SER Y PARECER

Similitudes entre Calderón y Salinas

• La historia se repite, los actores se reciclan y los supuestos extremos se tocan hasta confundirse en una misma cosa

No sólo las semejanzas físicas existentes entre Felipe Calderón y Carlos Salinas hacen evidente el enorme parecido que también en lo ideológico, político, sicológico y hasta coyuntural une a estos dos actores de la política mexicana.

Calderón como Salinas, tendrá que iniciar su periodo de Gobierno bajo el estigma de la ilegitimidad y la sombra de un liderazgo político respaldado por millones de mexicanos, y personificado como en aquel entonces, por otro hombre salido de la izquierda mexicana.

Antes Salinas y, ahora Calderón, han pretendido contrarrestar su debilidad política delineando un proyecto político donde el control económico sea la piedra angular de su Gobierno, donde las alianzas políticas y el sector financiero nacional e internacional sean protagonistas de los procesos en la toma de decisiones de la vida política nacional, haciendo de la modernidad su principal bandera de campaña y de Gobierno –igual que Carlos Salinas– para ofrecer un rostro que dé confianza y certeza al inversionista extranjero, aunque la otra cara de esa modernización continúe siendo como antes: La concentración de la riqueza, el desempleo, la pobreza y la marginación de grandes sectores de la sociedad.

Calderón, como Salinas en su momento, ha hecho manifiesta su necesaria voluntad de trascender a su partido político para iniciar un proceso de reconstrucción de alianzas políticas, económicas y sociales que le permitan sacar adelante sus reformas políticas y, con ello recuperar, por un lado, el desprestigio de la Presidencia de la República y, por otro, legitimarse ante una sociedad ante quienes el discurso de la modernidad y el cambio ha quedado enterrado por la deficiente y turbia administración foxista. Para ambos su partido político representa una carga necesaria pero incómoda.!

Tal como ahora sucede, la amenaza que representaba el PRD para Carlos Salinas y su férrea necesidad de ejercer el poder a cualquier costo, hizo de la negociación en corto una práctica común entre el PRI y el PAN, haciendo a un lado las instituciones políticas. Estas concertacesiones originaron salidas negociadas a conflictos poselectorales, 16 interinatos en gubernaturas de distintos estados y la aprobación de ambos partidos en resultados electorales caracterizados por su dudosa transparencia y por la violencia generada desde el Gobierno, principalmente en entidades como Michoacán, Guerrero, Chiapas y Tabasco donde la presencia perredista ya se dejaba sentir desde aquel entonces.

Antes como ahora, la fortaleza de la izquierda mexicana es asimilada como una verdadera amenaza para los regímenes neoliberales que han gobernado en las últimas décadas, igual que en el sexenio de Salinas, la televisión no ha permitido ni permitirá en el régimen calderonista, expresiones de disidencia o de crítica al sistema y en respuesta a ese encono, desde el Gobierno se seguirá instrumentando una estrategia orientada a distorsionar la imagen de la izquierda mexicana, tachándola de intolerante y radical, con el firme objetivo de suprimirla hasta erradicar los liderazgos sociales que hay en todo el país, tal y como sucedió durante el sexenio salinista con más de 300 líderes perredistas asesinados, de desprestigiar la causa lopezobradorista en los medios, a tal punto de intentar convencer a todos los mexicanos que los perredistas han sido, son y serán los únicos responsables de la violencia y represión que se seguirá orquestando desde el Gobierno.

Bienvenido señor Calderón, que ya lo conocemos bien y nos basta muy poco de lo hasta hoy dicho y hecho de su parte, para convencernos de que! en su proyecto y personalidad van inherentes las razones por ! las cual es habremos de juzgarlo constantemente millones de mexicanos.

Quehacer Político