POR MAS QUE LO NIEGAN, LOS PANUCHOS ANDAN DE PLEITO
La revuelta en el PAN
Por: Martín Morales
Ese problema de comunicación o de simple diferencia de modos de apreciar las cosas, como se define en el PAN, la dañada relación entre el presidente Calderón y el dirigente nacional Manuel Espino por la configuración de su Gobierno, baja como lava desde la cúspide
El sano acercamiento con el PAN que Felipe Calderón mantiene desde su campaña electoral se ha transformado en un abismo, ahora que es presidente de la República en funciones, que amplía la distancia entre la dirigencia cupular panista y el grupo calderonista en el poder, pone a este partido en crisis de identidad ideológica y en medio de una pasional confrontación impulsada por las corrientes internas ultraderechistas, en busca de posiciones de poder de Gobierno y partidista, ahora desde los estados del país, por el cierre de puertas que hizo Calderón a nivel federal.
Carlos Gelista González, dirigente del PAN-DF, asociado activista de grupos conservadores como Manuel Espino, aunque de corte más conciliante al interior del partido, dice a QUEHACER POLÍTICO que la clave del entendimiento estará en la definición de ese sano acercamiento, que no sea fusión de partido y G! obierno como ocurrió con el PRI, pero tampoco un distanciamiento, porque hay una vinculación ideológica y responsabilidades compartidas.
Debe haber una relación “que no signifique una fusión entre Gobierno y partido, pero que tampoco un distanciamiento, sino un acompañamiento del partido hacia sus gobiernos, aunque también una actuación de éstos conforme a lo que el partido representa, porque al fin y al cabo son emanados del mismo.
“En lo que tiene que ver con el PAN y el Gobierno federal, como bien lo manifestó el presidente Calderón, hay una situación de sano acercamiento, pero, sobre todo, subrayando lo de sano, en el sentido de que haya acuerdos entre ambas partes y una actualización constante de las condiciones para el acercamiento”.
Ese problema de comunicación o de simple diferencia de modos de apreciar las cosas, como se define en el PAN la visiblemente da&nti! lde;ada relación entre el presidente Calderón y ! el dirigente nacional Manuel Espino por la configuración de su Gobierno, baja como lava desde la cúspide y comienza a correr y complicar las relaciones entre las subsidiarias o panes del país ante sus mandos de Gobierno y de partido. Los conflictos internos brotan como hongos azules en diversas entidades.
Hay una especie de revuelta que afecta a los cuadros dirigentes calderonistas en posiciones de poder, por parte de grupos militantes de corte conservador que buscan expectativas de crecimiento y posición. Entre otros fenómenos ejemplificadores está la inusitada ruptura del PAN local, dominado por quies, con el gobernador de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso Femat.
“Será tarea de los distintos órganos del PAN hacer una actualización de las formas de comunicación entre Gobierno y partido para que situaciones como las que se dan, como ya lo adviertes, en Aguascalientes, no se repitan”, comenta Gelista González.
Pero también están las expresiones de inconformidad de líderes de la derecha panista como Ana Rosa Payán, en su caso, por los presuntamente viciados procesos de selección de candidatos a gobernador y otros puestos de representación popular, de cara a las 14 elecciones estatales de este 2007, por lo cual renunció al PAN.
Aunque ya están estos visos de desacuerdos profundos, nada convencionales en el PAN ni atribuibles con simpleza a la pluralidad partidista debido a su trascendencia, el principal escenario de la disputa se anticipa en la elección del nuevo Consejo Nacional en este 2007, cuyo procedimiento comenzará en marzo y culminará en junio. Sus nuevos miembros se encargarán de elegir, en 2008, al próximo Presidente nacional del partido, en sustitución de Manuel Espino Barrientos.
La importancia interna del control en el Consejo Nacional radica en que es estratégico para la definición de las l&i! acute;ne as de acción del partido y en su momento, para la designación de candidatos a puestos de elección, sobre todo en el Congreso de la Unión el año 2009.
De alguna forma, el PAN atraviesa por un proceso de actualización a la inversa del que vive el PRI. Las cúpulas del blanquiazul tratan de instalar estructuras de partido gobernante, dicen, y no de partido de Gobierno como lo fue el PRI en su oportunidad, mientras terminan por dejar de funcionar como opositores a nivel federal.
Una de las experiencias como símil de partido de Gobierno, como agencia de colocaciones del tipo priísta, en este caso a favor de yunques especialmente, se dio durante el sexenio de Vicente Fox, quien permitió y alentó el acceso de las diversas formas visibles de la ultraderecha tanto en el partido –Manuel Espino– como en puestos clave de la operación gubernamental –Carlos Abascal Carranza en Gobernación, por ejemplo–.
Por su parte, los líderes del PRI hacen desesperados esfuerzos por despojarse de las estructuras de partido monolítico y de Gobierno, agencia de colocaciones, porque, sin la Presidencia de la República y los espacios de control que poseía, ese andamiaje ya no le funciona. Su objetivo es transformarse, ahora, cosa que todavía no consiguen, en un eficaz partido de oposición.
Entre la distribución natural que se ha dado entre el panismo, sobre todo desde que logró tomar el poder nacional en 2000, ha sido de especial relevancia la participación de grupos ubicados por especialistas como garantes de la ultraderecha, antes agazapada, activa sólo en colegios privados confesionales.
Los doctrinarios, llamados también ortodoxos, entre quienes se encuentra Felipe Calderón por herencia política de su padre Luis Calder&oac! ute;n Vega, tiene compromisos no cumplidos con la denominada ultradere ya que ha sido clave en el distanciamiento con Espino–.
En el caso de los pragmáticos, con quienes también convive Manuel Espino, éstos han impulsado dentro del PAN la práctica criticada a partidos como el PRD, basada en la postulación de personajes, incluso con menor o nula militancia partidaria, pero con un alto impacto electoral local –candidatos externos les dicen en el PRD– que le aseguren triunfos al PAN.
Son estos militantes quienes profieren la máxima de cambiar el modo de pensar del panismo para comportarse como partido de éxito –de calidad total en términos mercadológicos– y dejar de ser testimonial y contestatario como en el pasado, porque en el presente tiene las vías de acceso al poder.
Por otro lado están los denominados yunques, que constituyen una corriente ideológica que sustenta una diversidad de organizaciones políticas adherentes al PAN, incluso del secto! r empresarial, la cual constituye una mezcla de las ultraderechas históricas, derivadas de los cristeros, sinarquistas, moralinos.
“Yo creo debe haber cautela al etiquetar, porque siempre hay imprecisiones en estas cuestiones. Todos los panistas actualmente somos calderonistas y también todos tenemos respeto a nuestro Presidente nacional, a quien no sólo respetamos, sino acatamos las disposiciones que se establecen por parte del Comité Nacional”, consedera el dirigente del PAN-DF, Carlos Gelista en entrevista con este semanario.
Lo deseable es, en el futuro del PAN “no haya confrontaciones entre las diferentes posiciones, que de todos modos las va a haber, en cuanto a la forma de pensar, pero dentro de un partido plural que tiene diferentes formas de apreciar un mismo hecho y de dar soluciones, pero el hecho es que esto no debe implicar, de ninguna manera, desencuentros.
“Yo creo que entre el Presidente de la República y el dirig! ente del partido debe haber pláticas constantes, un bue! n entend imiento, y así lo tiene que haber entre todos, para que las cosas fluyan bien para el PAN”, precisa.
Felipe Calderón cambió de tajo la relación Gobierno-partido (PAN) que en el primer sexenio panista encabezado por Vicente Fox había funcionado de manera similar al del PRI-Gobierno del pasado, vía las corrientes ideológicas representadas por grupos de derecha política como el multicitado Yunque, que pudieron colocar a miembros de sus cuadros en importantes puestos de la administración pública federal. Calderón le dijo sí, pero no a todo.
El ex gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, quien destapó como candidato a Calderón en 2005, lo que enfureció a Vicente Fox en su momento, comprometido calderonista ahora adversario del también ex mandatario jalisciense de corte conservador, Alberto! Cárdenas Jiménez, fue colocado en la Secretaría de Gobernación en un casi natural enroque con Abascal, pero hasta ahí.
En los hechos, la política de la negociación y el acuerdo tiene especial relevancia para el michoacano y su equipo de Gobierno, pero su objetivo han sido, sobre todo, los grupos externos en posibilidad de colaborar con la estabilización del sistema político y la gobernabilidad. Algunos casos son los de Elba Esther Gordillo, los gobernadores del PRI y las bancadas de senadores y diputados.
Como la posición del Presidente de la República respecto a su partido se modificó, ya no hubo la misma holgura con la que los ultras de la derecha mexicana lograron colar, como en el sexenio foxista, a sus representantes que quisieron en los distintos niveles de la administración pública federal.
No sólo es el caso de Manuel Espino, el dirigente nacional, si! no el de otros cuadros importantes relacionados con la diversi! dad de g rupos de derecha que confluyen actualmente en el PAN y que ahora buscan acomodarse en espacios estatales –incluso con vituperios, como en Aguascalientes, contra el gobernador–.
Aguascalientes es uno de los ejemplos más significativos en cuanto al mencionado traslado del activismo yunquista a las entidades del país, debido al cierre de puertas en la administración federal de Calderón.
Luis Armando Reynoso Femat está enfrentado con el PAN en su entidad, dominado por grupos de ultraderecha, inconformes con la relación distante que ha mantenido. Lo acusan de violar los principios partidarios, por lo cual, incluso, lo desconocieron como militante y pidieron su expulsión del partido al Comité Ejecutivo Nacional.
El ex subsecretario de Gobernación y ex mandatario de la entidad, Felipe González, identificado con aquellos grupos de la ultra derecha, ha sido se&ntil! de;alado por medios locales de presunto instigador de la revuelta panista contra el gobernador en el marco de la disputa por los espacios de decisión de candidaturas y de Gobierno.
Los cuestionamientos contra Reynoso se desataron por una iniciativa del mandatario que fue aprobada por el Congreso local, incluso con los votos panistas, con base en la cual se le aprobó un endeudamiento de dos mil millones de pesos a pagar en 25 años con el fin de llevar a cabo obra pública.
De manera por demás inusitada para un partido como el PAN, grupos de militantes se han apostado a las afueras del Palacio de Gobierno para gritar consignas contra el gobernador, lo cual ha ocasionado un conflicto con los otros grupos internos que lo apoyan.
Juan Antonio Martín del Campo, dirigente del PAN en Aguascalientes, ha hecho público su respaldo a las voces que han pedido la revisión del caso Reynoso Femat en las instancias de justicia! partidaria, cuya sanción más grave sería! la expu lsión del partido.
El dirigente del PAN en el DF y actual consejero regional, Carlos Gelista, señala a QUEHACER POLÍTICO que esta es una muestra de la urgencia de que instancias del partido hagan una actualización sobre la comunicación y la forma en que deben relacionarse los gobiernos panistas con sus gobernantes.
Otro caso es Yucatán, donde Ana Rosa Payán, panista formada en grupos como la Agrupación Cívica Femenina, encabeza una reyerta contra el gobernador calderonista, Patricio Patrón Laviada.
Payán acusa al mandatario yucateco de involucrarse en la elección del candidato a gobernador de la entidad, y por ello hizo un escándalo en Yucatán y llevó el caso hasta el mismo dirigente, Manuel Espino, su correligionario, para exigirle limpieza en el procedimiento.
En otro de los hechos por demás inusitados dentro del PAN, Payán denunció la utilización de los sistemas, antes sólo atribuidos al PRI, en relación con la compra de votos, coacción del sufragio el día de la votación y utilización de recursos públicos para promocionar el triunfo de Xavier Abreu Sierra, en la disputa de la candidatura del PAN al Gobierno del estado.
Impugnaciones similares se han presentado en otras entidades gobernadas por panistas como Querétaro y Guanajuato, en estos casos por el control de las dirigencias estatales, pero también en otras donde el PAN no gobierna, aunque mantiene una fuerte penetración como son Campeche, Baja California y Michoacán.
En Baja California y Michoacán habrá elecciones para renovar al titular de la gubernatura en este 2007. El pleito central es por la elección del candidato panista a mandatario, presidentes municipales y diputados locales. La novedad de las impugnaciones es la presunta interv! ención indebida de los dirigentes estatales del partido.
Y s e suma Campeche, cuyos conflictos partidarios se mencionaron en otro número de esta publicación, donde se hizo una radiografía política del ahora jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Juan Camilo Mouriño Terrazo.
El grupo mouriñista en esa entidad ha asumido finalmente en este 2007 el poder del partido con su cabeza Juan Camilo Mouriño, quien según versiones publicadas localmente, logró –por fin, pues ya la lo había intentado sin éxito el 3 de septiembre del año pasado– destituir al dirigente local panista y ex senador, Jorge Nordhausen González, vinculado a la derecha local y, como los Mouriño, dedicados a las actividades empresariales asociadas al petróleo desde Ciudad del Carmen, señalado por ello como líder de los panistas carmelitas.
Por el momento y, en espera de su probable ratificación, quedó al frente del PAN-Campeche una declarada mouriñista que se llama Nelly Márquez, actualmente diputada local panista, y quien fue la coordinadora de la campaña presidencial de Felipe Calderón en Campeche.
En Baja California y el proceso de selección del candidato a gobernador, quien se enfrentaría al aspirante del PRI a la candidatura Jorge Hank Rhon, hasta ahora presidente municipal de Tijuana, están en pugna los grupos panistas, ortodoxos, ultras y pragmáticos, representados correspondientemente por Francisco Vega, Héctor Osuna Jaime y Guadalupe Osuna Millán.
Concluyendo está el caso también de Michoacán, tierra natal del presidente Felipe Calderón Hinojosa, donde el grupo calderonista dominante en el PAN estatal tiene como punta de lanza a Salvador López Orduña, para la contienda por la candidatura a gobernador, para suceder al perredista Lázaro Cárdenas.