ESTRICTAMENTE PERSONAL
El presidente Bush tiene una faceta que pocos en México conocen: sus limitaciones intelectuales, que lo han mostrado como un líder bastante inepto
Malas nuevas son las que le llegaron al presidente George W. Bush desde su país. El Instituto Lovenstein, un "tanque de pensamiento" en Scranton, Pennsylvania, sacó su edición 2007 del coeficiente intelectual de los mandatarios estadounidenses, donde el joven Bush resultó el peor evaluado de los últimos 60 años. Su coeficiente intelectual fue ubicado en 91, que es 24 puntos menos que la media entre los presidentes republicanos, y 65 puntos menos que la media entre los demócratas. Si uno se va a mayor detalle, W. Bush tiene 64 puntos menos que el mejor republicano ranqueado, Richard Nixon, y 91 menos que el demócrata mejor clasificado, Bill Clinton.
El Instituto Lovenstein, que desde 1973 realiza cada año esta comparación presidencial, colocó a W. Bush en la parte baja del rango "promedio", que los especialistas que hacen el estudio explican por su aparente dificultad en el dominio del inglés y su limitado vocabulario: 6 mil 500 palabras estiman que tiene, contra las 11 mil que empleaban sus antecesores. Pero esa carencia no es lo único.
A diferencia de todos los presidentes anteriores a él durante las seis décadas medidas, él no ha escrito ningún libro -hasta Ronald Reagan lo sobrepasó-, y mucho menos publicado ensayos durante su época de formación, como la gran mayoría de ellos. Problemas adicionales, según explicaron los responsables del estudio, es que tuvieron que basarse en sus declaraciones públicas y discursos para poder evaluarlo.
W. Bush es un desastre en muchos sentidos. De hecho, en la Wikipedia, la enciclopedia en red que tiene más lecturas que la venerable Enciclopedia Británica, incorporó en su vastísimo acervo la palabra "bushismo", que define como un neologismo del inglés americano (bushism), para denotar el "error lingüístico" en el que incurre con bastante frecuencia el presidente estadounidense. Esos errores han consumido mucho espacio en internet, gracias a la abundancia de los bushismos del presidente.
Las cosas más estúpidas que pueda decir una persona son fácilmente asequibles cuando uno escucha regularmente al actual presidente de Estados Unidos. Si alguien lo duda, puede consultar www.politicalhumor.about.com, y encontrará perlas espectaculares que hacen ver la comparación del Instituto Lovenstein como algo generoso. Como botones de muestra, los siguientes:
-"Yo sé que el ser humano y los peces pueden coexistir pacíficamente", dijo sin remordimiento alguno en 2000, en los albores de su primer cuatrienio.
-"¿Trabaja en tres empleos?", le preguntó a una madre de tres, divorciada, en Nebraska. "Únicamente americano, ¿no es cierto? Es fantástico que lo esté haciendo".
-"Nuestros enemigos son innovadores y con recursos, como también lo somos nosotros. Nunca dejan de pensar en nuevas formas para hacer daño a nuestro país. Tampoco nosotros".
-"Francamente, estoy sorprendido por la enorme desconfianza en (Washington). Lamento que este sea el caso, pero trabajaré mucho para incrementarla".
-"Yo creo que el vicepresidente es una persona que refleja una mentalidad de vaso medio lleno y medio vacío".
-"La mejor manera para derrotar el totalitarismo del odio es con una ideología de esperanza. una ideología de odio. discúlpenme, con una ideología de esperanza".
-"No se confunda. Yo sé lo difícil que es, señor. Yo hablo con las familias que murieron".
-"La única forma de ganar", dijo en Colorado a fines de 2006, "es irse antes de completar el trabajo".
-"Ustedes saben, cuando hice campaña aquí en 2000, dije que quería ser un presidente de guerra", dijo en octubre pasado en Des Moines, Iowa. "Ningún presidente quiere ser un presidente de guerra, pero yo soy uno".
-"No me retiraré", le dijo a figuras claves en el Partido Republicano sobre sus planes en Irak, "aun si sólo Laura (su esposa) y Barney (su perro) sean quienes me apoyen".
-"Nunca mantenemos el curso", dijo en una entrevista con ABC en octubre de 2006 para tratar de distanciarse de su estrategia de tres años en la guerra en Irak.
-"No estoy satisfecho que Hamas se haya rehusado a anunciar su deseo para destruir a Israel".
Bush es inagotable en sus gazapos. En octubre pasado, durante una entrevista con la cadena de noticias continuas de NBC, la periodista María Bartiromo le preguntó si alguna vez había conversado con alguna persona en Google.
"Ocasionalmente", le respondió. "Una de las cosas para lo que yo uso Google es para ver sus mapas. Es muy interesante verlo -olvidé el nombre del programa-, pero puedes ver el satélite y puedes. echarle una mirada al rancho. Me recuerda a veces en dónde quiero estar".
La cantera de "errores lingüísticos" de Bush es inagotable. Más botones de muestra:
-"Cuando le dije que estaba buscando un libro para leer, Laura me dijo que tratara a Camus. También leí a tres Shakespeares. Tengo una lista de lectura muy e-cle-ác-ti-ca".
-"Yo diría que el mejor momento de todos", confió al periódico alemán Bild am Sonntag, durante una entrevista en mayo del año pasado sobre sus mejores momentos el frente de la Casa Blanca, "fue cuando pesqué una lubina negra de 3.7 kilos en mi lago".
-"El punto ahora es cómo trabajamos ahora para lograr objetivos importantes. Y una de esas metas es la democracia en Alemania". Claro, Bush no lo dijo en 1945, sino en mayo de 2006.
-"Es un gran lugar para traer a sus familias", declaró cuando visitó Nueva Orleáns, aún sucia y semidestruida por el huracán Katrina.
-"Uno presta juramento para defender nuestra bandera y nuestra libertad, y mantiene su palabra bajo el agua y bajo fuego".
-"Como pueden ver, me herí a mí mismo, no aquí en el hospital, sino en combate, con un cedro", afirmó durante una visita a soldados que sufrieron amputaciones en un hospital militar en San Antonio en enero de 2006. "Eventualmente le gané al cedro, que me dejó sólo algunos raspones".
-"Me malsobrestimaron", aseguró en noviembre pasado.
-"Cualquiera que está en una posición de servir a su país, debe entender las consecuencias de sus palabras".
Así es, aunque Bush sea de los pocos que no se dan cuenta.