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miércoles, 24 de enero de 2007

DESAFIOS

Rafael Loret de Mola

*En el mismo Camino
*Revoltijo Pasional
*Aquellos Comunistas

Los panistas del presente actúan como los priístas del pasado, ahora nostálgicos de glorias e influencias. No hay gran diferencia entre unos y otros. También ahora la camada de la primera alternancia –con los Fox y Francisco Gil Díaz a la cabeza-, gozan de amplia impunidad aun cuando, para cubrir las apariencias, se solicite información sobre ellos a la Secretaría de la Función Pública, cuyo titular, Germán Martínez Cázares, uno de los integrantes del selecto grupo de calderonistas con caras de monaguillos regañados, ni siquiera se dignó comparecer ante el Ministerio Público luego de ser acusado por difamación y daño moral por Manuel Bartlett Díaz a quien señaló como uno de los responsables directos del crimen contra el periodista Manuel Buendía en 1984. A Bartlett, siniestro en su proceder, le vino estupendamente la cobardía de Martínez.

Los vicios se repiten. El complejo proceso electoral de 2006 demostró la capacidad de los operadores al servicio del establishment para crear antídotos contra la democracia sin el menor rubor. Un “arte”, sin duda, que la clase política mexicana ha sabido desarrollar con singular eficacia aun cuando no se le reconozca el mérito en otras perspectivas internacionales igualmente infectadas por la vieja alquimia con sabor azteca. En Florida, por ejemplo, en 2000, los paralelismos entre lo allí ocurrido y cuanto hemos atestiguado en funciones comiciales sobre nuestro suelo fraudulentas fueron muy significativos.

No extraña, con antecedentes tales, que una brava, obcecada panista de cepa, Ana Rosa Payán Cervera, decida romper sus vínculos partidistas por efecto de lo que ella considera una selección viciada del candidato a la gubernatura yucateca, honor que recayó en Xavier Abreu Sierra, ex alcalde de Mérida igualmente si bien sin el apoyo incondicional de uno de los factores fundamentales de la vida política vernácula: el Diario de Yucatán. La señorita Payán, en cambio, es hechura de los diaristas o, mejor dicho, del clan Menéndez con amplias coberturas en la península.

Sin embargo no es el origen de la hoy senadora Ana Rosa, ex directora del DIF nacional además, lo que mueve a esta reflexión sino la argumentación que usó para escindirse de su otrora partido amado. Dijo, nada menos, que la postulación de Abreu fue consecuencia de un “contubernio” entre el presidente de la República y el gobernador de Yucatán, ambos panistas si bien no coincidentes en las corrientes sobre las cuales navegó la señorita Payán: ella fue, por ejemplo, coordinadora de la campaña en el sureste del “caballo negro” Alberto Cárdenas Jiménez, usado por la casa presidencial como segunda opción para evitar la crecida de Felipe Calderón –vamos, una suerte de esquirol-, antes de ser llevada al DIF acaso como premio a su fidelidad. Los Fox, no se olvide, sólo se quedaron al final con los muy, pero muy leales, es decir con cuantos eran incapaces de decirles que no... como en los viejos tiempos del presidencialismo autoritario. ¿Viejos?

Ana Rosa, por tanto, no es ajena a la pareja ex presidencial en el retiro de San Cristóbal desde donde hacen cálculos para reincorporase, museo de por medio, a los palenques de la vida institucional dispuestos, claro, a explorar todas las posibilidades: desde sumar a México a la tendencia reeleccionista latinoamericana o convertir a la señora Marta en la mejor adalid de los sueños de Hillary en Norteamérica o de Cristina Kirchner en Argentina. Mejor es no acordarse de Isabelita Perón.

En fin, en esta condición, la postura de Ana Rosa es, sin lugar a dudas, una nueva alerta.

Debate

A lo largo de los últimos años los desprendimientos de personajes emblemáticos han sido frecuentes. En cada caso las razones han coincidido con más o menos explicaciones y adjetivos de por medio; la acusación reiterada es en el sentido de que las dirigencia se apartó de los principios originales para proceder mafiosamente. Sólo Carlos Castillo Peraza, el último gran ideólogo de la derecha, abonó a la causa intelectual su decisión con tal de no señalar su rechazo a la corriente encabezada por el señor Fox en ruta hacia la Presidencia. No se olvide tampoco que entre los escindidos relevantes figura, en primer plano, Don Luis Calderón Vega, padre del actual depositario del Ejecutivo federal. Los antecedentes se vuelcan sobre el perfil del hoy mandatario.

La misma argumentación en circunstancias distintas. Así cuando una militante con veintitrés año de permanencia en el partido “descubre”, así de pronto, desviaciones, vicios e irregularidades ajenas al ideal de renovación democrática, surge natural una interrogante: ¿y antes, cuando otros se escindieron alegando lo mismo, en donde estaba? Si, pese a aquellas denuncias ulteriores, optó por quedarse tal debe interpretarse como un eficaz y redituable reacomodo. En el caso de la señorita Payán su incorporación al gabinete, nada menos que bajo la férula de la parte femenina de la pareja presidencial, fue compensatoria de cuantos puntapiés sufriera por parte de otros correligionarios. Los paisajes, sin duda, son idénticos, no así las conductas, regidas por el oportunismo, de los protagonistas.

Desde luego, los Fox se mueven y presionan debajo del agua mediando figuras como la de Ana Rosa, ya muy fogueada si bien con serias dificultades para armar equipo en una región en donde el modo gregario de ser es casi indispensable para merecer el aval social. Soltera, la señorita Payán se quedó a la mitad de la ruta entre el servicio social y el monasterio hasta situarse como el icono femenino de la derecha peninsular frente a las priístas como Dulce María Sauri, quien ya fue gobernadora –interina entre 1991 y 1993- e Ivonne Ortega Pacheco, candidata al mismo cargo, sin más apoyos que el muy importante de Carlos Salinas.

Lo dicho: son más, muchas más, las similitudes que las diferencias entre quienes defienden un color y otro detrás de las cortinas de humo de la complicidad. Más de lo mismo.

El Reto

Tampoco es extraño que los priístas yucatecos, incluyendo los ex gobernadores Federico Granja y la propia Dulce María, felicitaran con subrayado énfasis la nominación del panista Abreu Sierra, clasemediero y cabeza de una familia ejemplar, de mediana cultura y largo andar partidista, tras la controvertida elección interna de Acción Nacional que acabó por parecerse tanto a las experiencias priístas. Cuando los reporteros de la fuente atestiguaron, en un céntrico restaurante de Mérida, el encuentro de los priístas con el panista, sólo pudieron exclamar:
--Sólo les falta Ana Rosa para completar el cuadro familiar.

Podían haber fundado, a la manera del TUCOM, un organismo para ir todos contra la señorita Payán... y el Diario de Yucatán, el gran adversario de los políticos del sureste que no gozan de su santa bendición. En el Diario los juicios son lapidarios, automáticos, como sellos infamantes sobre la piel de cada protagonista. Pero el pueblo lo sigue todavía como eje cotidiano para normar criterios morales y sociales.
Tierra, en fin, de cacicazgos. También informativos.

La Anécdota

En 1990, durante su primera campaña en pos de la alcaldía de Mérida –finalmente la consiguió, dos veces-, Ana Rosa Payan y su séquito extendieron un aserto temerario:
--El PAN es la única alternativa porque los demás, el PRD y los otros, son comunistas.

La conservadora sociedad emeritense puso el grito en el cielo. ¡Comunistas, nada menos! Sólo faltaban las barbas y las metralletas para que se asemejaran a los de la cubana Sierra Maestra. Y hubo más:

--El PAN –decían- es azul como el color del manto de la Virgen.
Así contrarrestaban el tricolor patrio extendido al emblema priísta. Tres lustros después, en este 2007, Ana Rosa y sus aguerridos están listos a abanderar... al PRD, el de los “comunistas” en una evidente exhibición de coherencia política.