Los panistas ya resultaron peores
Por Esto / Alvaro Cepeda Neri / Conjeturas
Durante más de medio siglo (desde 1939 hasta la alternancia en el 2000), los panistas de viejo cuño y sus compañeros de viaje los arribistas, los de El Yunque, “los menores de agua bendita”, se presentaron, para ser contratados electoralmente, como la antítesis, primero del PRM (la refundación del PNR, en 1938) y después del PRI (a partir de 1946, culminación de lo que fueron el PNR y PRM, con Calles, Cárdenas y Alemán). Fueron los panistas, encabezados por el callista Gómez Morín, una oposición dura pero leal, antiviolencia; agresiva y enloquecida con tipos como Diego Fernández de Cevallos, a cuyas huestes calmó Carlos Castillo, el padre putativo de Calderón, con la diferencia de que éste siempre fue un pragmático y aquél un doctrinario.
Empezaron ganando municipios (recuerdo bien cuando se apoderaron de Hermosillo) diputaciones federales y luego locales, hasta que lograron el triunfo en Baja California con Ruffo Appel durante el salinato, en 1989. Y de ahí para el real, fueron en ascenso y se fueron curando de su tirria al poder. Hicieron, de 1939 a 1989, alarde de integridad moral religiosa, de honrados (que siguen confundiendo, que no es lo mismo) eficaces y de no corromperse. Con el foxismo, al alcanzar la Presidencia de la República, probaron los neopanistas que eran corruptos, ineficaces, inmorales religiosamente, sin ética democrática y enemigos del Estado laico y republicano.
De 1989 a la fecha, ya posesionados en gubernaturas, Legislaturas estatales, presidencias municipales, en el Congreso General y en Los Pinos, probaron y comprobaron que no son mejores que sus adversarios y, en muchos casos, hasta son peores. Alcaldes rastreros, homicidas, desobligados; desgobernadores saboteadores del laicismo (como Ramírez Acuña y su sucesor en Jalisco); Francisco Gutiérrez de Velasco, no solamente ya “inmortalizó” a Fox en una estatua, sino que mandó hacer una escultura (malísima copia) de la Sirenita que en honor a un cuento de Andersen pusieron en Noruega, para “inmortalizar” a su esposa y muy mocho pero muestra los senos al aire, en el municipio de Boca del Río (Reforma: 28/XII/07).
Y qué decir de Fox, la alternancia... a más corrupción, nulo crecimiento económico, más pobreza, saqueo a PEMEX, voracidad de su familia: hijastros, hijos, hermanos... ¡y no se diga Mart(h)a! Fue un panista que causó puras desgracias. Eso sí: con golpes de pecho, misa los domingos, visitas a la Basílica, arrumacos y besos frente al Vaticano y tramitaron con el pedófilo Marcial Maciel, su divorcio religioso.
Manuel Espino está dedicado a convertir el país en una sucursal papal, con el visto bueno del nazifascista grupo El Yunque. Panistas y neopanistas no dieron el ancho.
Ahora mismo Calderón no logra ir más allá de ser un presidente más del montón. Y sus demás colaboradores una facción sin capacidad política. Salieron peores. Perderán más elecciones, en el proceso intermedio del 2009. Tendrán una crisis en el 2010, con los aniversarios de los Centenarios. Y se encaminan a la derrota en el 2012.
Durante más de medio siglo (desde 1939 hasta la alternancia en el 2000), los panistas de viejo cuño y sus compañeros de viaje los arribistas, los de El Yunque, “los menores de agua bendita”, se presentaron, para ser contratados electoralmente, como la antítesis, primero del PRM (la refundación del PNR, en 1938) y después del PRI (a partir de 1946, culminación de lo que fueron el PNR y PRM, con Calles, Cárdenas y Alemán). Fueron los panistas, encabezados por el callista Gómez Morín, una oposición dura pero leal, antiviolencia; agresiva y enloquecida con tipos como Diego Fernández de Cevallos, a cuyas huestes calmó Carlos Castillo, el padre putativo de Calderón, con la diferencia de que éste siempre fue un pragmático y aquél un doctrinario.
Empezaron ganando municipios (recuerdo bien cuando se apoderaron de Hermosillo) diputaciones federales y luego locales, hasta que lograron el triunfo en Baja California con Ruffo Appel durante el salinato, en 1989. Y de ahí para el real, fueron en ascenso y se fueron curando de su tirria al poder. Hicieron, de 1939 a 1989, alarde de integridad moral religiosa, de honrados (que siguen confundiendo, que no es lo mismo) eficaces y de no corromperse. Con el foxismo, al alcanzar la Presidencia de la República, probaron los neopanistas que eran corruptos, ineficaces, inmorales religiosamente, sin ética democrática y enemigos del Estado laico y republicano.
De 1989 a la fecha, ya posesionados en gubernaturas, Legislaturas estatales, presidencias municipales, en el Congreso General y en Los Pinos, probaron y comprobaron que no son mejores que sus adversarios y, en muchos casos, hasta son peores. Alcaldes rastreros, homicidas, desobligados; desgobernadores saboteadores del laicismo (como Ramírez Acuña y su sucesor en Jalisco); Francisco Gutiérrez de Velasco, no solamente ya “inmortalizó” a Fox en una estatua, sino que mandó hacer una escultura (malísima copia) de la Sirenita que en honor a un cuento de Andersen pusieron en Noruega, para “inmortalizar” a su esposa y muy mocho pero muestra los senos al aire, en el municipio de Boca del Río (Reforma: 28/XII/07).
Y qué decir de Fox, la alternancia... a más corrupción, nulo crecimiento económico, más pobreza, saqueo a PEMEX, voracidad de su familia: hijastros, hijos, hermanos... ¡y no se diga Mart(h)a! Fue un panista que causó puras desgracias. Eso sí: con golpes de pecho, misa los domingos, visitas a la Basílica, arrumacos y besos frente al Vaticano y tramitaron con el pedófilo Marcial Maciel, su divorcio religioso.
Manuel Espino está dedicado a convertir el país en una sucursal papal, con el visto bueno del nazifascista grupo El Yunque. Panistas y neopanistas no dieron el ancho.
Ahora mismo Calderón no logra ir más allá de ser un presidente más del montón. Y sus demás colaboradores una facción sin capacidad política. Salieron peores. Perderán más elecciones, en el proceso intermedio del 2009. Tendrán una crisis en el 2010, con los aniversarios de los Centenarios. Y se encaminan a la derrota en el 2012.