DIAS EXTRAÑOS

...andaría deprimidísima o ya de plano le estaría metiendo chido al Prozac, Tafil u otro antidepresivo ponedor, o estaría colgada del pomo como Lindsay Lohan, o tirándome a todo mundo como Britney Spears con tal de no pensar en lo que dijo Elba Esther.

Y es que se siente muy pero muy feo que una sea secretaria de Educación y que salga esta señora restirada en la tele diciendo: yo “no sé” de mi trabajo. ¿Cómo se atreve? Una cosa es que yo no sepa de mi trabajo y otra cosa muy distinta es que lo ande proclamando a los cuatro vientos. ¿A poco yo ando diciendo que Felipe no tiene ni la más remota idea? ¿No, verdad? ¿Acaso yo me meto en su sindicato de maestros zombis? ¿Por qué se mete conmigo? ¿Acaso no le basta con tener a su yerno metido en la Secretaría ahí nomás haciéndose como que trabaja mientras me espía? ¿Creen que no me he dado cuenta?

Yo no merezco esto. Yo iba a ser ¡secretaria de Gobernación! en este gobierno, ¿se dan cuenta? Yo iba a ser la Dama de Hierro de Felipe, yo y nadie más que yo... y me dieron ¡la Secretaría de Eucación! ¿Por qué? Yo no quería Educación, yo quería Gobernación y Felipe lo sabía perfectamente. ¿Qué, tengo cara de autista como Reyes Tamez? ¿No, verdad? ¿Entonces?

Felipe le tiene que poner un alto a esta mujer porque si no quién sabe en dónde van a terminar las cosas. Ahorita dice que yo no sé, al rato se va a ir sobre él y sobre todos, está loca, es una desperate housewife, es como la Medusa de Furia de Titanes, y la verdad es que si ella asegura que yo no sé, yo puedo asegurar que ella sí sabe y sabe demasiado y un día nos vamos a enterar de lo que sabe y no le va a gustar por muy maestra que sea.

¿Debo esperar una disculpa? ¿Debo tomar más Prozac? ¿Debo decirle a Felipe que haga algo? ¿O es que acaso no hay caballeros en este gabinete capaces de defender a una secretaria ofendida? ¿Acaso no hay nadie que respete a una secretaria de Educación?

¡Estoy sentada en el rincón de la mesa de Vasconcelos! ¡Merezco respeto! Y ninguna maestra tiene derecho a decir que no sé nada de educación! ¡Por favor! ¡Yo he escrito libros! ¡Libros! ¿Cómo alguien que “no sabe” puede escribir libros? ¿Alguien me puede explicar eso?

Pero no, no voy a caer en las provocaciones de esta vulgar mujer, no me voy a convertir en su Blanca Nieves... En este preciso instante me voy a arreglar una gira europea para conocer nuevos modelos educativos y voy a pasar a París a comprarme unos zapatos y unas bolsas y unos vestidos, y nada ni nadie va a sacarme de mi felicidad... Así que si me llama Felipe para pedirme disculpas o para decirme que ha hablado con Elba Esther, no estaré para contestarle. Y si me busca el yerno, ¡díganle que dije que no estoy!

Después de todo ella podrá ser muy poderosa y sentirse la reina de México, pero yo soy más bonita. Y eso nadie me lo quita, nadie, ¡ni siquiera tú, Elba Esther!