DELCORREO DEL BLOG: COSAS VERDES MIO CID
Roberto Montes Vázquez
LA MIERDA FLOTA
Prueba inequívoca de esto es el descaro con el que Fox, sigue desdeñando todas las porquerías que hizo o permitió hacer durante su mandato. Al anodino grandote no le dicen corcho por su cercanía con las botellas, porque ni para eso tiene gracia, hay otros que se la han pasado más cerca del pisto y de las guitarras, Fox se la sigue llevando de a muertito: flotando.
En piadoso eufemismo se le puede decir corcho porque éste es una madera que crece sobre un árbol llamado alcornoque, del que la madera es muy dura, de ahí la expresión «cabeza de alcornoque». El corcho está formado por muchas células, adheridas unas a otras y llenas de aire, y es tan liviano que se sostiene sobre el agua y es utilizado para fabricar flotadores artificiales similares al excremento, que es flotador natural.
Fox, de inicio en su disparatado gobierno, intentó verle la cara a los ejidatarios de San Salvador Atenco, pretendiendo despojarlos de sus tierras por unas migajas, para construir el aeropuerto de la Ciudad de México, pero le salió el tiro por la culata y se frunció por las chispas que sacaban los machetes de los ejidatarios en sus protestas, aflojándole la cajeta que regó por todo el territorio nacional.
Cuando decenas de miles de campesinos marcharon por las calles de la ciudad de México para decirle al gobierno que el campo ya no podía soportar las políticas neoliberales, partiendo del Ángel de la Independencia con destino al Zócalo, numerosas organizaciones campesinas terminaron en un virulento mitin por la despreocupación del gobierno por sus problemas. La participación en la marcha se dio de manera muy plural, ya que entre las organizaciones asistentes se encontraban distintas corrientes como los campesinos de San Salvador Atenco, el Barzón, el movimiento «El campo no aguanta más» y la Confederación Nacional Campesina.
La Secretaría de Gobernación (con el descolorido Creel al frente) aceptó algunas condiciones para llevar a cabo el Diálogo por una Política de Estado para el Campo, mismo que debería desembocar en el Acuerdo Nacional para el Campo. Sin embargo, esto no representaba ni por poco, una vía para lograr la revisión e incluso derogación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio, ya que lo que el gobierno lo que buscaba es negociar con los sectores opositores más charros, dividir las protestas y quitárselas de encima al puro estilo foxiano o flotador.
Matilde Pérez, en La Jornada del 14 de octubre del 2004, reportó y calificó lo que el flamante mejor Secretario de la Historia (según el flotador) dijo: El Acuerdo Nacional para el Campo (ANC) no es una «obligación ni está escrito en piedra». Y agregó la periodista: Tiene razón el claridoso Secretario de Agricultura, el ANC no está «escrito en piedra», está escrito en papel de baño, y para los bajos menesteres que es de suponer lo emplea el gobierno de Vicente Fox.
Desde su origen, las políticas del cambio, que nunca fue, fueron orientadas a hacer desaparecer a los campesinos como clase política. Con el fin de justificar su proyecto económico que es un embate furioso contra la vía de desarrollo del campo, culpándolo de todos los males del sector porque dicen que el campesinado es arcaico e improductivo.
Dice Armando Batra: «Cuestión vital, cuando en el contexto del gobierno del cambio, y alimentados por el partido de la derecha democrática que por sesenta años fustigó al corporativismo de la “familia revolucionaria”, resurgen insólitos reflejos clientelares. Y es que a mediados del 2004, Acción Nacional anunció la creación de la Unión Nacional Integradora de Organizaciones Solidarias y Economía Social (Unimoss) y del Programa de Acción Rural (Plantar), que según el Presidente del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, deberán organizar “a los cientos de miles de campesinos y hombres del campo que son panistas”. Impúdico parto social de madre partidista que prolonga y expande el modelo inaugurado en 1998, cuando el entonces presidente del PAN, Felipe Calderón, fundó en Irapuato, Guanajuato, la Liga de Acción Agraria, en presencia de 6,000 campesinos acarreados por el gobierno estatal, entonces encabezado por Vicente Fox».
Desfachatado el grandote forajido encubierto con su capa de sandez, le vale madre que le estén jalando la cobija y hasta ahora sigue mofándose de las evidencias de sus fechorías, que ya habían dejado ver las raterías de Marta y de sus hijos, los porcinos, con toda la parafernalia de las amistades protegidas. Ahora le exhiben el fraude de la Biblioteca Vasconselos, el programa de la Enciclomedia; las graves acusaciones del gobernador de Coahuila por el accidente de la mina Pasta de Conchos; las falsificaciones de la documentación sindical minera para castigar a «Napito» (otro que no canta mal las rancheras) y la destitución del títere que puso en su lugar, más lo que se vaya acumulando si aguanta el mendaz los tiempos del cólera que se avecinan.
NO TIENE LA CULPA EL INDIO... SINO EL QUE DEJA QUE FLOTE.
Prueba inequívoca de esto es el descaro con el que Fox, sigue desdeñando todas las porquerías que hizo o permitió hacer durante su mandato. Al anodino grandote no le dicen corcho por su cercanía con las botellas, porque ni para eso tiene gracia, hay otros que se la han pasado más cerca del pisto y de las guitarras, Fox se la sigue llevando de a muertito: flotando.
En piadoso eufemismo se le puede decir corcho porque éste es una madera que crece sobre un árbol llamado alcornoque, del que la madera es muy dura, de ahí la expresión «cabeza de alcornoque». El corcho está formado por muchas células, adheridas unas a otras y llenas de aire, y es tan liviano que se sostiene sobre el agua y es utilizado para fabricar flotadores artificiales similares al excremento, que es flotador natural.
Fox, de inicio en su disparatado gobierno, intentó verle la cara a los ejidatarios de San Salvador Atenco, pretendiendo despojarlos de sus tierras por unas migajas, para construir el aeropuerto de la Ciudad de México, pero le salió el tiro por la culata y se frunció por las chispas que sacaban los machetes de los ejidatarios en sus protestas, aflojándole la cajeta que regó por todo el territorio nacional.
Cuando decenas de miles de campesinos marcharon por las calles de la ciudad de México para decirle al gobierno que el campo ya no podía soportar las políticas neoliberales, partiendo del Ángel de la Independencia con destino al Zócalo, numerosas organizaciones campesinas terminaron en un virulento mitin por la despreocupación del gobierno por sus problemas. La participación en la marcha se dio de manera muy plural, ya que entre las organizaciones asistentes se encontraban distintas corrientes como los campesinos de San Salvador Atenco, el Barzón, el movimiento «El campo no aguanta más» y la Confederación Nacional Campesina.
La Secretaría de Gobernación (con el descolorido Creel al frente) aceptó algunas condiciones para llevar a cabo el Diálogo por una Política de Estado para el Campo, mismo que debería desembocar en el Acuerdo Nacional para el Campo. Sin embargo, esto no representaba ni por poco, una vía para lograr la revisión e incluso derogación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio, ya que lo que el gobierno lo que buscaba es negociar con los sectores opositores más charros, dividir las protestas y quitárselas de encima al puro estilo foxiano o flotador.
Matilde Pérez, en La Jornada del 14 de octubre del 2004, reportó y calificó lo que el flamante mejor Secretario de la Historia (según el flotador) dijo: El Acuerdo Nacional para el Campo (ANC) no es una «obligación ni está escrito en piedra». Y agregó la periodista: Tiene razón el claridoso Secretario de Agricultura, el ANC no está «escrito en piedra», está escrito en papel de baño, y para los bajos menesteres que es de suponer lo emplea el gobierno de Vicente Fox.
Desde su origen, las políticas del cambio, que nunca fue, fueron orientadas a hacer desaparecer a los campesinos como clase política. Con el fin de justificar su proyecto económico que es un embate furioso contra la vía de desarrollo del campo, culpándolo de todos los males del sector porque dicen que el campesinado es arcaico e improductivo.
Dice Armando Batra: «Cuestión vital, cuando en el contexto del gobierno del cambio, y alimentados por el partido de la derecha democrática que por sesenta años fustigó al corporativismo de la “familia revolucionaria”, resurgen insólitos reflejos clientelares. Y es que a mediados del 2004, Acción Nacional anunció la creación de la Unión Nacional Integradora de Organizaciones Solidarias y Economía Social (Unimoss) y del Programa de Acción Rural (Plantar), que según el Presidente del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, deberán organizar “a los cientos de miles de campesinos y hombres del campo que son panistas”. Impúdico parto social de madre partidista que prolonga y expande el modelo inaugurado en 1998, cuando el entonces presidente del PAN, Felipe Calderón, fundó en Irapuato, Guanajuato, la Liga de Acción Agraria, en presencia de 6,000 campesinos acarreados por el gobierno estatal, entonces encabezado por Vicente Fox».
Desfachatado el grandote forajido encubierto con su capa de sandez, le vale madre que le estén jalando la cobija y hasta ahora sigue mofándose de las evidencias de sus fechorías, que ya habían dejado ver las raterías de Marta y de sus hijos, los porcinos, con toda la parafernalia de las amistades protegidas. Ahora le exhiben el fraude de la Biblioteca Vasconselos, el programa de la Enciclomedia; las graves acusaciones del gobernador de Coahuila por el accidente de la mina Pasta de Conchos; las falsificaciones de la documentación sindical minera para castigar a «Napito» (otro que no canta mal las rancheras) y la destitución del títere que puso en su lugar, más lo que se vaya acumulando si aguanta el mendaz los tiempos del cólera que se avecinan.
NO TIENE LA CULPA EL INDIO... SINO EL QUE DEJA QUE FLOTE.
posted by H2AGUA at
6:58 p.m.
