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martes, 7 de agosto de 2007

EL PAPA NO CASTIGARA AL SACERDOTE PEDERASTA MARCIAL MACIEL

El Papa sabe que Marcial Maciel es culpable

*No le pedirá que cuelgue los hábitos

Eve Gil

(…) En aquellos años había que optar por el fascismo o por el comunismo y éste era el que declaró, en un cuerpo de doctrina, la guerra a la religión. Ahora hay que optar entre democracia liberal o comunismo y éste sigue siendo abiertamente ateo (…) ¡Convertir a los judíos! Ay qué inocentes los que no entendieron la alianza que establecí entre mi universidad consentida y los sionistas (…) (diálogos de Felonía).

Un católico devoto, Francisco —Paco— Prieto (escritor mexicano nacido en 1942) publica, en una editorial asimismo católica, Jus, un libro que demuestra que la crítica no necesariamente tiene que ser destructiva, antes bien, y como lo demostró José Revueltas al arremeter contra los líderes del comunismo, en el que creía con toda su alma, puede ser un acto de amor: Felonía, escrito para el teatro, aborda de manera impactante el caso del padre Marcial Maciel, aludido aquí como Nuestro Padre.

“¿Cómo es posible que los católicos —se pregunta Paco Prieto—, que atacaban a los comunistas por los juicios de Moscú, terminan haciendo lo mismo? ¡No puede ser! Estoy confiado en que la Iglesia es algo más que Norberto y las monjas de la caridad pero la verdad es fundamental, y nada es más curativo que nombrar las cosas.”

Acto de traicionar

El título de la obra—Felonía— alude al acto de traicionar. ¿Qué mayor traición que mostrarse ante tus discípulos como un santo para luego abusar sexualmente de ellos?

Señala Fernando M. González en el polémico prólogo a esta edición: “Qué difícil resulta desde esta perspectiva concebirse como víctima de una pieza para servir de espejo perfecto al seductor que se muestra como si careciera de fisuras…”
El también novelista y autor de otras obras dramáticas como Lutero o el criado de Dios y Salomé o el amor de Dios, Paco Prieto señala que desde el principio consideró que el teatro era el medio más apropiado para expresar su sentir como católico indignado, proyectado de algún modo en el personaje llamado simplemente El Autor:

“El teatro —dice— tiene una fuerza de presencia tremenda. Claro, depende también del director y de los actores. Si la obra está bien dirigida y bien actuada, la gente no se va, se clava en el asiento, salvo que se sienta ofendidísima. Pero si no, hasta siente pudor de retirarse. Por tanto, el teatro es muy efectivo para plantear estos problemas. Mientras que la novela, si tú la empiezas a leer y algo te incomoda, tan sencillo como hacerla de lado y olvidarte de ella. Y a mí me interesa mucho que se llegue hasta el final de esto.”

“Mira, sentí mucha ira contra la jerarquía eclesiástica: ¡esa falta absoluta de respeto al próximo! Un cura me decía: «¿No te das cuenta de que el castigo que le han impuesto a este hombre es el más fuerte para un sacerdote? No puede oficiar, ni ejercer los sacramentos. Está ordenado a penitencia, ayuno y oración». Queda clarísimo que el papa Benedicto sabe que es culpable. Pero la Iglesia no puede lavarse las manos de esa forma. Habría de pedir perdón públicamente o colgar los hábitos, pero es el paso que la Iglesia no ha querido dar.”

Seductor y actor

Francisco Prieto está convencido de que, además de ser un seductor, Maciel es un actor capaz de oficiar una misa que arrancara las lágrimas de los feligreses que ni por asomo habrían dudado de la fe y grandeza de ese hombre, “pero es un zorro en realidad. Fernando González, que ha investigado todo este asunto, me ha dicho que todo tiene su origen en que el papá de Maciel era un macho que lo veía como un muchacho muy delicado, como al hijo consentido de mamá, y decidió mandarlo con los arrieros para que «se hiciera hombre», y al parecer los arrieros lo introdujeron a todo esto, es decir, el muchacho no podía con ellos, pero ellos sí podían con él, y es toda este círculo vicioso del que fue violado, y brutalmente además.”
Sigue Paco Prieto:

“Claro, hay un momento en que tú tienes un ideal, tienes fe, una superestructura ideológica. Proviene [Maciel] de una familia de curas y monjas. Su tío, el hoy santo Guízar y Valencia, lo sacó del seminario y le sugirió dedicarse a otra cosa. Fue otro tío cura que en otra diócesis lo ordenó sacerdote. Terminó convertido en un gran promotor empresarial que puso una universidad y un colegio al servicio de las clases más poderosas.”

Paco Prieto, periodista cultural y ex colaborador del suplemento La Cultura en México-Siempre!, recuerda:

“Mi esposa hizo una observación a uno de estos empresarios. Respecto a que sus planteles no tenían rampas para personas para discapacidad, a lo que éste respondió que «ésos [los discapacitados] no les interesaban porque no pueden ser líderes». Ese no es un pensamiento cristiano. Otro tipo al que conocí por casualidad me habló de lo mucho que admiraba a Marcial Maciel. Según me dijo, Maciel había dicho que ¿para qué tener parroquias y cosas de esas?, ¿para qué llegar a cincuenta o cien personas si se puede llegar a los líderes de toda una nación? El proyecto de poder es, entonces, clarísimo.”

Por la tercera edición

Felonía ya va por su tercera edición, “aunque a veces dudo si es por el libro o porque los Legionarios de Cristo andan comprándolo”, dice riendo Francisco Prieto, quien agrega que hasta el momento no ha sufrido represalias de ningún tipo; no todavía, aunque se sabe de casos como el del cineasta Carlos Carrera al que se le cerraron varias puertas a raíz de su película El crimen del padre Amaro.

En la más reciente lectura de esta obra estuvieron presentes unos ex Legionarios, de los cuales Paco Prieto sólo conocía a Héctor Barba, quien lo auxilió a pulir los errores de la primera versión. Luis de Tavira y Víctor Hugo Rascón Banda (a mi parecer el ideal para montar esta obra) se han interesado en este texto, aunque es probable que termine siendo montado por Gilda Salinas:

“Barba me hizo ver, por ejemplo, que Maciel en su vida había escuchado a Bach, que lo que le gustaba escuchar era Las bicicletas, La Borrachita. A nivel de apreciación artística, Maciel no se desarrolló jamás. Barba, aunque no lo puedo asegurar, debe haber enviado copias de Felonía al extranjero, porque son muchos los casos de abuso sexual fuera de México, algo impresionante: en Australia, en Estados Unidos, en varios estados norteamericanos. En Irlanda. Apenas la semana pasada me envío un mail un irlandés cuyo nombre me causó mucha gracia: John Lennon, que trabaja en una editorial y se interesa en traducirla. Para ellos es muy importante; para mí también porque me interesa mucho la puesta en escena.”