EL PAN UN PARTIDO LLENO DE ASESINOS Y CORRUPTOS
Por Luis Gabriel Osejo
La Descomposición
El PAN tiene sus días contados en el gobierno si insiste repetir las fórmulas y los procedimientos “patentados” por el PRI en su época de esplendor. Con razón, los panistas de antaño, se quejan constantemente de que con menos de siete años en el poder, su partido se ha convertido en una pésima caricatura de lo que fue el tricolor en los setenta y un años que mantuvo el poder.
Con el artero crimen de Luis Donaldo Colosio, en marzo 23 del 94, los priístas quedaron exhibidos en México y en todo el mundo como una vulgar pandilla de delincuentes capaces de asesinar por el Poder. En Guerrero, la semana pasada, los panistas repitieron la historia pero por una diputación local.
De acuerdo a las autoridades locales, el diputado panista José Jorge Bajos Valverde fue asesinado el pasado cinco de enero con la finalidad de que su suplente, la también panista Jacqueline Orta, tomara su lugar. Siete días después la policía detuvo a Nicolás Arteaga, o Cardozo, el autor material del crimen quien declaró que había sido contratado por el esposo (ex diputado federal por el PAN) y el cuñado de la diputada que todavía permanece prófuga de la justicia.
El sicario también involucró como a uno de sus contratantes al secretario general del PAN de aquella entidad, Ramiro Arteaga –prófugo- y al coordinador de las delegaciones de la PROFECO, Ángel Pasta Muñuzuri –aprehendido y puesto en libertad por falta de pruebas- quien había sido el coordinador local de la campaña de Felipe Calderón.
El Yunque
Pero eso no es todo. En 2003, gracias al libro del periodista Álvaro Delgado “El Yunque, la ultraderecha en el Poder”, se logró saber que miembros de esa organización, secreta hasta entonces, se había adueñado de las estructuras formales del blanquiazul a nivel nacional; incluyendo, por supuesto, Querétaro.
Intolerantes, incultos y bastante pretensiosos, los “yunques” o “yunquistas” han logrado permear también en las estructuras formales del Poder Público. Son diputados, senadores, regidores, presidentes municipales y funcionarios de primer nivel en los gobiernos estatales. A la fecha, según los estudiosos de este tema, en México no hay un gobernante que pueda asumirse como producto de esa cofradía. Todavía.
Con el poder y el dinero a su disposición, pueden acabar con sus enemigos al interior o al exterior del Partido Acción Nacional. Como lo denunció el jueves pasado el panista Luis Paredes Moctezuma, ex alcalde del Puebla, quien se presentó en la sede nacional del PAN para pedirle la renuncia del dirigente nacional, Manuel Espino, y de todos aquellos “yunques” que –dijo- se han apoderado de ese partido.
Militante del Yunque durante 33 años, el ex funcionario fue procesado hace algunos meses por haber desviado en su beneficio dinero del municipio de Puebla, lo que le acarreó ser expulsado de su partido. Sólo después de haber demostrado su inocencia fue absuelto de los cargos penales y, gracias a un juicio que interpuso ante el TRIFE, recuperó sus derechos como militante de Acción Nacional.
Tiempo después, Paredes denunció a los miembros de su antigua congregación de haber planeado todo con la finalidad de que no participara en la contienda interna del PAN por la candidatura al gobierno estatal; la que su partido terminó por perder en el 2005 ante el “gober” precioso, protegido ahora por el presidente Calderón.
Buenrostro
En diciembre de 2003, después de la presentación del libro de Delgado en la UAQ, Gustavo Buenrostro -ex diputado federal por el PAN, hoy destacado miembro del equipo de Andrés Manuel López Obrador- denunció públicamente que había sido amenazado en el pasado por el Yunque.
Explicó, a grandes rasgos, que en el 99, después de haber ganado el primer lugar de la lista de candidatos a diputados federales por la vía plurinominal (que aseguraba su llegada a San Lázaro) fue acusado ante la Procuraduría General de Justicia por el delito de fraude.
Su denunciante -continuó Gustavo- ante la posibilidad de ser denunciado por difamación y calumnias, se desistió de la acción y le pidió perdón por haber inventado los cargos; todo esto a instancia de destacados miembros del Yunque en Querétaro. “Tengo la declaración firmada por mi acusador, para quien la quiera ver” presumió entonces el ex panista al auditorio universitario.
Loyola
En los primeros meses de 2004 la administración estatal ya encabezada por Francisco Garrido Patrón anunció que el Centro de Rehabilitación Integral de Querétaro sería demolido por haber estado mal construido.
Con un costo de más de 50 millones de pesos, una de las magnas obras de la administración de Ignacio Loyola, se cayó los mismo que la carrera política del ex gobernador que primero se refugió en la dirección del proyecto del Tren Bala y después en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, la PROFEPA, cargo en el que continua.
Aunque en público nadie lo dice, en privado es un secreto a gritos que la decisión de demoler el CRIQ estuvo íntimamente ligada al enfrentamiento público que el ex gobernador sostuvo, y sostiene, con los miembros del Yunque a los que ni vio ni oyó durante todo su gobierno.
La lucha del Poder por el Poder; el asesinato político; y la represión no son las únicas fórmulas que, registradas por el PRI, ahora son practicadas por el PAN, o por quienes tiene su dirigencia.
En Yucatán el gobernador Patricio Patrón impuso en la candidatura al gobierno estatal a Xavier Abreu, ex alcalde de Mérida, en un proceso que ya fue impugnado por la perdedora Ana Rosa Payán. Y en Aguascalientes, la dirigencia estatal del PAN ya expulsó de ese partido al gobernador Luis Armando Reynoso Femat a quien acusa de haberse entrometido en el poder legislativo.
Candidato de Unidad
En Querétaro, el severo enfrentamiento por la dirigencia estatal entre los duros –en cuyas filas también militan los “yunques queretanos”- y los no duros ha obligado a los panistas a hablar de un “candidato de unidad”, término acuñado y utilizado por los priístas para cubrir el “dedazo” y para evitar los pleitazos y las divisiones que se generaban después de señalar al “elegido”.
En Querétaro, por lo menos los últimos tres gobernadores priístas y su último candidato al gobierno fueron bautizados como “candidatos de unidad”: Rafael Camacho Guzmán, Mariano Palacios Alcocer, Enrique Burgos García y Fernando Ortiz Arana, en el 97.
Según han dicho los blanquiazules en los últimos días, el ex diputado federal Manuel Ovalle podría llegar a la dirigencia estatal del PAN con ese mismo nombre con la finalidad de evitar (más) fracturas en un partido que está terminando por convertirse en su Némesis.
El PAN tiene sus días contados en el gobierno si insiste repetir las fórmulas y los procedimientos “patentados” por el PRI en su época de esplendor. Con razón, los panistas de antaño, se quejan constantemente de que con menos de siete años en el poder, su partido se ha convertido en una pésima caricatura de lo que fue el tricolor en los setenta y un años que mantuvo el poder.
Con el artero crimen de Luis Donaldo Colosio, en marzo 23 del 94, los priístas quedaron exhibidos en México y en todo el mundo como una vulgar pandilla de delincuentes capaces de asesinar por el Poder. En Guerrero, la semana pasada, los panistas repitieron la historia pero por una diputación local.
De acuerdo a las autoridades locales, el diputado panista José Jorge Bajos Valverde fue asesinado el pasado cinco de enero con la finalidad de que su suplente, la también panista Jacqueline Orta, tomara su lugar. Siete días después la policía detuvo a Nicolás Arteaga, o Cardozo, el autor material del crimen quien declaró que había sido contratado por el esposo (ex diputado federal por el PAN) y el cuñado de la diputada que todavía permanece prófuga de la justicia.
El sicario también involucró como a uno de sus contratantes al secretario general del PAN de aquella entidad, Ramiro Arteaga –prófugo- y al coordinador de las delegaciones de la PROFECO, Ángel Pasta Muñuzuri –aprehendido y puesto en libertad por falta de pruebas- quien había sido el coordinador local de la campaña de Felipe Calderón.
Pero eso no es todo. En 2003, gracias al libro del periodista Álvaro Delgado “El Yunque, la ultraderecha en el Poder”, se logró saber que miembros de esa organización, secreta hasta entonces, se había adueñado de las estructuras formales del blanquiazul a nivel nacional; incluyendo, por supuesto, Querétaro.
Intolerantes, incultos y bastante pretensiosos, los “yunques” o “yunquistas” han logrado permear también en las estructuras formales del Poder Público. Son diputados, senadores, regidores, presidentes municipales y funcionarios de primer nivel en los gobiernos estatales. A la fecha, según los estudiosos de este tema, en México no hay un gobernante que pueda asumirse como producto de esa cofradía. Todavía.
Con el poder y el dinero a su disposición, pueden acabar con sus enemigos al interior o al exterior del Partido Acción Nacional. Como lo denunció el jueves pasado el panista Luis Paredes Moctezuma, ex alcalde del Puebla, quien se presentó en la sede nacional del PAN para pedirle la renuncia del dirigente nacional, Manuel Espino, y de todos aquellos “yunques” que –dijo- se han apoderado de ese partido.
Militante del Yunque durante 33 años, el ex funcionario fue procesado hace algunos meses por haber desviado en su beneficio dinero del municipio de Puebla, lo que le acarreó ser expulsado de su partido. Sólo después de haber demostrado su inocencia fue absuelto de los cargos penales y, gracias a un juicio que interpuso ante el TRIFE, recuperó sus derechos como militante de Acción Nacional.
Tiempo después, Paredes denunció a los miembros de su antigua congregación de haber planeado todo con la finalidad de que no participara en la contienda interna del PAN por la candidatura al gobierno estatal; la que su partido terminó por perder en el 2005 ante el “gober” precioso, protegido ahora por el presidente Calderón.
En diciembre de 2003, después de la presentación del libro de Delgado en la UAQ, Gustavo Buenrostro -ex diputado federal por el PAN, hoy destacado miembro del equipo de Andrés Manuel López Obrador- denunció públicamente que había sido amenazado en el pasado por el Yunque.
Explicó, a grandes rasgos, que en el 99, después de haber ganado el primer lugar de la lista de candidatos a diputados federales por la vía plurinominal (que aseguraba su llegada a San Lázaro) fue acusado ante la Procuraduría General de Justicia por el delito de fraude.
Su denunciante -continuó Gustavo- ante la posibilidad de ser denunciado por difamación y calumnias, se desistió de la acción y le pidió perdón por haber inventado los cargos; todo esto a instancia de destacados miembros del Yunque en Querétaro. “Tengo la declaración firmada por mi acusador, para quien la quiera ver” presumió entonces el ex panista al auditorio universitario.
En los primeros meses de 2004 la administración estatal ya encabezada por Francisco Garrido Patrón anunció que el Centro de Rehabilitación Integral de Querétaro sería demolido por haber estado mal construido.
Con un costo de más de 50 millones de pesos, una de las magnas obras de la administración de Ignacio Loyola, se cayó los mismo que la carrera política del ex gobernador que primero se refugió en la dirección del proyecto del Tren Bala y después en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, la PROFEPA, cargo en el que continua.
Aunque en público nadie lo dice, en privado es un secreto a gritos que la decisión de demoler el CRIQ estuvo íntimamente ligada al enfrentamiento público que el ex gobernador sostuvo, y sostiene, con los miembros del Yunque a los que ni vio ni oyó durante todo su gobierno.
Broncas
La lucha del Poder por el Poder; el asesinato político; y la represión no son las únicas fórmulas que, registradas por el PRI, ahora son practicadas por el PAN, o por quienes tiene su dirigencia.
En Yucatán el gobernador Patricio Patrón impuso en la candidatura al gobierno estatal a Xavier Abreu, ex alcalde de Mérida, en un proceso que ya fue impugnado por la perdedora Ana Rosa Payán. Y en Aguascalientes, la dirigencia estatal del PAN ya expulsó de ese partido al gobernador Luis Armando Reynoso Femat a quien acusa de haberse entrometido en el poder legislativo.
En Querétaro, el severo enfrentamiento por la dirigencia estatal entre los duros –en cuyas filas también militan los “yunques queretanos”- y los no duros ha obligado a los panistas a hablar de un “candidato de unidad”, término acuñado y utilizado por los priístas para cubrir el “dedazo” y para evitar los pleitazos y las divisiones que se generaban después de señalar al “elegido”.
En Querétaro, por lo menos los últimos tres gobernadores priístas y su último candidato al gobierno fueron bautizados como “candidatos de unidad”: Rafael Camacho Guzmán, Mariano Palacios Alcocer, Enrique Burgos García y Fernando Ortiz Arana, en el 97.
Según han dicho los blanquiazules en los últimos días, el ex diputado federal Manuel Ovalle podría llegar a la dirigencia estatal del PAN con ese mismo nombre con la finalidad de evitar (más) fracturas en un partido que está terminando por convertirse en su Némesis.