LA CAMPAÑA DE FeCAL EN EL 2006 UNA VERDADERA MIERDA
durante la Campaña Presidencial del 2006 en México.
Fecha: 2007-01-08 19:42:05
Adolfo Muñoz
En el sustento de la estrategia de comunicación empleada por el equipo de Felipe Calderón y sus aliados, se distinguen por lo menos siete elementos:
Mensajes mediáticos belicosos.
Uso de enunciados estrepitosos y confusos.
Aniquilación del adversario mediante el uso de expresiones deliberadamente provocadoras.
Ausencia de planteamientos ideológicos concretos.
Abuso retórico de mensajes preelaborados por Vicente Fox, contra López Obrador.
Apoyo financiero indirecto del Gobierno Federal y organismos empresariales cúpula.
Desmedido apoyo de las televisoras privadas, especialmente Televisa.
Al más puro estilo del prototipo de mercadotecnia política ideado por quien dirigió la política estadounidense durante dos periodos, Ronald Reagan, los asesores de Calderón se propusieron vender al electorado, un candidato y una fórmula de gobierno adecuada para el grupo político dominante, haciendo a un lado al grueso de la población, los más de 60 millones de pobres que habitan el territorio nacional.
De forma contraria a la ortodoxia de la mercadotecnia moderna, no hubo diagnóstico sobre las necesidades y aspiraciones de la mayoría, ni al menos el deseo de estructurar una campaña política orientada a dar cause a sus demandas; se partió de un formato preestablecido seguramente a sabiendas de que, transcurrido el proceso comicial, se contaría con el apoyo de la caballería mecanizada del gobierno federal.
Sobre el tema, la revista Proceso publicó –en su edición del 9 de julio de 2006- un amplio reportaje sobre las adherencias en especie y gestión, canalizadas al abanderado panista:
“Con este respaldo en el IFE, la victoria de Calderón y el amplio entramado de apoyos gubernamentales y empresariales –volcados principalmente en estrategias apoyadas en la televisión- se construyeron e tres tiempos, en los casi seis meses de la costosa campaña: El arranque, en enero, mediante fulgurantes recorridos sin respaldo popular y articulados con el equívoco lema “Amor y pasión por México”; una segunda etapa, iniciada en marzo, sustentada en la guerra sucia instrumentada por el estadounidense Dick Morris y el español Antonio Solá, y el escándalo de su “cuñado incómodo”, que detonó López Obrador en el segundo debate, el 6 de junio, y que desbarató su declarativa de honestidad”.
López Obrador fue el único candidato inclinado a adoptar algunas líneas del modelo de mercadotecnia política empleado en el viejo continente (basado en la divulgación de tesis ideológicas y planteamientos políticos, priorizando la razón por encima de la emotividad), pues en la primera parte de su campaña optó por un trabajo de información y acercamiento directo con la gente, habló de sus propuestas para corregir el rumbo de la nación y generar mejores condiciones de vida para quienes menos tienen, aunque al final debió responder algunos embates y contraatacar. Felipe Calderón y Roberto Madrazo, casi desde el comienzo, eligieron la vía ofensiva mediante descalificación.