QUE LE PROMETERIA EL PELELE AL OREJON DEL CUATEMOCHAS?

Los normales odios anormales

viernes, 19 de octubre de 2007
María Teresa Jardí

"El ex líder moral del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Cuauhtémoc Cárdenas, se pronunció hoy (17/10/07) por reconocer a Felipe Calderón como presidente de México. En entrevista radiofónica con Javier Solórzano para Radio Trece Noticias, Cárdenas reconoció que hay puntos de vista diferentes, sin embargo existe un gobierno constituido (.).

O sea, que a Victoriano Huerta la historia debe dejar de considerarle usurpador y los mexicanos debemos reconocerle como un presidente más de nuestra bananera república.

Porque, si fuera algo más este país, plagado de políticos irredentos, ni por la cabeza le pasaría al ex, ex, ex, líder moral, de cualquier cosa de la que se le haya llamado líder moral, PRD incluido, por odio a AMLO, decir entre líneas también que Pinochet fue un presidente legítimo de Chile y Franco el legítimo Rey de España.

Se moriría el General si pudiera ver en lo que va acabando su hijo por ese odio desbordado y desbocado que le tiene a AMLO, plagado de la envidia que lo ha convertido en un sujeto despreciable incluso por acomplejado.

Los odios son anormales, efectivamente, para casi cualquier sociedad, cultura, país. Pero el odio ha pasado a ser de lo más normal en nuestro país. Al odio se le ha convertido en otra regla del sistema con una gran ayuda prestada por la telecracia.

Y hay que ver la cantidad de bajezas e injusticias que se cometen movidas por el odio que lo mismo se respira en la entrevista que le hiciera un comunicador de Telemundo a Fox, que no resultó a modo de las preparadas por la editorial para que Fox presentara el libro, que quién sabe quién le escribió a Fox, pero que presenta como suyo en gringolandia, por estos días, tratando de salvar el pellejo y los bienes de Marta, su compulsiva obsesión o tardío enamoramiento adolescente, por el que otros críos que también se sueñan escritores y poetas, amenazan con suicidarse, porque, sin alma de ladrón, robar para la amada no les pasa por la cabeza ni en la peor de sus pesadillas de adolescentes.

Por odio, efectivamente, Zedillo encarceló a Raúl Salinas, a Mario Villanueva y al General Rebollo y por odio asesinaron a Abraham Polo Uscanga y a Juan Pablo de Tavira.

Y el odio, que contra Andrés Manuel sienten, hermana a Cuahtémoc Cárdenas con Vicente Fox.

Pero el odio se finca en la envidia y en el complejo de inferioridad que a los que odian de esa manera acompaña como segunda piel.

Zedillo es un acomplejado que envidió siempre a Salinas y el que filtró, innecesariamente, porque a él lo avergonzaba, que de pequeño limpiaba los zapatos de otros, cuando, en realidad, lo que le habría gustado poder declarar, como hacen otros esperpentos de la derecha de nuestro país, que él también había sido educado por Los Legionarios de Cristo, llamados, en las charlas de café entre católicos, "los millonarios de quién sabe de quién", porque Jesús debe querer morirse, y no para resucitar precisamente cada vez que piensa en cómo utilizando su nombre se comportan esos señores que de seguidores de Cristo tienen menos que el Demonio que en el Infierno habita.

O, al menos, educado por los jesuitas. Y lo mismo le sucede por lo que al Poli toca. Lo del doctorado en Yale, le sirve, pero la de moda es Harvard y por lo menos tendría que poder decir que él es egresado de la Ibero, como muchos otros de los impresentables de este país, incluidos Fox y Roberto Hernández. Ser egresado del Instituto Politécnico Nacional afea el currículo del empleado de Procter and Gamble, Alcoa y Union Pacific, consejero de la fundación Bill & Belinda Gates del multimillonario Bill Gates.

Y, no me dirán ustedes, que un gobernante, "legal" como dicen algunos que lo empezarán a llamar dictador el día mismo en que deje el poder, como hacen papilla hoy al mismo Fox que adularon hasta con la mentira para generar el odio necesario en contra de Andrés Manuel, para, legalizado el fraude, convertir en usurpador al pillo de Felipillo, de cuyos cuñados, efectivamente, se hablará con relación a las inexplicables fortunas obtenidas también a la sombra del poder.

Un gobernante que militariza, vía el Estado Mayor Presidencial, el Congreso ¿republicano? cada vez que va a pisarlo él y el que se ve obligado a militarizar todo lugar al que asiste, no tiene vuelta de hoja, es un dictador.

Y no porque los anormales odios sean normales aquí las cosas dejan de ser lo que son.