LOS ILUSOS QUE VOTARON POR FeCAL TENDRAN QUE SENTARSE A ESPERAR SUS PROMESAS DE CAMPAÑA
Por Juan Francisco Reyes del Campillo
Con la llegada de Felipe Calderón, y como las promesas de campaña parece que tendrán que esperar, el gobierno ha empezado a vendernos ilusiones. Qué es si no esa frase de "muchas cosas van a suceder para que tú vivas mejor".
Por lo general, los gobiernos son muy dados a vender esperanzas a la gente; no obstante, si éstas no se cumplen, las cosas suelen desgastarse y disminuyen paso a paso los niveles de calificación de tales gobiernos. Dice el refrán que la burra no era arisca. Como Vicente Fox --con su manera tan peculiar de prometer respuestas inmediatas y mágicas quimeras-- resultó un fraudulento vendedor, la gente se ha reservado mejor sus ánimos y parece tener pocas expectativas en el nuevo gobierno.
Hace unos días escuché a Juan Molinar Horcasitas, flamante director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), plantear que entre los principales objetivos había uno que buscaba que los trabajadores de la institución se sintieran orgullosos de pertenecer y trabajar para el Seguro. En efecto, cuando una institución se destaca por la calidad de sus servicios y por el reconocimiento que hace la gente de los mismos, ese orgullo suele darse de manera natural. Pero si la institución se encuentra en crisis y asediada, si los neoliberales la ven como un lastre del que hay que deshacerse y los trabajadores observan un futuro incierto, lo más probable es que la camiseta que buscan que los trabajadores se pongan se encuentre un poco descolorida y roída.
Así empieza el nuevo gobierno, evidenciando la lejanía de sus promesas y dando tumbos en medio de críticas a un proyecto de presupuesto que pretende meter cuchillo al desarrollo social. Como los diputados del partido en el gobierno no pueden aprobar ellos solos el presupuesto, los priístas les están resultando un costoso aliado, pues tampoco van a ceder sus votos si no se ven beneficiados.
Debe decirse que el exabrupto del diputado Raúl Padilla no es una ocurrencia personal, como algunos quisieron que se viera. Es una línea que la derecha tiene metida entre ceja y ceja, y no van a dejar de intentar por diferentes vías recortar los recursos de las universidades públicas. Saben que sus críticos se han forjado en ellas y que es un espacio que difícilmente van a poder controlar. Lo mejor es, poco a poco, cercenarlas.
Pero también quisieron medir la dimensión de la reacción que tendría una propuesta de esa naturaleza. Pero no sólo entre los diputados y las fuerzas políticas, sino también entre los diferentes sectores sociales. Desde luego, la respuesta de los políticos fue inmediata y contundente, pues es sabido que hasta buena parte de los mismos panistas han sido educados en las universidades públicas. Sin embargo, también hay voceros de otras agrupaciones que han empezado a plantear la necesidad de revisar el esquema en que las universidades funcionan, sobre todo en relación con las cuotas y sus fuentes de financiamiento.
El problema que puede tener este gobierno es que la gente que lo apoyó muy pronto se desengañe y vea que no será capaz de cumplir con sus promesas. Además, a diferencia de hace seis años, cuando llegó al gobierno de Fox, hoy ya no todos le otorgan el mismo beneficio de la duda.
Lo cierto es que tendrá únicamente dos años para mostrar su eficacia, pues en el 2009 deberá renovarse la Cámara de Diputados. Las elecciones intermedias serán un buen termómetro para saber cuál es la calificación que le otorgan los ciudadanos. Hoy deben tener presente que en el 2003 el PAN sufrió el mal desempeño del gobierno y fue severamente castigado, a tal grado que su bancada se redujo en una cuarta parte.
Pero con la manera como empieza, con la perspectiva de una recesión, con una baja en los precios del petróleo en puerta, con una frontera cada vez más cerrada para los migrantes, las cosas no parecen pintar bien para el próximo año. Más de lo mismo con el proyecto neoliberal en crisis puede resultar muy desgastante, que fue como lo vivieron y padecieron los presidentes priístas. Las medicinas aplicadas nunca resultaron exitosas. Hoy se le agregan las ilusiones, las que, si se quedan en eso, pueden resultar no sólo somnolientas, sino devastadoras.
Si este gobierno, tal como prometió, no se aplica con el empleo y el combate a la pobreza, podemos estar ante una más de las ironías de la historia. No vaya a ser que quienes acusaron a López Obrador de que su propuesta era un peligro para México, sean ahora quienes resulten el verdadero riesgo para este país. Las ilusiones son buenas, pero no del todo.