YA SE FUE UNO DE LOS GRANDES SOLAPADORES DEL FRAUDE ELECTORAL
Eduardo Ibarra Aguirre
OTRO QUE SE VA
Traté una sola vez a Mariano Azuela Güitrón. Salí de la oficina del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con la idea de que la corrupción, frivolidad e ignorancia que imperaban en Los Pinos con Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez, tenía en el nieto del autor de Los de abajo, un firme contrapeso sellado por la capacidad de diálogo y la mesura.
Pocos meses después tuve que reconocer mi lamentable error de percepción. Hecho que no me sucedió con Fox Quesada, a quien percibí como un gran demagogo desde el 8 de septiembre de 1993, en que departí con él por primera y única vez. Tampoco me gusta hacerle al masoquista.
Pero con Azuela Güitrón me equivoqué seriamente y es preciso asumirlo porque llegué a expresar ante los colegas del Grupo María Cristina que para fortuna de este país, en Pino Suárez despacha un ciudadano equilibrado y receptivo.
Justamente uno de los peores errores del hombre convertido en ministro en 1983, por obra y gracia de Miguel de la Madrid Hurtado, fue que la actuación política de la SCJN siempre fue a favor del Poder Ejecutivo Federal, y sobre todo de su titular, en los últimos cuatro años.
El hecho más escandaloso se presentó en abril de 2002, cuando Azuela asistió a Los Pinos, convocado por Fox, para compartir argumentos jurídicos a favor del desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal. Previamente pretendió dar cátedra sobre populismo y mesianismo, como si fuera dirigente partidista.
Y más recientemente se negó a investigar los resultados del 2 de julio, con base al 97 constitucional. Los argumentos fueron propios de un dictadorzuelo de país bananero de los años 70: el artículo es “obsoleto”, “anacrónico”, está “redactado con los pies” y “no sirve para nada”.
Estas graves perversiones de la justicia, causaron severo malestar entre los 10 ministros de la Corte que llegaron a la sucesión de Azuela en medio de la confrontación y la incertidumbre.
El cuadro se complica si a lo anterior se suman el nepotismo, el dispendio y el moralismo que significaron a esta administración de la SCJN. El Código de Etica del Poder Judicial de la Federación que rechaza los escotes, las minifaldas y los table dance para los funcionarios judiciales, pinta de cuerpo completo al servil crítico del 97 constitucional, sólo para granjearse los favores de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa.
Traté una sola vez a Mariano Azuela Güitrón. Salí de la oficina del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con la idea de que la corrupción, frivolidad e ignorancia que imperaban en Los Pinos con Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez, tenía en el nieto del autor de Los de abajo, un firme contrapeso sellado por la capacidad de diálogo y la mesura.
Pocos meses después tuve que reconocer mi lamentable error de percepción. Hecho que no me sucedió con Fox Quesada, a quien percibí como un gran demagogo desde el 8 de septiembre de 1993, en que departí con él por primera y única vez. Tampoco me gusta hacerle al masoquista.
Pero con Azuela Güitrón me equivoqué seriamente y es preciso asumirlo porque llegué a expresar ante los colegas del Grupo María Cristina que para fortuna de este país, en Pino Suárez despacha un ciudadano equilibrado y receptivo.
Justamente uno de los peores errores del hombre convertido en ministro en 1983, por obra y gracia de Miguel de la Madrid Hurtado, fue que la actuación política de la SCJN siempre fue a favor del Poder Ejecutivo Federal, y sobre todo de su titular, en los últimos cuatro años.
El hecho más escandaloso se presentó en abril de 2002, cuando Azuela asistió a Los Pinos, convocado por Fox, para compartir argumentos jurídicos a favor del desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal. Previamente pretendió dar cátedra sobre populismo y mesianismo, como si fuera dirigente partidista.
Y más recientemente se negó a investigar los resultados del 2 de julio, con base al 97 constitucional. Los argumentos fueron propios de un dictadorzuelo de país bananero de los años 70: el artículo es “obsoleto”, “anacrónico”, está “redactado con los pies” y “no sirve para nada”.
Estas graves perversiones de la justicia, causaron severo malestar entre los 10 ministros de la Corte que llegaron a la sucesión de Azuela en medio de la confrontación y la incertidumbre.
El cuadro se complica si a lo anterior se suman el nepotismo, el dispendio y el moralismo que significaron a esta administración de la SCJN. El Código de Etica del Poder Judicial de la Federación que rechaza los escotes, las minifaldas y los table dance para los funcionarios judiciales, pinta de cuerpo completo al servil crítico del 97 constitucional, sólo para granjearse los favores de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa.