LA PREGUNTA DEL MILLON!!
Por Felipe Moreno
(Domingo 18 de marzo de 2007)
Como todos los periodistas y las personas inteligentes en México y otras partes del mundo, tratamos de evitar el tema sobre la inútil e irrelevante visita de George Bush Jr, Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica a México. Un personaje cuyo nivel intelectual y cultural es, hasta ahora, el más bajo entre aquellos que han ocupado la presidencia de la unión norteamericana.
La manera más inteligente y también decente para evadir tan incómodo tema, era recurrir a la ignominia, ssoslayar todo sobre una serie de actos que sólo servirían para humillar, una vez más, a un pueblo como el mexicano. La postura del segundo gobierno panista en la historia de México, encabezado por Felipe Calderón Hinojosa, se vio débil y entreguista, ese fue otro de los ingredientes que se sumó a la larga cadena de actos donde más indignó la actuación de nuestros gobernantes. Actos a los cuales debe sumarse la sumisa actitud de nuestras "feroces e imponentes" fuerzas armadas, sólo útiles para intimidar, perseguir delincuentes del orden común o cuidar las chalupas que aún flotan sobre los canales de Xochimilco. Ya no digamos las viejas embarcaciones que por gracia de Dios todavía no han perdido su capacidad para flotar en las costas mexicanas.
Ante la fuerza, siempre desaparece todo derecho, hasta el de libre tránsito que supuestamente garantiza nuestra Carta Magna. Una vez más quedó claro que México no necesita de una intervención armada o una base militar tipo Guantánamo. México nunca ha dejado de ser un territorio dominado por los intereses norteamericanos. Al menos desde el siglo XVII en que los gringos decidieron imponer su ley en el territorio de los Estados Unidos Mexicanos.
¿A qué vino Bush a México? Es la pregunta que provino a este espacio de distintas partes y regiones de México. Los lectores de Juicio Político comentaron en sus criticas ¿para qué perder el tiempo hablando de buitres menores, sólo conocidos cerca de la zona del silencio en el norte de México? Y, tenían razón, para qué ocuparse de costales llenos de resentimientos y mentiras que incluso pueden llegar a poner como pretexto a su propia progenitora para cancelar un compromiso. Dejemos a esos peces menores.
¿A qué vino Bush a México? La pregunta es sencilla de responder. Sin darle muchas vueltas, sólo vino a demostrar quien manda en México, y lo seguirá haciendo por mucho tiempo. Más ahora, cuando la "popularidad" de un mandatario tiene que ser resguardada por muros y vallas de acero. Que mejor ejemplo pudo dar Bush. Un escenario, un atuendo irrenunciable en el protocolo de nuestro y otros presidentes actuales. Qué años aquellos en los que el cumplimiento del protocolo presidencial era observado y respetado con elegancia y exactitud. Más aún, motivo de emoción, un sentimiento que ahora se ha revertido y convertido en desprecio hacia los hombres y las instituciones que dicen representar.
Mientras los presidentes de México y de Estados Unidos de Norteamérica comían y saboreaban la exquisita comida yucateca, otros seres humanos en todo México probaban un guiso amargo, lleno de odio, rencor e impotencia, ante el excesivo despliegue militar, donde las autoridades mexicanas ni siquiera fueron tomadas en cuenta. El ejército norteamericano, la famosa "Army", tomó la plaza, borró toda cartografía e instaló un campo de concentración con destinos turísticos. Los yucatecos y sus visitantes hicieron las veces de presos o rehenes, igual o muy parecido a lo que hace casi cien años aconteció en la Alemania nazi, de Adolfo Hitler. Autos blindados, francotiradores, helicópteros artillados; hasta pareciera que los "gringos" no conocieran México, donde del odio y el repudio a la marca Bush jamás hubiera pasado nada. ¿Quién, en sus cinco sentidos, puede sentirse bien o satisfecho por querer estar al lado o cerca de un ser que parece alimentarse de sangre humana? Quizá algunos representantes de los medios de comunicación, como es ya su costumbre, se volvieron a sentir orgullosos por haber sido invitados de piedra a un acto donde no lo tuvieron ni a cien metros. Más aún, orgullosos y cumplidores de un protocolo que los obligó al uso de saco y corbata en una tierra donde la etiqueta marca el uso de una de las más sencillas y exclusivas prendas de vestir que, por cierto, muy pronto dejará de ser exclusiva de México. La famosa guayabera mexicana ya se está confeccionando en China y pronto llegará México con otros precios.
¿A qué vino Bush a México? Sólo a ratificar que aquí, ahora y mientras exista el imperio norteamericano, su voz será la única y última palabra. Igual y Bush sólo quería disfrutar la rica cocina yucateca, porque para dar instrucciones sobre petróleo, agua y electricidad, amén de otras fuentes energéticas, Bush o cualquier otro Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, sólo necesita levantar un teléfono y marcar tres dígitos. Así se comunica a veces Dios son sus siervos desde el Pentágono.
¿A qué vino Bush a México? Sólo quería degustar la exquisita cocina yucateca, fue una visita turística y gastronómica. Lo único que no sabía Bush o no preguntó para que no se le cancelara el viaje, era que ese tipo de servicios sobre ese particular y otros, también los hacemos a domicilio. Esa comida también se la podíamos haber llevado y preparado en los Estados Unidos de Norteamérica, así se hubiese ahorrado los cuantiosos e inútiles gastos de un absurdo despliegue policíaco - militar. Empero, parece que Bush aún tenía que justificar ciertos gastos en materia de prespuesto de guerra o militar.
¿A qué vino Bush a México? Sólo vino a mostrarnos su real estatura, su enanismo, su vanidad. ENANUS HABEMUS, aunque quizá no por mucho tiempo. Bush ya no se puede reelegir.