MEXICO, S.A.
Carlos Fernández-Vega
* El Presidente y su fijación por la deuda del DF
* El tema de campaña retorna a la palestra política
* Uso meramente propagandístico
* Que también se preocupe por la de 4 estados
Tema central en la campaña calderonista por Los Pinos, el de la deuda pública del Distrito Federal retorna a la palestra política, pero ahora a nivel de "mandatarios", y lo que en términos llanos debe ser una simple autorización de negociación financiera se ha convertido en punto toral en el estira y afloja del "reconocimiento" que uno supuestamente le "debe" al otro. Y en medio, los que habitan la macro urbe.
Pues bien, después de varios intentos de deslinde mediático, parece que el inquilino de Los Pinos, y justo en el límite, dijo que "he instruido al secretario Agustín Carstens para que analice con las autoridades del Distrito Federal las distintas alternativas para que podamos aliviar esa condición que frena las posibilidades de desarrollo de la ciudad". Lo anterior, porque "sé que el Distrito Federal ha solicitado la intervención de mi gobierno para resolver este problema", cuyo crecimiento "ha sido muy notable en los últimos años al pasar de 12 mil millones de pesos a finales de 1997, a más de 44 mil millones de pesos al cierre de 2006".
Desde luego que la deuda pública del distrito Federal, como la de cualquier otro estado de la República, no es un bombón (de allí la necesidad de renegociarla), pero la fijación que tiene Calderón por dicho débito es para uso meramente propagandístico. Dice el inquilino de Los Pinos que el aumento en este indicador "ha sido muy notable en los últimos años" (léase los del PRD sentado en el gobierno capitalino), como si fuera el único.
En efecto, de 1997 a 2006 (gobiernos de Cuauhtémoc, Rosario y Andrés Manuel) el saldo de la deuda pública del Distrito Federal se incrementó 275 por ciento, en términos reales, lo que sin duda es un crecimiento de consideración que haya que pagar. El problema es que la fijación del michoacano se viste de negro y amarillo, porque en el periodo 1993-1997 (regencias priístas) el aumentó del mencionado débito fue cercano a mil 200 por ciento, también en términos reales, o lo que es lo mismo, una diferencia de cuatro veces, pero de esto último el inquilino de Los Pinos, y antes candidato panista, no ha dicho ni pío.
Al finalizar 1993, cuando Manuel Camacho apenas dejaba la regencia, con Marcelo Ebrard Casaubon a su lado, la deuda pública del Distrito Federal equivalía a 0.08 por ciento del producto interno bruto (PIB) del Distrito Federal. Su relevó, Manuel Aguilera Gómez (noviembre de 1993 al cierre del sexenio zedillista), aumentó ese indicador a 0.10 por ciento. Llegó Oscar Espinosa Villarreal (1994-1997) y esa proporción creció a 0.37 por ciento del PIB local, un avance de 4.6 tantos en tan sólo cuatro años, y en ese entonces no se registró una horrorizada declaración del michoacano, como tampoco en los siguientes ocho años (1998-2006), cuando Cuauhtémoc y Rosario llevaron la deuda pública del Distrito Federal a 0.52 por ciento del PIB local, y Andrés Manuel la redujo a 0.48 por ciento.
El punto más elevado de la deuda pública del Distrito Federal, con el Peje al frente, se registró en 2003, cuando el saldo fue de 49 mil 267 millones de pesos, equivalente a 0.6 por ciento del producto interno bruto local. De allí para abajo, hasta llegar a 0.48 por ciento (estadísticas de la Secretaría de Hacienda, como las demás referidas), equivalente a 44 mil 85.9 millones. Pero llegó la campaña electoral y con ella la histeria calderonista.
Entonces, con escaso poder de convencimiento, el inquilino de Los Pinos asegura que al "instruir" a Carstens para que "analice" la negociación de la deuda pública del DF (algo que Ebrard asegura tener cocinado), "mi propósito es servir a la ciudadanía sin distingos, sin distingos de partido político y sin distingos de región, mi propósito es servir a los habitantes del Distrito Federal para que puedan enfrentar los enormes problemas que en esta ciudad como en muchas otras se viven de inseguridad, de infraestructura hidráulica y otras".
En tiempos de la campaña electoral, el michoacano sólo se ocupó de la deuda pública del Distrito Federal en el periodo 2000-2006, por lo que llamó "el mayor aumento en el contexto de las entidades de la República". En los hechos, en el citado periodo el débito de la capital se incrementó 53.5 por ciento, a pesar de que la estadística de Hacienda documentaba que la de Chihuahua creció 338.83 por ciento, la de Nuevo León 90 por ciento y la de Jalisco 71 por ciento.
Instalado en Los Pinos, repite el numerito y se dice "preocupado" por el "notable crecimiento" de la deuda pública del Distrito Federal. Ya que su único "propósito es servir a la ciudadanía sin distingos", tendría que hacer una declaración similar e instruir de igual forma al secretario Carstens para que atienda el mismo problema en Chihuahua, cuyo débito público creció 310 por ciento de 1997 a 2006; 150 por ciento el de Nuevo León; 120 por ciento el de Jalisco; 100 por ciento el del estado de México, y, en términos generales, 175 por ciento la de todas las entidades de la República, hasta acumular más de 160 mil millones de pesos.
De no ser así, se confirma la necesidad de que el inquilino de Los Pinos asista al oftalmólogo para que le corrija el defecto visual de ver todo en negro y amarillo, además del vicio de pedir reconocimiento por todo.
Las rebanadas del pastel
Una buena y otra mala para los trabajadores de la industria manufacturera en el país: la primera, que el empleo en este renglón creció 0.9 por ciento en mayo de 2007; la mala, que con todo y aumento, el número de ocupados en el sector resulta aún menor que el registrado en 1993 (un año antes del crac de los errores de diciembre), de tal suerte que se reporta una pérdida neta cercana a 130 mil de plazas laborales en el periodo.
* El Presidente y su fijación por la deuda del DF
* El tema de campaña retorna a la palestra política
* Uso meramente propagandístico
* Que también se preocupe por la de 4 estados
Tema central en la campaña calderonista por Los Pinos, el de la deuda pública del Distrito Federal retorna a la palestra política, pero ahora a nivel de "mandatarios", y lo que en términos llanos debe ser una simple autorización de negociación financiera se ha convertido en punto toral en el estira y afloja del "reconocimiento" que uno supuestamente le "debe" al otro. Y en medio, los que habitan la macro urbe.
Pues bien, después de varios intentos de deslinde mediático, parece que el inquilino de Los Pinos, y justo en el límite, dijo que "he instruido al secretario Agustín Carstens para que analice con las autoridades del Distrito Federal las distintas alternativas para que podamos aliviar esa condición que frena las posibilidades de desarrollo de la ciudad". Lo anterior, porque "sé que el Distrito Federal ha solicitado la intervención de mi gobierno para resolver este problema", cuyo crecimiento "ha sido muy notable en los últimos años al pasar de 12 mil millones de pesos a finales de 1997, a más de 44 mil millones de pesos al cierre de 2006".
Desde luego que la deuda pública del distrito Federal, como la de cualquier otro estado de la República, no es un bombón (de allí la necesidad de renegociarla), pero la fijación que tiene Calderón por dicho débito es para uso meramente propagandístico. Dice el inquilino de Los Pinos que el aumento en este indicador "ha sido muy notable en los últimos años" (léase los del PRD sentado en el gobierno capitalino), como si fuera el único.
En efecto, de 1997 a 2006 (gobiernos de Cuauhtémoc, Rosario y Andrés Manuel) el saldo de la deuda pública del Distrito Federal se incrementó 275 por ciento, en términos reales, lo que sin duda es un crecimiento de consideración que haya que pagar. El problema es que la fijación del michoacano se viste de negro y amarillo, porque en el periodo 1993-1997 (regencias priístas) el aumentó del mencionado débito fue cercano a mil 200 por ciento, también en términos reales, o lo que es lo mismo, una diferencia de cuatro veces, pero de esto último el inquilino de Los Pinos, y antes candidato panista, no ha dicho ni pío.
Al finalizar 1993, cuando Manuel Camacho apenas dejaba la regencia, con Marcelo Ebrard Casaubon a su lado, la deuda pública del Distrito Federal equivalía a 0.08 por ciento del producto interno bruto (PIB) del Distrito Federal. Su relevó, Manuel Aguilera Gómez (noviembre de 1993 al cierre del sexenio zedillista), aumentó ese indicador a 0.10 por ciento. Llegó Oscar Espinosa Villarreal (1994-1997) y esa proporción creció a 0.37 por ciento del PIB local, un avance de 4.6 tantos en tan sólo cuatro años, y en ese entonces no se registró una horrorizada declaración del michoacano, como tampoco en los siguientes ocho años (1998-2006), cuando Cuauhtémoc y Rosario llevaron la deuda pública del Distrito Federal a 0.52 por ciento del PIB local, y Andrés Manuel la redujo a 0.48 por ciento.
El punto más elevado de la deuda pública del Distrito Federal, con el Peje al frente, se registró en 2003, cuando el saldo fue de 49 mil 267 millones de pesos, equivalente a 0.6 por ciento del producto interno bruto local. De allí para abajo, hasta llegar a 0.48 por ciento (estadísticas de la Secretaría de Hacienda, como las demás referidas), equivalente a 44 mil 85.9 millones. Pero llegó la campaña electoral y con ella la histeria calderonista.
Entonces, con escaso poder de convencimiento, el inquilino de Los Pinos asegura que al "instruir" a Carstens para que "analice" la negociación de la deuda pública del DF (algo que Ebrard asegura tener cocinado), "mi propósito es servir a la ciudadanía sin distingos, sin distingos de partido político y sin distingos de región, mi propósito es servir a los habitantes del Distrito Federal para que puedan enfrentar los enormes problemas que en esta ciudad como en muchas otras se viven de inseguridad, de infraestructura hidráulica y otras".
En tiempos de la campaña electoral, el michoacano sólo se ocupó de la deuda pública del Distrito Federal en el periodo 2000-2006, por lo que llamó "el mayor aumento en el contexto de las entidades de la República". En los hechos, en el citado periodo el débito de la capital se incrementó 53.5 por ciento, a pesar de que la estadística de Hacienda documentaba que la de Chihuahua creció 338.83 por ciento, la de Nuevo León 90 por ciento y la de Jalisco 71 por ciento.
Instalado en Los Pinos, repite el numerito y se dice "preocupado" por el "notable crecimiento" de la deuda pública del Distrito Federal. Ya que su único "propósito es servir a la ciudadanía sin distingos", tendría que hacer una declaración similar e instruir de igual forma al secretario Carstens para que atienda el mismo problema en Chihuahua, cuyo débito público creció 310 por ciento de 1997 a 2006; 150 por ciento el de Nuevo León; 120 por ciento el de Jalisco; 100 por ciento el del estado de México, y, en términos generales, 175 por ciento la de todas las entidades de la República, hasta acumular más de 160 mil millones de pesos.
De no ser así, se confirma la necesidad de que el inquilino de Los Pinos asista al oftalmólogo para que le corrija el defecto visual de ver todo en negro y amarillo, además del vicio de pedir reconocimiento por todo.
Las rebanadas del pastel
Una buena y otra mala para los trabajadores de la industria manufacturera en el país: la primera, que el empleo en este renglón creció 0.9 por ciento en mayo de 2007; la mala, que con todo y aumento, el número de ocupados en el sector resulta aún menor que el registrado en 1993 (un año antes del crac de los errores de diciembre), de tal suerte que se reporta una pérdida neta cercana a 130 mil de plazas laborales en el periodo.