LOS SALARIOS MINIMOS EN MEXICO, UNA BURLA PARA LA CLASE TRABAJADORA
Pablo Trejo*
23/03/2007 12:19:56 a.m.
Todos sabemos que los salarios mínimos son desde hace más de una década, una burla, que hace más de 20 años no garantizan la adquisición de una canasta básica, que aquellos que los reciben, sólo pueden sobrevivir buscando otros ingresos, o sacrificando al extremo su consumo, en fin, que cada vez son menos los trabajadores que son contratados por esa percepción, y quienes lo aceptan en un principio, buscan de inmediato otras opciones para sobrevivir, como el comercio en vía pública o en general el trabajo informal, probablemente, los limpiadores de parabrisas de los cruceros, los que cuidan automóviles en la vía pública, los vendedores de dulces y chicles y hasta los vagoneros del metro, ganen más que los 50.57 pesos diarios a que equivale un salario mínimo.
El salario mínimo en cambio, es un parámetro para las revisiones de los salarios contractuales, ya que, en la mayoría de los casos, los patrones se niegan a otorgar aumentos por encima del porcentaje acordado para éstos, por lo que se puede aseverar que es el principal parámetro que define el mercado laboral, y con ello el ingreso de la mayoría de los mexicanos, por tanto la amplitud del mercado interno.
El mercado interno, esto es, la capacidad de la sociedad para consumir, está determinado por los ingresos de los trabajadores, estableciendo, en parte, el dinamismo de la economía.
A partir de 1977, cada crisis económica ha significado una pérdida del valor adquisitivo de los salarios y en cada etapa de estabilidad o de crecimiento, los salarios se han mantenido estancados; eso ha conducido a que el poder de compra de éstos se haya reducido en un 85%, por lo que hoy, un salario mínimo sólo puede adquirir el 15% de lo que podía adquirir hace 30 años.
El deterioro del salario ha sido acompañado con el aumento de la pobreza y la miseria; con el recurrente estancamiento de la economía y el aumento del desempleo abierto y del empleo informal. Resulta paradójico, que al mismo tiempo, a pesar de la situación económica, crecen las fortunas de los hombres más ricos.
Los trabajadores por su parte, reclaman cada año que los salarios aumenten por encima de la inflación anualizada, ya que eso significaría que se pudiera recuperar parte de su poder adquisitivo. Los economistas progresistas apoyan estas demandas, aduciendo que eso permitiría ampliar el mercado interno, lo cual generaría nuevas expectativas de crecimiento y desarrollo; pero en contraparte, los representantes de la clase patronal y los economistas conservadores, se oponen al aumento salarial, argumentando que eso produciría inestabilidad económica. Finalmente año con año, se han impuesto los criterios patronales y conservadores, el salario se deprime o se estanca, igual que la economía y el empleo, en cambio, las ganancias y las fortunas de los empresarios siguen en ascenso.
Este año la revisión el aumento a los mínimos fue de sólo 4.5%, 1.5% por encima de la inflación esperada, representa sólo 1.80 pesos al día, menos de lo cuesta un boleto del metro, un pasaje en el transporte público, 200 gramos de tortillas o un tercio del precio de un refresco.
Si acaso durante los próximos 3 años los salarios aumentaran 1.5% por encima de la inflación, un trabajador podría adquirir un kilo de frijol o de arroz y quizá dentro de diez años la suma de estos aumentos equivaldría a medio kilo de carne de res.
Amigo lector, coincidirá conmigo en que la actual situación de los salarios mínimos, no sólo es una injusticia, sino además una torpeza económica y más aún una burla para los trabajadores. Por lo pronto, los salarios mínimos seguirán siendo menos que mínimos.
*Diputado Secretario de la Comisión de Vigilancia de la Auditoria Superior de la Federación.
LX legislatura.