanos “no tener miedo” a la recesión estadunidense, ya que el país está “mejor posicionado que nunca”.
Nadie sabe qué quisieron decir con eso de “mejor que nunca”, porque el crecimiento económico de los últimos siete años ha sido el menor en casi cinco lustros, pero José Angel Gurría y Guillermo Ortiz Martínez (hoy al frente de la OCDE y del Banco de México, respectivamente, pero en el pasado no lejano integrantes del grupo que provocó la cadena de crisis económico-financieras en el país) son ese par de felices integrantes de la familia financiera del gobierno federal que se animaron –haciendo coro con el inquilino de Los Pinos– a recomendar a los mexicanos (quienes padecieron en carne propia la crudeza y recurrencia de las sacudidas) que se calmen, que no pasa nada y que, al igual que ellos, sean felices.
Hombres de piel curtida y nervio templado en eso de las crisis, porque siempre estuvieron amparados por el poder político y cubiertos por el presupuesto, Gurría y Ortiz dijeron más o menos lo mismo en aquellos aciagos tiempos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, cuando un día sí y el siguiente también se registraban convulsiones económicas y financieras, que “resolvían” a golpe de recortes presupuestales, “reformas estructurales” y medidas draconianas que dejaron en la calle a millones de mexicanos de a pie, junto con un elevadísimo número de micro, pequeños y medianos empresarios, sólo en espera de la siguiente convulsión.
A pesar de los destrozos por ellos causados y el enorme costo social de sus “medidas anticrisis”, Gurría y Ortiz, ambos ex secretarios de Hacienda, entre otros cargos, no sólo mantienen la sonrisa, sino la chamba, y ahora recomiendan serenidad y paciencia (como Kaliman y Solín antes de ser despedazados por los malosos) frente a la sacudida que ya toca tierra, pues desde sus respectivas posiciones (el primero en París; el segundo en la oficina principal el Banco de México encargado de “controlar” la inflación) gentilmente regalan una imagen de tranquilidad, pero los que pagan las consecuencias no pueden más que estar al borde un ataque de nervios.
Desde París, sede de la OCDE, Gurría recomienda “siempre estar tratando de adelantarse” a las sacudidas económico-financieras, filosofía que como funcionario federal e integrante de la familia feliz de la clase financiera gubernamental tendría que haber aplicado en su momento, porque desde la crisis de 1982 este personaje ya volaba en las altas esferas de la Secretaría de Hacienda.
No lo hizo, pero muchos años después lo recomienda desde Davos, durante los trabajos del Foro Económico Mundial, amén de recetar la fórmula mágica para evitar la convulsión: “no hay que tener miedo. El miedo paraliza. Lo que hay que hacer es estar muy atentos y alerta y siempre estar tratando de adelantarse. El asunto de que si hay recesión o no francamente me parece académico. Lo que es claro es que Estados Unidos está creciendo mucho menos”. De cualquier forma, “tendrá un efecto sobre México en un grado incierto. ¿Cuánto le va a afectar a México? Pues va a depender de qué tan diversificados estemos y de qué tipo de productos estemos haciendo y de qué tan fuerte sea nuestra propia economía interna, nuestro consumo e inversión interna” (tal vez “olvidó” el brutal grado de dependencia de la economía mexicana con la estadunidense).
En el mismo foro, Guillermo Ortiz utilizó la jerga boxística para definir el tamaño del problema: “nos encontramos en el primero o segundo asalto; se trata de un combate a 15 asaltos”, y en este sentido México, dijo, “está mejor preparado que nunca”.
A pesar de todo, ambos personajes reconocieron, sin perder la sonrisa, que indudablemente la recesión estadunidense cobrará factura en México, porque “no puede escapar de las consecuencias” recesivas “por los vínculos comerciales y financieros”.
Menos sonrientes que el citado par, otros participantes en el Foro de Davos subrayaron que “el debilitamiento de la actividad económica estadunidense, sobre todo del consumo privado, va a ralentizar el crecimiento del resto de las economías del mundo, especialmente en países con un importante volumen de exportaciones a esa nación, como México”, cuya economía fue calificada como la “más vulnerable” en esta nueva sacudida.
Lo anterior, porque México exporta un alto porcentaje de su PIB (25 por ciento) a una sola nación, Estados Unidos, convirtiéndolo así en “mucho más vulnerables a los vaivenes de la economía estadunidense”, amén que el sector hipotecario mexicano también puede salir dañado.
En resumidas cuentas, “México se encuentra en una situación de riesgo ante la actual crisis en Estados Unidos, debido a que su economía depende de sus exportaciones a esa nación; México tiene un problema. Lo siento: si Estados Unidos entra en recesión, es totalmente imposible que no le afecte a México” (Stephen Roach, del banco de inversiones Morgan Stanley).
Las rebanadas del pastel
Parece que al pianista que despacha en la Secretaría del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, no le alcanzó el dinero para la frase completa. Ordenó desplegar una “manta” a la entrada de la dependencia pública con el siguiente texto: “En esta secretaría no se tramitan asuntos penales”, pero faltó “…ni laborales, pero sí empresariales, y más si son de Germán Larrea”… En breve, los mexicanos sabrán cuánto pagaron por la generosa fiesta de cumpleaños celebrada en Los Pinos el pasado 17 de agosto con motivo del onomástico de Felipe Calderón, pues el IFAI ordenó a la Presidencia de la República (que había negado la información) la entrega de documentos que constaten los gastos humanos, financieros, materiales y etílicos destinados a tal fin.