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martes, 19 de diciembre de 2006

FeCAL 100% HABLADOR Y MENTIROSA

¿Por qué no el 50 por ciento?
Austeridad ramplona de Calderón

Por: Alvaro Cepeda Neri

Ramplonería, en el sentido de falta de originalidad, ha sido lo que le recetó a la opinión pública, la austeridad calderonista con la rebaja del 10 por ciento a los salarios de la cúpula burocrática del presidencialismo. El nuevo inquilino de Los Pinos, con su familia (y parentela que invite los fines de semana, entre ellos a sus cuñados, los hermanos Zavala) no paga renta y come, desayuna y cena gratis. Los guardaespaldas, los automóviles, los aviones y los teléfonos, tampoco le cuestan. Vivirá como rey, todo con cargo a los dineros del pueblo.

Por lo que hace a sus 30 o 40 empleados de la cúpula, también tienen todo, hasta servicios de restaurante, sin pagar un cinco. Y les sirven verdaderos banquetes y bocadillos a cualquier hora, incluido el café y los cigarros o los puros. En cambio, Slim a los clientes, nada más por una miserable jarrita, que contiene una taza y media de más agua que café, cobra diez pesos y la tarifa del estacionamiento, porque nada es gratis en el capitalismo y menos con apellido neoliberal. Salvo para los gobernantes.

Bien podría Calde-rón haber decretado un 50 por ciento menos de lo que reciben y que en promedio va desde los 150 mil a no menos de 80 mil pesos por cabeza. Esto más los regalos e invitaciones hasta con vinos de importación y suculentos platillos. Y es que a los calderonistas les gusta beber. Más de uno es alcohólico y no simples bebedores sociales. Lo cierto, además, es que lo que reciben quincenalmente se lo embolsan íntegro. Y es que tienen gastos menores. Mart(h)a, hasta compraba su lujosa vestimenta con cargo a un presupuesto que Calde-rón no ha suprimido, cuyos recursos son del dinero del pueblo, al que ahora con una mano le dan lo que con la otra Fox-Felipe le quitaron a los pobres con el alza a la leche de consumo popular. Y a la gasolina que afecta a estos y a los estratos de la clase media que sufragó por la derecha.

Diez por ciento de austeridad es como quitarle un pelo a un gato. Es demagogia y así Calde-rón no pasará de un presidente más del montón, para ser y parecer la otra cara del foxismo, pero al estilo calderonista. No ha pasado, pues, de ser un espectáculo ramplón. No quedó bien con su Dios ni con el Diablo. Quiso empezar con el pie izquierdo y dio un paso en falso con el derecho. Y en política esto tiene sus costos.