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viernes, 21 de septiembre de 2007

NOTAS DE AQUI Y ALLA Y DE MAS ALLA

Jorge Camil



Fin de la telecracia

¡Por supuesto que iban a pelear como gatos boca arriba! ¿Qué esperábamos, despojarlos así como así de la gallina de los huevos de oro? Era obvio que la enorme fortuna no podía durarles toda la vida. En un día cualquiera, para desgracia nuestra, los genios de nuestras televisoras descubrieron que los dramas reales o fabricados de la política eran más interesantes (y más redituables) que los sainetes de mujeres en minifalda bañadas en lágrimas. Y aprovechando el mito de nuestra democracia (porque todo comenzó con la apertura de los medios y la alternancia que trajo como maldición a Vicente Fox) los señores de la publicidad descubrieron inexorablemente el estado de bienaventuranza que encontraron las televisoras estadunidenses tras el debate Kennedy-Nixon.

Y no es que nuestras televisoras no ganasen dinero a manos llenas retransmitiendo triviales series estadunidenses, o explotando por cuenta propia el filón inagotable de las telenovelas. Pero al no existir democracia (o apertura, o libertinaje, o como queramos llamarle al fenómeno que padecemos) no podían acceder al jugosísimo negocio de debates presidenciales, entrevistas políticas y comerciales partidistas. Eso vendría como manjar del cielo con la elección presidencial de 2006, en la cual publicistas extranjeros (meretrices que cambian de partido en cada elección presidencial, y que ahora se venden en América Latina con el título de “consultores”) le mostraron a nuestro hoy afligido duopolio televisivo un camino pavimentado en oro macizo.

“¡AMLO es un peligro para México!”, proclamaban mientras recaudaban miles de millones de pesos y arruinaban la primera elección verdaderamente libre de nuestra historia, cuando el verdadero peligro era la falsa democracia que promovían con el dinero de los impuestos. Así, nuestros aguerridos personajes de cámaras y micrófonos pasaron de la época gris, en que el gobierno les ordenaba qué transmitir, a quién entrevistar y cómo informar, a la omnipotente posición de hacedores de reyes, fabricantes de noticias, instigadores de odios y promotores de esperanza; todo mientras se llenaban los bolsillos a manos llenas. Tenían, como el 007 de la pantalla grande, licencia para matar. O lo que es igual, para ganar miles de millones de pesos con el cuento de la política en unos cuántos meses.

Descubrieron que, atractivamente “empaquetados”, el desafuero, los informes presidenciales y las tomas de posesión atraían más ratings que las telenovelas, el futbol y las comedias. ¡Al diablo con la democracia! ¡Viva el caos!, que deja más dinero. Arrastraron candidatos a todos los programas; los pasearon por noticiarios, entrevistas y comedias. Algunos incautos pensaron que vivíamos en Nueva York, y que nuestros medios contribuían a construir la transición democrática, cuando lo que hacían era dinero. Así que ahora hágase de buenos libros, rente películas entretenidas, consígase novia, regrese a la olvidada práctica de cenar y conversar con amigos. ¡La política como diversión ha terminado! Ahora podremos dormir en paz sin cabecear a la una de la mañana mirando mesas redondas interminables, entrevistas “estelares”, reportajes sensacionales sobre videos malditos y pleitos entre los principales actores políticos.

Los analistas hablan hoy de “partidocracia”, y no andan del todo mal, pero lo que está a punto de terminar es la telecracia: la tiranía de las televisoras. Si es desvelado le recomiendo películas antiguas de Hollywood, donde los actores visten de rigurosa etiqueta, beben martinis o champaña y enamoran a rubias despampanantes eternamente vestidas de largo y envueltas en humo de cigarro. Si prefiere el cine nacional están las entrañables cintas de Jorge Negrete, Joaquín Pardavé, Pedro Infante y Sara García.

Con argumentos tan ligeros como ridículos los medios electrónicos alegan que la reforma coarta el derecho a la libertad de expresión. ¿De quién? Si la prohibición pretende impedir que los partidos contraten publicidad, entonces el falso argumento constitucional lo deberían esgrimir los partidos. No las televisoras que son, como su nombre indica, simples “medios” para la expresión de las ideas. Evaden, porque no les conviene, el poderoso argumento de que la reforma pretende tutelar un interés jurídico superior, que es la igualdad de los partidos políticos ante la ley, para garantizar elecciones que no estén manipuladas por los medios y los señores del dinero. Sugieren que se consulte “al pueblo”, olvidando que los legisladores son, precisamente, los representantes del pueblo. Verlos sufrir en cadena nacional fue el mejor espectáculo.

El poderoso don dinero borró rencillas, restauró injurias y eliminó la competencia desleal. ¡Todos a una, Fuenteovejuna!, aparecieron los emisarios del pasado: Javier Alatorre, con argumentos constitucionales, Paty Chapoy, con unos lentes que evocaron al entrañable Fidel Velásquez, y Joaquín López Dóriga, luciendo un suéter que recordaba los tiempos de la vida en rosa. En el segundo round, políticos ambiciosos y televisoras retarán seguramente la reforma electoral en los estados.


Ciudad Perdida

De fracaso en fracaso panista
Un anuncio que pisó callos

* De nuevo la andanada mediática

¡Ah caray! Parece que el pisotón dio en lo más sensible del callo del panismo gobernante y el grito de dolor no ha dejado de escucharse durante los dos días anteriores. Y todo porque Marcelo Ebrard se mandó con aquello del seguro de desempleo.

Y que nadie se confunda, más que espectacular, clientelista o populista, la ayuda que dará el gobierno de la ciudad a quienes pierdan su empleo durante este gobierno, y lo puedan demostrar, contarán con un respaldo económico mensual que les permitirá, cuando menos, tener para pagar el transporte hacia los lugares a los que deberán acudir a solicitar el puesto de trabajo que requieren.

Lo que sucede es bien claro: el gobierno federal fracasó, una vez más, ahora con el programa llamado del “primer empleo”, para el que se invirtieron diferentes subsidios para los patrones –exención del impuesto sobre la renta y sobre pago de nómina, entre otros– por ahí de los 3 mil millones de pesos, y que según la propia Secretaría del Trabajo federal “no cumplió con las expectativas con las que se lanzó”, y con el cinismo habitual de los azules, su titular, Javier Lozano, asegura que “no tiene empacho en reconocer ese fracaso, faltaba más”, remató.

El asunto es que el proyecto dado a conocer por el jefe de Gobierno les dolió hasta la médula, es más, luego de que el anuncio corrió como noticia de primera plana en casi todos los periódicos de influencia nacional, se soltó, como es costumbre, la andanada, por parte de los medios electrónicos, de una serie de especulaciones tendientes a descalificar la medida.

Pero en el gobierno central se tenía muy bien medido el impacto financiero que significaba el seguro de desempleo. Parte de los ahorros logrados con el refinanciamiento de la deuda, que logró ahorros por mil 500 millones de pesos, serían destinados a ese programa, por lo que la sustentabilidad está asegurada.

Desde luego se esperaba, aunque no tan inmediato, el contrataque de las fuerzas federales, el cual provino de los rincones más oscuros de la derecha panista: el despacho de José Luis Luege en la Comisión Nacional del Agua. Desde allí se decretó un aumento al consumo de agua de la gente de la ciudad de hasta 19 por ciento.

La lógica del aumento resulta grotesca: que los dineros del Gobierno del DF no se gasten en programas de ayuda a los más pobres; que no se haga nada que beneficie a los habitantes de la capital. Se trata de ahogar a la administración capitalina para que sus excedentes no vayan a parar en el bolsillo de los desposeídos, y con ello se dejen ver las diferencias entre quien piensa en hacer más ricos a los ricos, y quienes se preocupan por el bienestar de los defeños.

Debido a ello es que se les resta dinero de las participaciones federales, algo así como 4 mil millones en los últimos años; se busca incrementar el precio de las gasolinas, que si en algún lugar de República tendrá efectos negativos es en la capital, y para hacer más agresivo el ataque, se aumenta el precio del agua.

Ahora, en el gabinete de Ebrard se estudia cómo reducir el impacto de los aumentos que vienen, y que llevarán a situaciones de mayor pobreza a la gente de la ciudad de México. Mario Delgado, el secretario de Finanzas, y Laura Velázquez, de Economía, arrastran el lápiz en la búsqueda de fórmulas que den un respiro a la angustiante y peligrosa situación económica que se avecina.

Se espera, desde ya, una respuesta contundente por parte del gobierno capitalino. A ver si no termina Calderón haciendo otro berrinche.

De pasadita

De qué se espantan los que a diario critican a López Obrador y Ebrard porque no reconocen a Calderón como Presidente, si es desde el mismo panismo donde no se le da el título. ¿O qué? nadie supo que Marta Sahagún, en Roma, aseguró que el presidente (Vicente Fox) no da entrevistas. Si Fox es el presidente, entonces Calderón seguramente es uno falso, un espurio. Ni duda les cabe.