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jueves, 19 de abril de 2007

LOS ASESINATOS A LA ORDEN DEL DIA EN MEXICO

Uno por hora

josé gil olmos

México, D.F., 18 de abril (apro).- El lunes pasado ocurrió una paradoja, de esas que los escritores llaman cruce de circunstancias, meros accidentes, pero que, en realidad, forman parte de un enorme y complicado mosaico de hechos de violencia.

Mientras en México asesinaban a 25 personas, en Estados Unidos ejecutaban a 33 en la Universidad Politécnica de Virginia. Sin embargo, las dos tragedias fueron tratadas de manera diferente. La última causó conmoción mundial, y la primera simplemente se mencionó en los periódicos locales como algo cotidiano y natural.

Ese día, en ocho estados del país, fueron encontrados los cuerpos de 25 personas ejecutadas. Algunas de ellos tenían los disparos de gracia en la cabeza; otros, huellas de torturas. Todos registraban muestras de la violencia extrema de las que las bandas de narcotraficantes se vanaglorian: las caras cubiertas con cinta industrial gris, mensajes de advertencia clavados sus cuerpos.

Los mismo hombres que mujeres, los 25 ejecutados son parte de una guerra que se da todos los días y que ha comenzado a tomarse como una cosa cotidiana, de la que no hay que asombrarse.

Un muerto por hora, diría una fría estadística.

En lo que va del gobierno de Felipe Calderón han muerto más de 700 personas por la lucha entre los narcotraficantes. Siete muertos por día en promedio, diría nuevamente la estadística. Esto es algo que en la historia del país nunca se había visto y que preocupa si tomamos en cuenta que el promedio de muertos por el narcotráfico está rebasando los que se registraron en el gobierno de Fox: 9 mil en todo su sexenio.

Preocupa el número de muertos, pero más los escasos resultados. El crecimiento exponencial del tráfico de estupefacientes, así como su consumo, es cada vez más preocupante. El número de grupos organizados entorno a esta actividad es mayor, y su poder también ha crecido conforme han pasado los años.

Curiosamente, con la llegada del PAN a Los Pinos, esto es, con el inicio de la llamada transición democrática, el narcotráfico ha extendido sus ramificaciones con mayor velocidad en todo el país, en Estados Unidos e, incluso, en países de Europa mediterránea, como son los casos de España e Italia.

Con mayor poder, los grupos mexicanos dedicados al narcotráfico ya no tienen fronteras. Si antes se cubrían en la clandestinidad, hoy sus actividades son públicas y las hacen notar con signos de violencia.

Esta violencia también ha ido creciendo. De aquellos enfrentamientos entre los diferentes grupos con los policías en la sierra o la montaña, queda muy poco. Ahora es más frecuente ver las ejecuciones en las ciudades y, muchas veces, son reproducidas en video y puestas en el ciberespacio para que cualquiera las pueda ver. Las decapitaciones son las más terribles e impactantes.

Del horror se ha pasado al terror, y los ojos del presidente Calderón se voltean hacia otro lado. Para él, lo importante son los decomisos, el golpe mediático y la declaración.

Al día siguiente de la jornada más sangrienta que ha habido en la lucha contra el narcotráfico, el presidente Calderón no dio un mensaje tranquilizador y, mucho menos, de confianza a la sociedad mexicana.

Al contrario, atizo más el fuego y, desde Colima, sentenció: "Entre más violenta sea la conducta de quienes criminalizan a nuestros jóvenes, más enérgica va a ser la respuesta del gobierno".

Violencia genera violencia, dice el refrán. Para atacar al narcotráfico, no basta con la mano dura. Hace falta la inteligencia porque, si en realidad se quiere acabar con este negocio de miles de millones de dólares, bastaría con atacar el punto más importante: el dinero que guardan en los bancos o que hacen circular en el mundo financiero.

Si en verdad se quiere combatir el narcotráfico, no es suficiente con atacar la superficie; es decir, realizar grandes operativos o detener a algunos jefes de grupo, sino debería contemplarse una investigación seria y a fondo de los negocios que realizan con terceras personas al amparo de las propias instituciones financieras y autoridades bancarias.

El narcotráfico es un negocio redituable porque no sólo deja exorbitantes ganancias por la venta de los productos, sino porque dichas ganancias son utilizadas para realizar negocios “legales” mediante mecanismos de lavado de dinero.

Pero, para hacer esto, Calderón tendría que tocar a grupos políticos y financieros, y difícilmente lo hará. Se quedará con los mismos operativos, ineficaces por esencia, con las mismas declaraciones, con los mismos resultados nimios

En tanto, la espiral de violencia en México seguirá con su misma velocidad y el infierno no será de un solo día, como en la Universidad Tecnológica de Virginia, sino todos los días.