TLCAN, 14 Años
Revista Proceso
MÉXICO, DF, 26 de diciembre (apro).- El acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá cumplirá 14 años el 1 de enero y los beneficios para el país han sido pocos. Las asimetrías económicas se han ahondado y la apertura del sector agropecuario habrá de impactar negativamente en la economía nacional pese a los augurios optimistas del gobierno federal.
Ello contrasta con el éxito de los acuerdos económicos que establecieron los países europeos para formar la Comunidad y posteriormente la Unión, en que se preveía una cuota financiera de los países más ricos para ayudar a los menos desarrollados como España, y de esa manera impulsar sus respectivas economías. Todo lo contrario con el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN).
La diferente concepción de ambos acuerdos comerciales se ha hecho evidente con el paso de los años. Mientras que en Europa la intención era impulsar un desarrollo en el continente y de esa manera competir con los mercados oriental y americano, el TLCAN tuvo desde su origen una raíz de dominio por parte de Estados Unidos.
Así, por ejemplo, a diferencia de tratados o convenios similares (como el de la Unión Europea), en el TLCAN no se establece organismos centrales de coordinación política o social, sino solamente una secretaría para administrar y ejecutar las resoluciones y mandatos que se derivan del propio tratado.
La experiencia del TLCAN para México ha sido la de la desaparición o el sometimiento de las pequeñas y medianas industrias frente a las trasnacionales. El caso más claro es el de la Coca Cola, que ya ha absorbido a las refresqueras nacionales, y no sólo eso, también ha ampliado su mercado a la venta de agua y de frituras.
Existen múltiples estudios que muestran la poca efectividad para la economía mexicana del TLCAN. Luis Arturo Ortiz, académico del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, desde hace dos años realizó una investigación en la que comparó las cifras de diversas áreas económicas del 1994 al 2004, y reveló que “los datos que arrojan son negativos para el país”.
Por ejemplo, afirmó que “se derrumbó la producción de productos agrícolas; hubo quiebra de muchas empresas en la industria manufacturera, las que antes eran exitosas fueron compradas precisamente por quienes hicieron inversiones extranjeras, como el caso de las industrias tequileras, que en su mayoría son extranjeras, o en la banca, donde 80% es de extranjeros”.
Además de esto, el TLCAN ha favorecido únicamente a diez estados del país, profundizando los desequilibrios al interior de México. En un estudio realizado entonces por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) encontró que, para el 2005, “los beneficios del TLCAN se concentraron regionalmente en el centro y norte del país con 93.9%”.
Mientras que en el aumento al empleo, ningún estudio oficial muestra que haya algún beneficio para México. Hasta el momento la Secretaría de Economía no cuenta con una base de datos que permita disponer de la información sobre este rubro y la mejora de las remuneraciones de los trabajadores de las 19 mil 83 empresas registradas con Inversión Extranjera Directa (IED), en el ámbito del TLCAN.
Con estos antecedentes, la apertura del sector agropecuario del TLCAN, a partir del 1 de enero del 2008, es alarmante para muchas organizaciones.
Por ejemplo, la Confederación Nacional Campesina (CNC) ya advirtió que México ha dejado de percibir 12 mil millones de dólares por la eliminación gradual de aranceles para productos agropecuarios iniciada en 1994 en el marco del TLCAN y que 1.4 millones de productores del país se encuentran en riesgo por la apertura total.
El caso del maíz es de los que más preocupan. Según la CNC, las importaciones del grano podrían superar el año próximo los 10 millones de toneladas, mientras que el precio pagado a los productores nacionales de frijol podría caer 50%.
De igual manera existen denuncias del impacto que tendrá en otras áreas. Tal es el caso de los porcicultores, quienes ya denunciaron que su sector registra actualmente una pérdida de 10 mil millones de pesos y que esta situación se agravará luego de la apertura de la cláusula agraria del TLCAN en enero de 2008.
Frente a ese panorama no se puede tener oídos sordos ante los reclamos de organizaciones sociales, campesinas e indígenas que demandan la renegociación del tema agropecuario. Las consecuencias de por sí negativas a la economía mexicana podrían profundizarse aún más hasta alcanzar las raíces sociales, y con ello transformar las protestas sociales pacíficas en acciones de violencia en el campo mexicano, de por sí castigado por las políticas oficiales asistencialistas.
MÉXICO, DF, 26 de diciembre (apro).- El acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá cumplirá 14 años el 1 de enero y los beneficios para el país han sido pocos. Las asimetrías económicas se han ahondado y la apertura del sector agropecuario habrá de impactar negativamente en la economía nacional pese a los augurios optimistas del gobierno federal.
Ello contrasta con el éxito de los acuerdos económicos que establecieron los países europeos para formar la Comunidad y posteriormente la Unión, en que se preveía una cuota financiera de los países más ricos para ayudar a los menos desarrollados como España, y de esa manera impulsar sus respectivas economías. Todo lo contrario con el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN).
La diferente concepción de ambos acuerdos comerciales se ha hecho evidente con el paso de los años. Mientras que en Europa la intención era impulsar un desarrollo en el continente y de esa manera competir con los mercados oriental y americano, el TLCAN tuvo desde su origen una raíz de dominio por parte de Estados Unidos.
Así, por ejemplo, a diferencia de tratados o convenios similares (como el de la Unión Europea), en el TLCAN no se establece organismos centrales de coordinación política o social, sino solamente una secretaría para administrar y ejecutar las resoluciones y mandatos que se derivan del propio tratado.
La experiencia del TLCAN para México ha sido la de la desaparición o el sometimiento de las pequeñas y medianas industrias frente a las trasnacionales. El caso más claro es el de la Coca Cola, que ya ha absorbido a las refresqueras nacionales, y no sólo eso, también ha ampliado su mercado a la venta de agua y de frituras.
Existen múltiples estudios que muestran la poca efectividad para la economía mexicana del TLCAN. Luis Arturo Ortiz, académico del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, desde hace dos años realizó una investigación en la que comparó las cifras de diversas áreas económicas del 1994 al 2004, y reveló que “los datos que arrojan son negativos para el país”.
Por ejemplo, afirmó que “se derrumbó la producción de productos agrícolas; hubo quiebra de muchas empresas en la industria manufacturera, las que antes eran exitosas fueron compradas precisamente por quienes hicieron inversiones extranjeras, como el caso de las industrias tequileras, que en su mayoría son extranjeras, o en la banca, donde 80% es de extranjeros”.
Además de esto, el TLCAN ha favorecido únicamente a diez estados del país, profundizando los desequilibrios al interior de México. En un estudio realizado entonces por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) encontró que, para el 2005, “los beneficios del TLCAN se concentraron regionalmente en el centro y norte del país con 93.9%”.
Mientras que en el aumento al empleo, ningún estudio oficial muestra que haya algún beneficio para México. Hasta el momento la Secretaría de Economía no cuenta con una base de datos que permita disponer de la información sobre este rubro y la mejora de las remuneraciones de los trabajadores de las 19 mil 83 empresas registradas con Inversión Extranjera Directa (IED), en el ámbito del TLCAN.
Con estos antecedentes, la apertura del sector agropecuario del TLCAN, a partir del 1 de enero del 2008, es alarmante para muchas organizaciones.
Por ejemplo, la Confederación Nacional Campesina (CNC) ya advirtió que México ha dejado de percibir 12 mil millones de dólares por la eliminación gradual de aranceles para productos agropecuarios iniciada en 1994 en el marco del TLCAN y que 1.4 millones de productores del país se encuentran en riesgo por la apertura total.
El caso del maíz es de los que más preocupan. Según la CNC, las importaciones del grano podrían superar el año próximo los 10 millones de toneladas, mientras que el precio pagado a los productores nacionales de frijol podría caer 50%.
De igual manera existen denuncias del impacto que tendrá en otras áreas. Tal es el caso de los porcicultores, quienes ya denunciaron que su sector registra actualmente una pérdida de 10 mil millones de pesos y que esta situación se agravará luego de la apertura de la cláusula agraria del TLCAN en enero de 2008.
Frente a ese panorama no se puede tener oídos sordos ante los reclamos de organizaciones sociales, campesinas e indígenas que demandan la renegociación del tema agropecuario. Las consecuencias de por sí negativas a la economía mexicana podrían profundizarse aún más hasta alcanzar las raíces sociales, y con ello transformar las protestas sociales pacíficas en acciones de violencia en el campo mexicano, de por sí castigado por las políticas oficiales asistencialistas.