CONJETURAS
Alvaro Cepeda Neri
miércoles, 01 de agosto de 2007
Condón, píldora y aborto
Bonita cosa con la iglesia (cristiana-católica, lo cual hay que especificar ya que no todas las iglesias cristianas están en esa postura) que nada le parece y sus acólitos, por querer salvar sus almas, en lugar de irse a un convento, reprueban lo que se establece como un derecho para la mujer, a la que milenariamente han subestimado, porque esa iglesia, además de masculinizada (machista) es patriarcal y le niega la igualdad religiosa a las mujeres.
Si se trata del condón, se oponen. Si es la píldora (del día siguiente) la descalifican. Y si es el aborto, ponen el grito en el cielo y lanzan anatemas, pasando por encima de su texto canónico, que llegan al extremo de excomulgar a los creyentes de ese rito y cerrarles las puertas del más allá, si es que se hace uso de cualquiera de esos métodos anticonceptivos y de un mínimo de prevención de enfermedades, las relaciones sexuales rebajadas a un simple instinto de animales irracionales.
El maltrato a las mujeres implica, también, el ser discriminadas y el que hayan tenido que ir a la zaga de los derechos como parte de la humanidad. Dentro de los plazos, científica y técnicamente probados, han de decidir sobre su embarazo y la maternidad conforme a su individualidad y el ejercicio de sus libertades jurídicamente vigentes, sin necesidad de tutelas, salvo que ellas, también libremente, requieran de asesorías incluyendo la religiosa conforme a sus creencias o su laicismo.
De lo que se trata y está en cuestión es de que ninguna mujer debe tener hijos no deseados y tener el derecho a interrumpir la gestación. Así como de usar la píldora del día siguiente y exigir el uso del condón a su pareja. El machismo clerical de antiguos prejuicios antifemeninos, con todo y sus amenazas ultramundanas con sanciones terrenales fueron y son recursos del arsenal inquisitorial, contra los cuales mujeres y hombres lograron, finalmente, derrotar históricamente a los portadores de anatemas.
Condenar el condón, la píldora y el aborto es querer resucitar lo más perverso del oscurantismo clerical cuyos apocalípticos profetas, supuestamente en posesión de mandatos divinos de sus dioses, son dueños de la verdad absoluta. Y éstos sí se ostentan como quienes pueden decidir e imponer, biológicamente, la última palabra. La cleptocracia, usurpando funciones que no le corresponde, se ostenta como la única que, con su docta ignorancia, decide cuándo inicia y muere la vida, a la que confunden con su tarea de salvar almas.
Concebir o no, interrumpir el embarazo o no y resolver sobre la maternidad son derechos individuales de las mujeres, sea cual sea su filiación religiosa. Lo mismo pasa con usar o no el condón y la de ingerir o no la píldora. Si la Corte, tras su modernidad democrática y republicana para interpretar la Constitución, en el caso de la queja de la PGR y la CNDH, resolviera echar abajo la vigencia del aborto en la jurisdicción del Distrito Federal, se haría cómplice de prejuicios antiguos y provocaría la rebelión social.
miércoles, 01 de agosto de 2007
Bonita cosa con la iglesia (cristiana-católica, lo cual hay que especificar ya que no todas las iglesias cristianas están en esa postura) que nada le parece y sus acólitos, por querer salvar sus almas, en lugar de irse a un convento, reprueban lo que se establece como un derecho para la mujer, a la que milenariamente han subestimado, porque esa iglesia, además de masculinizada (machista) es patriarcal y le niega la igualdad religiosa a las mujeres.
Si se trata del condón, se oponen. Si es la píldora (del día siguiente) la descalifican. Y si es el aborto, ponen el grito en el cielo y lanzan anatemas, pasando por encima de su texto canónico, que llegan al extremo de excomulgar a los creyentes de ese rito y cerrarles las puertas del más allá, si es que se hace uso de cualquiera de esos métodos anticonceptivos y de un mínimo de prevención de enfermedades, las relaciones sexuales rebajadas a un simple instinto de animales irracionales.
El maltrato a las mujeres implica, también, el ser discriminadas y el que hayan tenido que ir a la zaga de los derechos como parte de la humanidad. Dentro de los plazos, científica y técnicamente probados, han de decidir sobre su embarazo y la maternidad conforme a su individualidad y el ejercicio de sus libertades jurídicamente vigentes, sin necesidad de tutelas, salvo que ellas, también libremente, requieran de asesorías incluyendo la religiosa conforme a sus creencias o su laicismo.
De lo que se trata y está en cuestión es de que ninguna mujer debe tener hijos no deseados y tener el derecho a interrumpir la gestación. Así como de usar la píldora del día siguiente y exigir el uso del condón a su pareja. El machismo clerical de antiguos prejuicios antifemeninos, con todo y sus amenazas ultramundanas con sanciones terrenales fueron y son recursos del arsenal inquisitorial, contra los cuales mujeres y hombres lograron, finalmente, derrotar históricamente a los portadores de anatemas.
Condenar el condón, la píldora y el aborto es querer resucitar lo más perverso del oscurantismo clerical cuyos apocalípticos profetas, supuestamente en posesión de mandatos divinos de sus dioses, son dueños de la verdad absoluta. Y éstos sí se ostentan como quienes pueden decidir e imponer, biológicamente, la última palabra. La cleptocracia, usurpando funciones que no le corresponde, se ostenta como la única que, con su docta ignorancia, decide cuándo inicia y muere la vida, a la que confunden con su tarea de salvar almas.
Concebir o no, interrumpir el embarazo o no y resolver sobre la maternidad son derechos individuales de las mujeres, sea cual sea su filiación religiosa. Lo mismo pasa con usar o no el condón y la de ingerir o no la píldora. Si la Corte, tras su modernidad democrática y republicana para interpretar la Constitución, en el caso de la queja de la PGR y la CNDH, resolviera echar abajo la vigencia del aborto en la jurisdicción del Distrito Federal, se haría cómplice de prejuicios antiguos y provocaría la rebelión social.