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* Terminó culpando a Los Pinos
Félix Fuentes
Esa bomba con estruendo a las de Irak y sin parecido a la yucateca de los chistes salió disparada de la tremenda boca del líder panista Manuel Espino. Según dijo, la Presidencia de la República envió operadores políticos al proceso electoral de Yucatán, lo cual contribuyó al derrumbe blanquiazul en esa entidad.
Reveló Espino que el domingo pasado habló con Juan Camilo Mouriño, jefe de la oficina de la Presidencia, para pedirle “con mucho respeto” no enviar operadores a elecciones estatales, pues ni se coordinan con los del PAN.
Se infiere que Mouriño recibió instrucciones de su jefe, el presidente Felipe Calderón, para mandar a Yucatán a los mismos diseñadores del terror impuesto durante el proceso presidencial del 2006. Así se quiso causar estragos a la candidata priísta Ivonne Ortega Pacheco, pero ignoraron al mando panista al actuar por separado.
La denuncia de Espino reafirma la enorme distancia entre el PAN y Los Pinos, sin posibilidades de cerrarla. A la vez exhiben el lodazal en cada elección popular. ¿Qué dicen hoy quienes ponían gritos en el cielo, hablando del “pasado corrupto” y se asombraban de mapaches del PRI?
Respecto a la victoria del PRI sobre el PAN en Yucatán, contundente por cierto, no significa que el viejo partido esté enfilado a reconquistar el poder. Fue apenas un hálito. Para eso se requiere de arduo trabajo, heroico podría decirse, e imitar a la ganadora Ivonne Ortega Pacheco, quien se levantó de 20 puntos en contra.
Ivonne se impuso con 49.12 por ciento de la votación general, contra 42.39 por ciento del blanquiazul Xavier Abreu Sierra, quien al reconocer su derrota entre titubeos se le llenaron los ojos de lágrimas. Los hombres también lloran.
La tránsfuga Ana Rosa Payán obtuvo un decepcionante 3.34 por ciento, lo cual ayudó de alguna manera a la causa priísta, sin ser determinante. Es el destino de quienes se van de sus partidos porque no fueron colmadas sus ambiciones y buscan poder y prebendas en otros órganos políticos. Decenas de militantes del tricolor pagan las consecuencias por chaqueteros.
Pese a pobrezas e injusticias padecidas en Yucatán, el PRD no ha podido penetrar en la población maya. Sólo obtuvo 2.54 por ciento de los votos, lo cual habla del desdén a los colores amarillo y negro.
Así, el PAN perdió su bastión de lujo. Los boshitos le dieron de tal manera la espalda que hasta el Congreso local pasó a manos del PRI.
En su desesperación, Espino proclamó la victoria de Abreu, cuando todavía no eran abiertas las urnas electorales para iniciar el control del Prep. Sabía qué le esperaba y terminó culpando a Los Pinos.
De todos modos, lo sucedido en la península no da para que los priístas echen campanas a vuelo. Su camino es largo y espinoso, a causa del desprestigio acumulado. Lo inmediato es Baja California, donde ya se inscribió para la gubernatura Jorge Hank Rohn, quien invertirá millonadas en la adquisición de votos. Por nada querrá pagar los platos rotos yucatecos.