CANASTA DE PROPOSITOS Y PETICIONES
Por Gerardo Fernández Casanova
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Ante todo, deseo para mis amables lectores que el 2007 sea un año pleno en realizaciones y satisfacciones, en especial las que se refieren a la conquista de la justicia y la libertad. Lo deseo con mayor intensidad en la medida de ser conciente de las enormes dificultades a que nos habremos de enfrentar para lograrlo.
Las y los mexicanos, en clara mayoría, nos manifestamos en el 2006 por transformar la ignominiosa realidad impuesta por el privilegio para unos cuantos, sobre la miseria para la mayoría; lo pretendimos haciendo uso de los instrumentos de una institucionalidad construida a modo de los intereses de los privilegiados, apegados a su “estado de derecho” y a su procedimiento electoral, no obstante su anticipada parcialidad, y logramos la mayoría de los votos: la Alianza por el Bien de Todos y su candidato Andrés Manuel López Obrador ganaron las elecciones.
Las campañas mediáticas de terror y de calumnias no fueron suficientes para cambiar la decisión mayoritaria, por lo que tuvieron que acudir al recurso del fraude y la imposición de un gobierno espurio. Contrario a la tradición fatalista y de resignación ante el poder del dinero, esa mayoría optó por el camino de la dignidad y el patriotismo verdadero, se convirtió en pueblo soberano y, como tal, designó al Gobierno Legítimo entregando su presidencia a López Obrador. El camino fácil hubiera sido el de la indignidad y la aceptación del fraude como hecho consumado, incluso por la pepena de algunas concesiones personales y programáticas, pero sería postergar indefinidamente el cumplimiento de los anhelos de justicia de la mayoría.
Es en este marco en el que resulta fatuo el deseo de felicidad para el año nuevo. El 2007 será un año de conflictos y confrontaciones, de movilizaciones y de represiones, de avances y retrocesos, de adhesiones y de traiciones. En todo caso el mejor deseo es que el que inicia sea un año de lucha y de resistencia exitosas.
Invito a que nos hagamos el firme propósito de no sólo no claudicar, sino de fortalecer la decisión libertaria; de no sólo simpatizar con AMLO, sino de contribuir eficazmente a la construcción del México Nuevo (incluidas las contribuciones a la cuenta de Honestidad Valiente); de tomar la iniciativa en acciones de democracia directa y proveer a la satisfacción de necesidades colectivas; de defender por todos los medios la independencia y la soberanía nacionales, especialmente en los casos de los recursos naturales amenazados de privatización y entrega al extranjero; de recuperar y fortalecer la cultura propia venciendo las presiones de la cultura ajena; de pugnar por medios de comunicación democráticos para el libre análisis de las ideas; de contribuir al fortalecimiento de la economía popular; de ser partícipes de un esfuerzo educativo de identificación y realización humanística; así como también de resistencia y presión sobre el gobierno impuesto hasta que entienda su incapacidad para gobernar.
Deberá servir de aliento el saber que en el mundo, pero especialmente en América Latina y en el Caribe se registran luchas similares y que, con diversas modalidades y condiciones, los pueblos avanzan en el camino de la emancipación y la justicia. Seamos solidarios y reclamemos solidaridad. Hoy la Bolivia de Evo Morales, que logró el triunfo electoral y su reconocimiento, está siendo objeto de la más infame de las campañas desestabilizadoras y segregacionistas, inspiradas por los privilegiados de siempre y con el apoyo del hegemónico de siempre (o al revés, que lo mismo resulta), su lucha es también nuestra lucha. Es la misma a la que se enfrentó Venezuela en 2002 y en 2003 y de la cual ha salido airosa y avanzando, para lo que en mucho sirvió la solidaridad latinoamericana.
Corrijo lo antes dicho. Sí tiene sentido el deseo de felicidad. Una felicidad fincada en el hecho de vernos resueltos a construir un mundo mejor que, definitivamente, sí es posible.
Ante todo, deseo para mis amables lectores que el 2007 sea un año pleno en realizaciones y satisfacciones, en especial las que se refieren a la conquista de la justicia y la libertad. Lo deseo con mayor intensidad en la medida de ser conciente de las enormes dificultades a que nos habremos de enfrentar para lograrlo.
Las y los mexicanos, en clara mayoría, nos manifestamos en el 2006 por transformar la ignominiosa realidad impuesta por el privilegio para unos cuantos, sobre la miseria para la mayoría; lo pretendimos haciendo uso de los instrumentos de una institucionalidad construida a modo de los intereses de los privilegiados, apegados a su “estado de derecho” y a su procedimiento electoral, no obstante su anticipada parcialidad, y logramos la mayoría de los votos: la Alianza por el Bien de Todos y su candidato Andrés Manuel López Obrador ganaron las elecciones.
Las campañas mediáticas de terror y de calumnias no fueron suficientes para cambiar la decisión mayoritaria, por lo que tuvieron que acudir al recurso del fraude y la imposición de un gobierno espurio. Contrario a la tradición fatalista y de resignación ante el poder del dinero, esa mayoría optó por el camino de la dignidad y el patriotismo verdadero, se convirtió en pueblo soberano y, como tal, designó al Gobierno Legítimo entregando su presidencia a López Obrador. El camino fácil hubiera sido el de la indignidad y la aceptación del fraude como hecho consumado, incluso por la pepena de algunas concesiones personales y programáticas, pero sería postergar indefinidamente el cumplimiento de los anhelos de justicia de la mayoría.
Es en este marco en el que resulta fatuo el deseo de felicidad para el año nuevo. El 2007 será un año de conflictos y confrontaciones, de movilizaciones y de represiones, de avances y retrocesos, de adhesiones y de traiciones. En todo caso el mejor deseo es que el que inicia sea un año de lucha y de resistencia exitosas.
Invito a que nos hagamos el firme propósito de no sólo no claudicar, sino de fortalecer la decisión libertaria; de no sólo simpatizar con AMLO, sino de contribuir eficazmente a la construcción del México Nuevo (incluidas las contribuciones a la cuenta de Honestidad Valiente); de tomar la iniciativa en acciones de democracia directa y proveer a la satisfacción de necesidades colectivas; de defender por todos los medios la independencia y la soberanía nacionales, especialmente en los casos de los recursos naturales amenazados de privatización y entrega al extranjero; de recuperar y fortalecer la cultura propia venciendo las presiones de la cultura ajena; de pugnar por medios de comunicación democráticos para el libre análisis de las ideas; de contribuir al fortalecimiento de la economía popular; de ser partícipes de un esfuerzo educativo de identificación y realización humanística; así como también de resistencia y presión sobre el gobierno impuesto hasta que entienda su incapacidad para gobernar.
Deberá servir de aliento el saber que en el mundo, pero especialmente en América Latina y en el Caribe se registran luchas similares y que, con diversas modalidades y condiciones, los pueblos avanzan en el camino de la emancipación y la justicia. Seamos solidarios y reclamemos solidaridad. Hoy la Bolivia de Evo Morales, que logró el triunfo electoral y su reconocimiento, está siendo objeto de la más infame de las campañas desestabilizadoras y segregacionistas, inspiradas por los privilegiados de siempre y con el apoyo del hegemónico de siempre (o al revés, que lo mismo resulta), su lucha es también nuestra lucha. Es la misma a la que se enfrentó Venezuela en 2002 y en 2003 y de la cual ha salido airosa y avanzando, para lo que en mucho sirvió la solidaridad latinoamericana.
Corrijo lo antes dicho. Sí tiene sentido el deseo de felicidad. Una felicidad fincada en el hecho de vernos resueltos a construir un mundo mejor que, definitivamente, sí es posible.