FUE UN HOMBRE CON PODER PERO CARENTE DE CEREBRO POR LO TANTO CARECIA DE INTELIGENCIA
Hay gente sin inteligencia que busca toda su vida el poder y a veces lo alcanza. Eso no quiere decir que el poder le vaya a servir de algo, pero hay gente que no busca el poder para hacer sino para ser, “para ser” que es tan semejante a “parecer”.
Y es que el poder político hace muchas cosas, pero no te vuelve inteligente. Al contrario, da la impresión de que apendeja un poco, incluso a los inteligentes. Ya si el poderoso de entrada no tiene ese atributo es porque seguramente es un “atribruto” que alcanzó esa posición mediante engaños y otros caminos mediáticos.
Vicente Fox fue un tipo de esos. Alguien le metió en la cabeza la idea de ser presidente y entre su megalomanía y su necedad se aferró a la utopía y lo consiguió; para ello se valió de la inteligencia de mucha gente que incluso transformó sus deyecciones en grandes ocurrencias; sin embargo, siendo un tipo poco inteligente, se deshizo de ella en cuanto se sintió autosuficiente.
Es claro que a Vicente, más que resolver los problemas estructurales del país, le interesaba esa abstracción tan seductora para algunos latinoamerican idiots que consiste en “pasar a la historia”, ya fuera como el héroe que sacó al PRI de Los Pinos, como el que perpetuó al PAN o como el que hizo de su rancho un museo para autohomenajearse.
Por eso, porque no había ni inteligencia ni objetivo más allá de rellenar el enorme hueco de su frivolidad, todas las “obras” de su gobierno no son ahora más que las “sobras” de su gobierno. Ahí está la megabiblioteca (que desde el nombre estaba revestida de esa ignorancia que confunde a las bibliotecas con las tiendas departamentales) que muestra los estragos de haberse construido precipitadamente y que funciona más como escenario para catálogos de moda que como templo para la lectura. Ahí está la Enciclomedia, abandonada y cuestionada después de presumirse como un “revolucionario proyecto transexenal” y, por supuesto, ahí está Napoleón Gómez Urrutia, el líder corrupto de los mineros, a quien le dieron golpe de Estado desde el Estado mismo, en lo que hallaban o no responsables por el incidente de Pasta de Conchos, y que ahora, por una orden de un tribunal federal, deberá ser restituido como líder del Sindicato Minero.
Es una pena que por la falta de inteligencia de Fox, de Abascal y del antiguo secretario del Trabajo, de cuyo nombre no quiero acordarme (el tal Salazar ése), la ley termine dándole la razón al malo de la historia; pero, ¿quién es más malo realmente? ¿El que mal representa a los mineros y les transa lana cotidianamente de una manera honrada o el que intenta destituir y encerrar a un líder minero corrupto saltándose todos los pasos legales para hacerlo, nada más porque está en el poder?
Creo que es peor el segundo: el primero no puede hacer otra cosa más que lo que hace, ésa es su naturaleza. El segundo pudo hacer las cosas bien pero no quiso o no supo cómo hacerlas. Por eso el poder sin inteligencia es como un placebo o, mejor aún, como el prozac que se metía Vicente Fox para sobrellevar un traje que le quedaba muy, pero muy grande.